Brisa Fotografía de Javier Cabañero |
EXILIOS Y ENCUENTROS
Y
apenas ha quebrado el día de verano
ERIK A. KARLFELDT
Los exilios de verano dispersan compromisos literarios pendientes. Así
que opté por seguir conectado al ordenador, al menos en las primeras horas de
la mañana. En ese horario me apresuro a establecer algunas prioridades: cada
jornada, el ritmo vitalista del blog abre la sombrilla del quehacer creativo.
Avanza también, con paso sostenido, una edición prevista para octubre y hago
recuento de libros manuscritos que debo seleccionar para un concurso literario,
un asunto complejo en el que pongo la máxima atención. Otros proyectos se
desvanecen como neblina, por las peculiares circunstancias del gregarismo
estival.
La poesía perdura; es amalgama cohesiva de mis lecturas.
En el intercambio de mensajes del correo electrónico percibo una
aceptable cortesía social, pero también una oquedad distante, como si el afán
de acotar su espacio personal necesitara definirse ante otros cercanos. No voy
a convencer a nadie; ya consumí mi etapa proselitista. Me parece bien que
alguien quiera ser enjambre de una única abeja. Tampoco me preocupan las
esperanzas en fase de disolución. La amistad adquiere consistencia cuando teje
una fértil telaraña de afinidades. No es el caso.
(Diario de verano)
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