En donde resistimos Francisco Caro Ediciones Hiperión Premio València, Institució Alfons El Magnànim Madrid, 2021 |
APRENDER EL AHORA
Después de reunir su corpus lírico en el balance Este nueve de enero (2019), que integra una cuidada selección
desde su primera entrega Salvo de ti (2006)
hasta el reciente Aquí (2021),
Francisco Caro (Piedrabuena, 1947) construye nueva estación con el libro En donde resistimos, impulsado desde el
prestigioso catálogo de Hiperión tras conseguir el Premio “València” de la
Institució Alfons El Magnànim. Es casi obligado recordar, antes de adentrarse
en el discurrir de esta salida, que el entrelazado de la voz poética del escritor manchego tiene un sustrato narrativo en la estela argumental y se cimenta en
dos espacios generadores: el fluir testimonial del sujeto y la continua presencia
del tiempo.
Ese afán enunciativo está
presente en el umbral de En donde
resistimos que dicta su apertura con voz clásica, plena de limpidez y
transparencia “porque sabe que en este / soplo de vida, / en esta sencillez que
nada pide, / habita la humildad de la belleza”. El apunte lírico incide en la
contemplación del entorno para buscar en su despliegue pautas vitales que
conformen los estratos internos del pensar. Así comienza un conjunto que
deja en su sección inicial “Conversaciones” la clave de apertura escritural:
una visita a la casa de Juan Ramón Jiménez en Moguer. Las sensaciones dialogan
entre sí, tras el silencio. Alrededor la luz recortando el paisaje y el deseo
de capturar la magia de ese instante en la fotografía, mientras el sol declina.
La indagación del estar a solas busca, tras el etéreo cansancio de lo
diario, la razón del poema. Las palabras tantean, se esfuerzan en describir el impulso vital mientras “esperamos a los bárbaros” con el rumor de fondo que
convierte el tiempo en simple tránsito. Desde ese itinerario por la
incertidumbre, reflejado en las formas del paisaje, la luz se queda dentro. Recorta una
intensa conciencia de finitud que atestigua que todo es cruce indefinido, un
puñado de sombras que recuerda con ánimo encogido a los ausentes. En el poema
“La noche con Antonio Cabrera” late el renacer del encuentro con la amistad y los
destellos de una velada de palabras cómplices que mantiene intacto su aroma.
El quehacer del poema se
afirma como un “desvelo de asuntos”. Están los elementos del paisaje en los que
se custodia el rumor de la vida, y está siempre el poso de lecturas como esas Voces de Antonio Porchia que, desde el
decir fragmentario del aforismo, advierten de la fragilidad austera de la tarde.
Al cabo, en la caligrafía del poema se resguardan “las palabras hastiales” de
la existencia para dar fe de sus infinitas variaciones, de sus laberintos y
soledades. Así se conforma la identidad de un yo que se hace lugar y refugio,
“Ciudad de espejos y habitación sellada / en donde resistimos”.
También explora la naturaleza cambiante
del lenguaje, ese habitar conceptos y significados con la oscura sensación de
que no podemos comprender lo que sentimos ni definir la hondura. El
poema “Un hacer no sabiendo” percibe ese equilibrio sin fondo de las palabras,
sus puntos de fuga: “Internarse / en aquello que no / puede decirse, / tal es
la Poesía / Zambrano y su advertencia / ¿Qué más precisas / para buscarla –dices- o / para el
descreimiento”.
En la lenta
disolución de la realidad que propicia el incansable monólogo del tiempo germina
con fuerza una certeza: “Del nocturno del mundo / volveremos sin nada, / si no
es con la certeza de que amar es gastarse / y que gastarnos juntos es
tenernos”. De ese modo, cada presencia sobrevive a su propia orfandad, resiste
hasta la última función y camina, con dignidad austera hacia la última costa. Desde
esa sensación de cumplir con “la libertad impuesta que supone existir” afloran
estos hermosos poemas de Francisco Caro. Tienen la cristalina plenitud de un venero esencial
que preserva memoria y tiempo, el cúmulo de nada transitoria que nos deja el
presente.
JOSÉ LUIS MORANTE
Aprehender el ahora, ser testimonio de instantes, deambular por el presente, gozar la finitud, intententar decir mientras, cuando, después. Vivimos, José Luis, en un intento permanente de captar la luz, la vida; en la pretensión de hallar agarraderos, mientras con indiferente crueldad el sol declina. Gracias por tu sagacidad, por tu inmensa comprensión lectora, por tu abierta generosidad. Sé que está teñida de amistad, lo que no empaña el texto, redactado desde la pureza crítica que acostumbras, sino que tiñe de abrazo tus consideraciones. Es la tuya la primera lectura pública de "En donde resistimos" y es luz que clarifica, me clarifica. Gracias.
ResponderEliminarPleno acuerdo con tu comentario, querido Paco, y añadir un abrazo de enhorabuena por tanta fertilidad creadora, por tan buen libro. Feliz día.
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