lunes, 17 de enero de 2022

EL AIRE DE LOS LUNES (NOTAS DEL DIARIO)

Con la mano tendida
Fotografía
de
 internet

 

EL AIRE DE LOS LUNES
 
 
  En el discurrir diario no pierde vigencia una cuestión controvertida: la función social de la creación literaria. O lo que es lo mismo, las oscilaciones que caben entre un arte ensimismado y autónomo, encerrado en su fulgor purista, y un arte incardinado en un contexto, que engloba las condiciones históricas que lo generan y el periplo biográfico del protagonista real.
 
  Djokovic, ese excelente tenista de ego desmesurado y comportamiento irracional, será deportado de Australia. Yo me alegro muchísimo; el libertinaje individual nunca puede ser un peligro para la vida colectiva. El asunto tendrá consecuencias: el ultranacionalismo serbio necesita héroes y los negacionistas mártires. Y habrá quién apoye esos discursos incendiarios. El sueño de la razón produce monstruos.
 
  “Programa, programa, progama”, decía Julio Anguita, un maestro coherente y un político de talla. Y una formación conservadora hace de la sandez verbal de un ministro (el asunto no son las macrogranjas, que está clarísimo que deben ser reguladas, vigiladas y sancionadas, si no cumplen las normas) que antepone sus ocurrencias a la eficacia de su gestión y además se enroca para hacer daño a la coalición de gobierno, un lema “Ganadería o Comunismo” y un estilete de campaña. ¿Esa es su propuesta de gobierno? Increíble. Supongo que quien vota, sabe a qué se atiene.
    
   La escritura da cauce a las palabras de la conciencia y a sus interrogantes. Los poemas hilvanan un pensamiento reflexivo que cuestiona el sentido y coherencia de los actos del sujeto. El hombre a solas consigo mismo debe descubrir su propia condición y desechar falsificaciones e imposturas.
 
   Deslizando sobre las palabras una apacible complicidad, la música de jazz constituye un fondo sonoro para el cotidiano devenir. Es un aroma lenitivo que convierte el desvelo en un paréntesis de conocimiento e indagación. Es un escenario para los afectos en cuyo ámbito se borra la nebulosa atmósfera del abatimiento y los embates de la melancolía, para alzar la frágil arquitectura de los sueños.
 
   El mundo azul y la mirada limpia del niño, cuando los sueños parecen al alcance de la mano, va acumulando claroscuros en la experiencia. El peso de lo vivido nos deja un aire de tristeza, un semblante canoso y miope,  apropiado para escuchar la voz rota de un saxo.
 

Apuntes del diario  



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