Fidelidad de una sombra Javier Vicedo Alós Pre-Textos Poesía Valencia, 2015 |
DISFRAZ DE SOMBRA
Tras conseguir el IV Premio de poesía
Bancaja de creación, camina hacia el lector El
azul silencio del hombre, primera labor poética del poeta y autor dramático Javier
Vicedo Alós (Castellón, 1985). Con esta entrega auroral arranca un recorrido formado por los poemarios Ventanas a ninguna parte y La última distancia , que encuentra en
el teatro una acreditada bifurcación; su obra Summer evening fue reconocida en 2014 con el Premio de teatro
Calderón de la Barca.
Su entrega lírica más reciente es Fidelidad de una sombra (Pre-Textos, 2015). De entrada, el conjunto de poemas aporta una sentida meditación sobre lo transitorio a partir de breves
composiciones. Existir es abrir los ojos a la percepción, abarcar un cúmulo de
elementos dispersos que se despliegan en torno a la identidad del yo para que
la conciencia, siempre premiosa y meditativa, ensaye sus reflexiones. En los poemas encuentra cauce el
análisis introspectivo, ese abordaje del trayecto individual marcado por la
necesidad de hallar respuestas. Leemos en los versos de apertura: “¿Qué lugar
es el tuyo en el espacio?, / ¿tu duda es el asiento, la alianza / o es más bien
el ensayo de una fuga, / un modo de saber tu libertad / porque nada en el mundo
te precisa? ”
La constancia de ser nunca libera de la
indecisión, aunque el tiempo prosiga senda en ella está escrita la tensión
entre rutas contradictorias y el pesaroso caminar hacia la ceniza como última
ruta. Pero esa mirada hacia el final no da a la muerte una condición trágica;
es una inquietud que sobrevuela entre las cosas, una cancelación del tiempo, un
proceso cumplido que entrelaza oxidación, vacío y pérdida. Por ello, quien
vislumbra el entorno percibe también la misma condición entre los elementos
naturales, como si en su declinar figurasen trazos de significado preciso. Así
lo certifica con decir aforístico el poema “Solo de invierno”: “El mundo nunca
interrumpe su partitura, / sólo relaja el ancho de sus pulmones / para estallar
después en tonos más altos. /…/ Vivir es estar preparándose siempre.”
Los últimos poemas exploran conexiones
entre el personaje verbal y una realidad que nunca deja de vibrar cercana para
dar fe de sus mutaciones, para dibujar la caligrafía de sus evidencias en el
ánimo, como leves conmociones. Como si fuese un epílogo conclusivo, en
“Coda” busca sitio el sentido final de la palabra; la razón de ser de
un proceso comunicativo que hace pie en el indeciso espacio del poema, ese
punto quieto donde duerme el tiempo.
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