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DESDE LA VENTANA
Fuera de temporada, como el mar en otoño; así estos dos meses de encierro en los que la existencia parece un ámbito sin nadie, cerrado por reformas.
A centímetros del alféizar, el poema se
queda suspendido, ingrávido, sin palabras. A veces tose en silencio, como contagiado por un virus.
Los libros tatuaron mis pupilas. La soledad también.
Minimalismo cromático. Todo es casa. Los elementos externos han desaparecido. No hay coches, peatones, correo… Alguien me dice que están dormidos en supermercados chinos para un
futuro reciclaje. Allí los catalogan y etiquetan para que no se pierda el
sentido de la propiedad.
Perdiendo amigos y borrando muchas de esas solicitudes de amistad digital que solo acumulan hojarasca y silencio; las confidencias me llegan encriptadas. Modo avión.
En la dinámica relacional de internet acumulo cursos intensivos diarios. En ella el eficiente papel de quienes quieren quedar bien con todos y unen blanco y negro o defienden al mismo tiempo actitudes confrontadas. También inevitables los practicantes de la estupidez diaria, aunque a veces la formulen con el tono sosegado de quien escribe una tesis doctoral y, como no, los que se ven a sí mismo como espíritus purísimos que hacen inútil el alquiler del purgatorio...
Pero merece la pena porque integra la escenografía de la ternura, esa gente incansable que apoya, anima, elogia y comenta, sacando tiempo para la lectura, que hace de cada entrada una conversación de complicidad afectiva. Y debo confesar que noto el afecto de mucha gente. de muy buena gente. Por tanto, muy útil la comuna digital, como esos espacios históricos en los que se adivina una revolución pendiente. La mía empieza nunca.
En la dinámica relacional de internet acumulo cursos intensivos diarios. En ella el eficiente papel de quienes quieren quedar bien con todos y unen blanco y negro o defienden al mismo tiempo actitudes confrontadas. También inevitables los practicantes de la estupidez diaria, aunque a veces la formulen con el tono sosegado de quien escribe una tesis doctoral y, como no, los que se ven a sí mismo como espíritus purísimos que hacen inútil el alquiler del purgatorio...
Pero merece la pena porque integra la escenografía de la ternura, esa gente incansable que apoya, anima, elogia y comenta, sacando tiempo para la lectura, que hace de cada entrada una conversación de complicidad afectiva. Y debo confesar que noto el afecto de mucha gente. de muy buena gente. Por tanto, muy útil la comuna digital, como esos espacios históricos en los que se adivina una revolución pendiente. La mía empieza nunca.
Las relaciones personales concluidas nunca traspasan el umbral del
olvido. Reconocen a quien las recuerda. Pero establecen una distancia íntima, como esos viajes donde no hay regreso.
(Cuaderno de soledad)
Esos viajes sin retorno.
ResponderEliminarTú siempre eres retorno.
Feliz día.
Un fuerte abrazo, Gabriela Rosas, y mis mejores deseos en este prolongado encierro que da tanto de sí para notas y poemas, para escribir sin palabras los rincones de la soledad. Feliz jornada.
EliminarEsos rincones dan para tantos, tantos poemas. Abrazos de vuelta.
ResponderEliminarasí es querida Gabriela Rosas, ya te comentaba que son pocos los que saben cuántas cosas se pueden hacer en el encierro; yo tengo la sensación de que mi encierro enlaza con la voluntad cansada de siempre, con ese ir sumando pasos en el aire. Un gran abrazo.
EliminarQue esa luz que se cuela por tu ventana, te siga acompañando a ti y a tus letras. Un fuerte abrazo, José Luis.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus deseos, David Darriba, y ahí seguimos junto a la ventana, con el gesto indeciso de no saber si miramos dentro o fuera. Gracias por tu cercanía, siempre es un regalo.
Eliminar"..el umbral del olvido", dices. Ya sé que está mal el citarse a uno mismo, pero hace muchos años escribí un poema que concluía diciendo que "no existe el olvido, tan sólo memoria silenciada." Buen día, José Luis.
ResponderEliminarPues ese es un verso como Dios manda, querido poeta, y no mi tantear entre la incertidumbre; comparto la misma idea; esa sensación de estar en el filo, en la levedad de ese tiempo a punto de ser... Muchísimas gracias por tu comentario. Por tu amistad.
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