Un sueño verde Fotografía de Javier Caballero (Australia, 2016) |
ACERCA DEL SUEÑO
a mi hija Irene
I
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
II
Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.
Perfecta definición del sueño en estos versos que nos dejas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un poema, querido Rafael, de gran carga emotiva. Une en sus versos ese rastro de infancia que hace del sueño brújula y hace del padre una fuente de sabiduría, como si en él estuviesen todas las respuestas... Los tiempos cambian, el poema permanece con la misma luz en la memoria. Un fuerte abrazo.
EliminarMe gusta mucho José Luis!
ResponderEliminarQue tengas un feliz domingo,
Sandra.
Hola Sandra, cómo va todo, regreso ahora mismo de un viaje y encuentro tus palabras, siempre es muy grato seguir juntos entre palabras y sueños. Besos.
EliminarMuy hermoso, qué es vivir sino soñar.
ResponderEliminarSí, Calderón con ese tono solemne del teatro clásico barroco, unió vida y sueño y convirtió al dubitativo Segismundo en la conciencia que se interroga. Lo mío es más leve, hecho con las palabras del primer sueño, y con la esperanza infantil en la luz de mañana. Un fuerte abrazo.
EliminarQué fácil es soñar leyendo este poema. Los sueños intentan ser nuestros dueños y en la noche, amigo José Luis, lo consiguen.
ResponderEliminarQuerido Antonio, es conocida la manifiesta capacidad de los sueños para ensanchar la realidad; así que siempre recibimos su visita con enorme complicidad. Un abrazo entrañable.
EliminarSiempre es un placer volver a leer este poema, José Luis. Jamás hubiera podido yo describir con tan bellas palabras lo que es el sueño. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarExageras, sin duda, querida amiga; eres una escritora estupenda y el odicio es solo una cuestión de voluntad y lectura. Y algo de suerte. Me alegra que el poema te siga gustando. Un gran abrazo.
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