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domingo, 7 de enero de 2024

JAVIER LORENZO CANDEL. ANÁBASIS

Anábasis
Javier Lorenzo Candel
Editorial Baile del Sol
Director de la Colección de Poesía: Älvaro Hernando Freile
Tegueste, Tenerife, Islas Canarias, 2023
Pgs 78,  PVP: 10 Euros

 

INVITACIÓN AL REGRESO

 

 
  El universo literario de Javier Lorenzo Candel (Albacete, 1967) es cuajado y coherente. Despliega vuelo en géneros simultáneos como la poesía, la crítica literaria y el articulismo en prensa; completa un friso donde los espacios reflexivos se complementan porque el ideario estético y la sensibilidad desplegada del yo están siempre entre líneas. Contenidos en el fondo de la mirada afloran los ángulos de su relación con el mundo, paisajes intimistas de lo cotidiano, el eco de la lectura y los estratos cognitivos de la experiencia vital.
  En este quehacer de autor el acento esdrújulo recae en la poesía. Es una estrategia expresiva constante, una destilación que se inicia en el cierre de siglo con Visiones al costo (1997). Siguen los poemarios Hotel central (2002), Juegos de construcción (2004), Ecosistemas (2007), Amoretti o las tribulaciones de John Thomas Farwell (2010), Territorio frontera (2012), Manual para resistentes (2014), Apártate del sol (2018) y Sin piel (2020). Un extenso fluir reconocido con numerosos premios que concede a la autobiografía poética de Javier Lorenzo Candel lugar propio en el espacio creativo contemporáneo.
  Las sílabas del sustantivo Anábasis tienen una fuerte semántica cultural; se asocian de inmediato a dos voces centrales de la tradición literaria, Jenofonte y Saint-John Perse, como si las expediciones de retorno y la necesidad de buscar el origen mantuviesen todavía una dimensión épica que sobrepasa las manos y el temblor de una identidad concreta.
    La aurora comparte la constante vigilia del deseo empeñado en volver y expresa la la lumbre sentimental del yo pensante. Se canta lo que se pierde. Y en ese pentagrama elegíaco la voz poética busca claridad expresiva para superar los efectos del tiempo y la transformación del canto en silencio. El entorno se ha renovado. Es otro. El protagonista verbal intensifica su pupila observadora en la que confluyen devaneos, inquietudes e incertidumbres. El silencio duplica el peso de las carencias. Sometido al arrastre continuo del ahora, quien camina advierte alrededor la silueta desdibujada de los otros, recorre tramos de tiempo a paso lento donde la luz muestra sus reflejos gastados.
  El poemario concede al discurso lírico un enfoque existencial que hace del recuerdo manantial reiterado. El verso enlaza intervalos vitales como la infancia o la adolescencia en un claro intento de responder a las cuestiones centrales del existir. Los efectos quebradizos del trayecto hacen de la pérdida un quehacer natural: “También la destrucción está en lo bello. / En la Naturaleza que prematura hunde / los territorios fértiles; en la flor extinguida, / abatida por todos los pronósticos de la hojarasca, / en el cuerpo tendido ante la mesa / que exhala sus motivos para morir, en la tarde / descargada de luz que va dando al ocaso / o en la ruina indeleble de la muralla.”.
   Javier Lorenzo Candel suma en Anábasis imaginación y trayecto vital; dota a sus composiciones de un avance argumental que dibuja un perfil verosímil del hablante lírico. Trasciende lo real; abre itinerarios para sondear la sensación de intimismo y apertura de sentido desde el testimonio silencioso de la palabra; solo lo que se muda en caligrafía permanece y quema: “”En cada poema trazo mi máscara. / La frente que no espera / ir abriendo camino, sino que justifica / la memoria y en ella / describe el tono de su morfología”.
  La unitaria crecida de Anábasis acoge fragmentos de un legado emotivo que camina hacia la consunción y lo lejano. Recoge indicios del tránsito diario, repasa con su tacto los pliegues de la piel, como si solo buscase en lo vivido las arterias de los momentos esenciales. Más allá de la “cincelada confesión”, del terco desprendimiento de prisas y afanes para convertir el pasado en un centro vital, se empeña en germinar motivos para vadear el desaliento y romper la quietud. Pero sabe también que es imposible volver a lo que fuimos. Ahora el hombre está solo, en el exilio de ese territorio que llaman porvenir.
 

