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EL YO SUSCEPTIBLE
yo sé lo que tú sueñas
y lo que en sueños ves
G. A. BÉCQUER
Mi agitación interna tiene un formato moldeable. Los demás me suelen atribuir rasgos de carácter que no dejan ninguna sobrecarga en mis espejos. Seguro que ellos
tienen razón; yo solo tengo dudas. Desconozco quién soy.
Hubo años que el sueño nocturno
se prolongaba durante horas sin interrupción. Ahora me parece mentira, como si
los recuerdos fuesen fotografías a destiempo, hechas con imágenes veladas o
encuadres defectuosos.
Debo escribir un
diccionario sobre el misterio intacto del conformismo. Lo desconozco; todo en mí es una súbita sacudida que indefectiblemente concluye en el cansancio. Asumo la conmovida perplejidad de Cesare Pavese: trabajar cansa.
Esos sabios capaces de ser invisibles en una casa de cristal. No logro quitarme la sospecha de que se han perdido en algún pasillo de la memoria.
Un día no vi motivos para soportar cerca su prepotencia, extraña y perturbadora, y desapareció para siempre por alguna oquedad digital. Como el amor, la amistad no correspondida se sienta en la oscuridad para hablar a solas de renuncias y despedidas.
Un día no vi motivos para soportar cerca su prepotencia, extraña y perturbadora, y desapareció para siempre por alguna oquedad digital. Como el amor, la amistad no correspondida se sienta en la oscuridad para hablar a solas de renuncias y despedidas.
(Diario de verano)
Qué gran texto en tan poco dices tanto....
ResponderEliminarte felicito por la brevedad de tu magia
Muchas gracias siempre por tu generosidad lectora, querida amiga; la vida, lo sabes bien, es un continuo recomenzar. Feliz jornada.
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