sábado, 8 de octubre de 2022

PRIMAVERA EN OTOÑO (NOTAS DEL DIARIO)

Palacio Real de Madrid
Octubre, 2022

 

 PRIMAVERA EN OTOÑO

  

    Durante meses, honda cala en la poesía de amanecida por el nombramiento como jurado del Premio Nacional de Poesía Joven “Miguel Hernández“. Lo fallamos el viernes, 7 de octubre en la Sala Velázquez del Ministerio de Cultura y Deportes. Y el ganador es un poeta gallego, Ismael Ramos, con el libro Lixeiro/ Ligero. Son aspectos de su perfil creador la sensibilidad reflexiva, el despojamiento formal y una percepción de las cosas que esencializa lo cercano. Como afirma la cita de Peter Handke  que sirve de apertura al libro: “Al final diré algo”. 

 El día en la capital sirve también como andén de encuentros con algunos amigos con los que intercambio mis propias opiniones sobre algunos temas muy grabados en mi forma de entender la escritura. Por ejemplo: nunca he entendido la reivindicación de una lengua a costa de anular otra. Los sistemas lingüísticos son complementarios y vecinos, no confrontaciones identitarias. Pero casi nunca es así: los que escriben en una lengua minoritaria ven la presencia de otra lengua como un drama que anula su personalidad y encoge sus confines expresivos. Con esa creencia, lo que sucede en otro idioma no existe o es contingencia secundaria. 

 Por la tarde, quien toma la palabra es la amistad. Almuerzo con Ioana Gruia que me regala libros y afectos. El largo paseo por Madrid concluye en una lectura en la librería Alberti, con dos excelentes presentadores, Luis García Montero y Amalia Bautista. Allí coincidimos con muchos amigos y con ese fluir sin brújula del cansancio. Cuando vuelvo a casa es tarde, van sedimentando en la memoria secuencias del día. Rastros de una primavera otoñal que tiene el trazo cartesiano de los días de abril. 

Después del sueño retorna ese orden saludable de la rutina que establecen los asuntos pendientes. El yo confesional reivindica la soledad con la contundencia del aforismo. Las palabras adquieren así una respiración contenida, capaz de bucear bajo las aguas de cualquier asunto. 

La impertinencia aparece en la mañana del sábado, obtusa y cejijunta. Siempre exige más. Todo es poco. Quiere también la nada y el vacío. Y es una actitud inaguantable y dolorosa, como esas bibliografías aleatorias que nunca citan. En cambio, la sensatez y el sosiego son abrazo, por eso disfruto tanto con la amistad de Isabel Miguel. Hablamos poco, pero con ella nunca se pierde ninguna palabra. Suena en cada sílaba el corazón. 

 

JOSÉ LUIS MORANTE



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