JOSÉ LUIS MORANTE  





viernes, 18 de enero de 2019

SIHARA NUÑO. GRAFÍA DEL CUERPO

Hipopotomonsesquipedafiofobia
Sihara Nuño
Editorial Baile del Sol, Col. Sitio de Fuego
Tegeste, Tenerife, 2017


Anatomía
Sihara Nuño
Editorial Polibea
Col. Toda la Noche se oyeron...
Madrid, 2018

GRAFÍA DEL CUERPO

   La marea digital y las contingencias biográficas de creadores asentados en el espacio peninsular proporcionan sustratos renovados al suelo del presente. Ante esta situación, la inacabable dictadura de las etiquetas críticas ayuda a ubicar enfoques y obliga a diseccionar posicionamientos estéticos que abren turno al debate. Frente a los poetas de la literatura oficial, que cuentan con el beneplácito de la tradición, existe otra manera de entender el poema, más compleja y, a veces, cuestionada por su hermetismo. Esta indefinición requiere atravesar la capa superficial de los recorridos menos diáfanos para la necesaria clarificación del fondo.
  Son pocos los itinerarios que desdeñan el gregarismo y hacen del lenguaje un texto ambiguo, con significado plural. De este empeño participa Sihara Nuño (México, 1986) para quien las palabras son embriones que colonizan el centro de todo. En su quehacer, integra poemas en revistas y antologías y las entregas Poemas para leer después de un tiempo (2009), Los cerdos también sonríen (2016), Los monstruos se disfrazan de flor (2016), La casa que nos habita (2017) y los dos quehaceres más recientes, que se yuxtaponen de forma natural, Hipopotomonstrosesquipedaliofobia (2017) y Anatomía (2018). Ambas conforman un tramo indagatorio continuista, que justifica esta perspectiva crítica, como si pertenecieran a un mismo segmento escritural.
 La poeta sabe que el desconcertante título Hipopotomonstrosesquipedaliofobia busca una clarificación urgente. Alude al síndrome que sufren los que cultivan un miedo irracional a las palabras largas, técnicas o impronunciables. Así que el libro sería una estrategia, con mucho de catarsis, para regular la ansiedad, confrontar fobias y liberar los miedos. De este modo la escritura trazaría una senda necesaria para buscar en la subjetividad armonía y salud. Los poemas refuerzan una poética lúcida que adquiere en sus planteamientos la racionalidad del ensayo y el empeño por hilvanar un discurso comprensible y objetivista. El poema postula en su dicción exactitud técnica; plantea renovar la expresión incorporando términos científicos que abren nuevos procesos cognitivos.
  Las composiciones plantean indagaciones del yo en las que el cuerpo se convierte en un espacio conjetural. Se verbaliza la percepción del desgaste, los elementos de la finitud, la enfermedad con sus rincones sombríos de trastornos y patologías. La voz poética es consciente de la putrefacción del ser, del desorden crónico de la fisiología y su ronco rumor entre las células. Son las voces desapacibles del miedo a vivir, ese glosario con diccionario de urgencia, un refugio capaz de poner lindes entre el cuerpo y el ser, estableciendo entre las dos identidades puentes de convivencia. Eso es automedicarse: “Buscar la salvación cuando nada nos libera”.
   Escribió Wallace Steven: “El pensamiento es una infección. / En el caso de ciertos pensamientos, / se convierte en una epidemia”. Dejo aquí los versos porque justifican la sensación de que Anatomía preserva el clima escritural y no estrangula el acercamiento al cuerpo como propuesta semántica. De esa contingencia parte Luisa Etxenique al abordar el prólogo; la biología corporal es el epitelio del poema. Las palabras definen el cuerpo, su causalidad, su modo de trascender la textura sensible para llegar a la emoción y el pensamiento, para abrir senda desde la célula al organismo que hace de la poesía su materia nutricia. El magma físico, desde Hipócrates y Galeno, impulsa un sondeo demorado y una nueva formulación expresiva. Es un reconocimiento a la desnudez. Una introducción en el caos que madura hacia adentro con una pulsión expansiva; que hace de cada parte biológica un código cifrado que es necesario resolver: “Comprendí sin saber qué pero comprendí, / aprecié el valor de sudar algunos llantos, de saberme lluvia y carne, / lluvia humanizada / lluvia aspirando a ser el ciclo del agua, / como si pudiera evaporizarme, / como si la liberación del dolor en realidad nos liberara.”
  La propia anatomía  exige un bosquejo objetivo y distanciado, un dibujo mental que borra lo descriptivo para que afloren en libertad intuiciones “palpando paredes que no existen” y salgan a la luz dimensiones ocultas”
   Sihara Nuño amplía el concepto de poesía como herramienta comunicativa hacia una conciencia abierta del lenguaje. Incide en la veta experimental del muro léxico y en su apertura a la posibilidad. Sus versos exponen entrelazados que aglutinan dicción renovada, textura emotiva y una sensibilidad argumental marcada por lo biográfico como núcleo irradiador. No descuida, sin embargo, mecanismos internos para velar lo personal, aunque esta clave parezca contradictoria o paradójica. las palabras abren puertas para acercarse a las raíces más oscuras de la identidad, a dejar en sus versos el tacto vivo de una subjetividad porosa, la grafía del cuerpo.



