domingo, 4 de julio de 2021

FRANCISCO JAVIER GALLEGO DUEÑAS. SOMOS GRIETA

Somos grieta
Francisco Javier Gallego Dueñas
Prólogo: Hilario Barrero
BajAmar Editores
Gijón, Asturias, 2021


 SENTIR LA GRIETA

 
 
   Fue en 2017 cuando llegó a mis manos Las Gramáticas del tiempo, primera estación poética de Francisco Javier Gallego Dueñas (Rota, Cádiz, 1968). Desde entonces el poeta ha tenido una activa presencia literaria en su blog de crítica y lecturas, en la dirección y coordinación de la revista Voladas y en la publicación de ensayos breves y poemas en distintas publicaciones digitales y en papel. Con prólogo del profesor universitario, poeta, editor y autor de dietarios Hilario Barrero amanece su segunda entrega Somos grieta, cuyo título alumbra una pesimista reflexión existencial que tampoco pasa inadvertida al autor del prólogo: “Somos grieta- el título nos lo advierte-es un perro rabioso que muerde las entrañas, un bosque con farolas o árboles, da lo mismo, un discurso envuelto en una filosofía fatalista, poemas negros, esquelas de la melancolía”. Como en el acervo lírico más clásico, la poesía intimista es búsqueda incesante del sentido existencial, que dé cuerpo e impulso al discurrir. Que mantenga el carácter catártico y depurativo de la razón poética porque como escribe Hilario Barrero “un poema no es tan solo un mundo donde la razón es el centro, un poema es un mundo y está hecho de palabras, un lenguaje donde la imaginación y las pasiones son parte de ese mundo. Un mundo sin grietas”.
   Por tanto, la poesía de Somos grieta propone un viaje confidencial, cuyo afán introspectivo no pasa por alto la ecuación de la propia identidad: “Ante el continuo  del paisaje / y de la masa, / entre la muralla del pasado / y el horizonte del futuro / somos la grieta”. Esa aceptación de las sombras que nos habitan permite un desdoblamiento inquisitorial que se empeña en anular cualquier más cara que vele los rasgos más profundos del sujeto. El itinerario a completar es una suma de pasos efímeros, es confirmar que la evocación del pasado, tan dispuesta siempre a la idealización de la infancia como un paraíso perdido, “es sentir un vacío que nunca estuvo lleno”. El trayecto también es lucidez y conocimiento, adivinar que el vuelo de Ícaro es, al mismo tiempo, ascensión y caída y que resulta conveniente cuidar los propios demonios, porque el discurrir es efímero y crepuscular y ellos son la estela que permite recomponer el quehacer en el tiempo.
  Francisco Javier Gallego Dueñas titula la sección central del poemario “El óxido nunca duerme”. En ella explora un verso narrativo, que da al texto la apariencia de una secuencia biográfica reconstruida. Como si el yo verbal dejara sitio a un narrador omnisciente, van aflorando las menudencias que componen una existencia marchita, la desnuda silueta de un solitario que  suele desembocar en la plaza estrecha del desencanto: “Nos acostumbramos a ir vagando entre sombras, / a no titubear cuando nuestros ojos dudan, / a caminar entre fantasmas”. Es necesaria una higiene sentimental que ponga al sol derrotas y decepciones y que abra y limpie cajones con los restos mohosos de la angustia y la melancolía.
   El poemario se cierra con “Criaturitas”, que trastoca el presente desde la ironía. La realidad camina por direcciones contradictorias. En tiempo de pragmatismo y deshumanización, hay que desenmascarar al soñador que practica una épica en zapatillas y guarda los sueños corrompidos. El largo poema “Acabad con el sujeto” tiene la dureza de la condena y el ajusticiamiento. En idéntico registro están otras composiciones como “El hogar del cobarde” y “Sala de espera”, que dejan una estela hiriente de nihilismo aterido y desolación. El sentido crítico nunca justifica la debilidad de la conciencia, pasa facturas, construye trayectos que anulan rincones a la esperanza. Al cabo, como escribiera Jaime Gil de Biedma “envejecer, morir, es el único argumento de la obra”.
 El marco poético de Somos grieta aparece contaminado por un pesimismo atroz, como si la realidad fuese un artesonado de ficción, proclive a desmantelarse en cualquier momento. Como Alejandra Pizarnik, Elizabeth Bishop o Sylvia Plath, Francisco Javier Gallego Dueñas muestra la herida abierta, el pus, la cristalización del pesimismo: “Si viniste a comerte el mundo / es justo que acabes derrotado. / No somos  quizás más / que gusanos maniatados por la conciencia de la muerte”. Pero, aún así, nos queda la palabra y, en su abrazo más frágil, el empeño de salir al día.

JOSÉ LUIS MORANTE

 
 
   


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