Fuera de guion (Casi cien microrrelatos) José Luis Morante Editorial Lastura Madrid, 2024 |
UMBRAL
El uso de la primera persona concede al texto carácter personal y una hondura de lo singular, desde la introspección. Sospecho que el análisis de tal perspectiva precisaría una disertación más larga, pero este enfoque textual no es sino un sondeo en la condición diversa del ser humano. Somos un conjunto de pequeñas viñetas ficcionales cuyos elementos establecen pactos de verosimilitud. Se oye la respiración que mantienen las cosas. Un mundo abigarrado que reaparece y se exilia en un lado y en otro.
El nomadismo argumental describe afinidades sobre el viaje continuo de lo cotidiano. En sus retazos se aloja lo fortuito, el suceso trivial; la grieta de luces y sombras que permite acceder a los registros de la imaginación. También a la reflexión práctica sobre el lenguaje como depositario de conocimiento y experiencia. El microrrelato es un detective que sale al día. Todavía no sabe, pero le gusta sospechar de todos. En literatura, el molde no es una enojosa disciplina sino un juego menor cuyas reglas se pueden manipular a voluntad. Esta falta de sumisión permite el diálogo, una conversación de punto medio entre el verso y la prosa en el cuarto de estar de cada página. Mientras respira, el cuento diminuto pone en práctica un pensamiento de Jack Kerouac: “Seamos libres en cualquier momento”.
Casi todos los textos acogidos en Fuera de guión han ido apareciendo, con azarosa cronología, en el blog “Puentes de papel”, espacio digital que abrí el penúltimo día de 2010 y que todavía mantiene inalterable un apetito omnívoro de poemas, reseñas, cuentos y aforismos. Con hacendosa disciplina, buscaron acomodo en su aforo limitado algunos argumentos entre la realidad y el sueño. Todos fueron excusas para dejar estelas e incertidumbres, sin perturbar demasiado, permitiendo afilar el lápiz con las pequeñas preguntas de siempre.
Lejos de todo agobio, mientras escribí estos hilos he vivido en una realidad donde todo era pequeño y cadencioso, como si escuchara un rumor breve, un mínimo resplandor entre el silencio.
Prólogo de José Luis Morante
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