lunes, 22 de enero de 2018

LUIS RAMOS DE LA TORRE. DEL POLEN AL HIELO

Del polen al hielo
Luis Ramos de la Torre
Ediciones Baile del Sol, Poesía
Tegeste, Tenerife, 2017

HILOS DE LA MEMORIA


   A lo largo de su itinerario creador, Luis Ramos de la Torre recobra continuos enlaces entre música y poesía. Doctor en Filosofía, profesor y cantautor, sus pasos congregan una abundante reflexión ensayística sobre Claudio Rodríguez, poeta de la generación del 50 sobre quien realizó la tesis doctoral y fundó el Seminario permanente Claudio Rodríguez. Entre sus grabaciones destacan los trabajos musicados sobre Agustín García Calvo y colaboraciones con cantautores como María Salgado y Eliseo Parra.
   Desde su poemario inicial, Por el aire del árbol, un libro de composiciones para niños, hasta Entre cunetas, acaso su libro más comprometido con la memoria histórica, la voz lírica de Luis Ramos de la Torre lleva consigo una sensibilidad que entrelaza evocación, mirada introspectiva y reflexión crítica sobre el estar temporal. Son temas germinales que se ratifican de nuevo en las composiciones de Del polen al hielo.
  El sugerente título resume el ciclo del tránsito vital, ese caminar esperanzado hasta la grisura crepuscular del frío. El conjunto verbal busca la amanecida con una composición metaliteraria, casi una razón de escritura: Las palabras se formulan para abrir sentidos, para habitar la intemperie de lo desconocido y quedarse allí, suspendidas y activas, como esas mansas pelusillas de polen que se mueven al trasluz, como tercas volutas ascendentes.
 La cita de Maurice Maeterlinck, extraída de La vida de las abejas, anticipa que la naturaleza constituye un propicio escenario temático, impulsor de metáforas y símiles. En él adquiere recorrido una senda cognitiva que requiere el despertar testimonial de la percepción. En ese espacio vitalista la conciencia abre una identidad nueva, su vigilia descubre aurora y plenitud.
  Un verso hermético, “Insecto es amar” sirve de amanecida a un tema básico de esta primera parte del libro. La expresión connota tanteos lógicos. Si la entomología nos recuerda el carácter invertebrado de los insectos, su multiplicidad de especies, la resistencia de adaptación a casi todos los hábitats y la corta trayectoria vital, tenemos cualidades semánticas que aportan una lectura simbólica sobre el amor, el deseo y sus efectos secundarios.  La expresión también alerta del irracionalismo como fuente esencial del impulso poético –una de las premisas heredadas del autor de Don de la ebriedad- y de la necesidad de moldear en la expresión lírica un lenguaje propio y no contaminado por la dicción previsible. De esta actitud estética deviene un ideario expresivo: “No nombrar. / No otorgar a las cosas / el pulso de lo subjetivo. / Tomarlas del aire ordenando / el fulgor de su oferta. / Participar de la magia que queda /  latente en las palabras, apurar / lo entrañable. / Poner / el tiempo entre paréntesis”  El poema entonces se hace indagación y sugerencia, un quehacer imaginario capaz de “mentar el polen y amasar el hielo”.
  En el segundo apartado, Luis Ramos de la Torre recupera una palabra rural ligada al páramo castellano: escanda; el sustantivo define una especie de trigo propio de climas fríos y suelos arenosos, con paja dura y corta. La sección “Las escandas del hielo” aglutina un conjunto de poemas más despojado y directo, más evocativo. En ellos cobra un enfoque central la figura materna. La madre es sensibilidad ajustada a un tiempo marcado por la intemperie. Su afán laboral permitía, en su humilde condición, ejercer la dureza de un oficio lastrado por el frío. Ahora los poemas adquieren un mayor peso anecdótico, tienen los trazos de fotogramas “donde aprendimos a observar/ la cartografía esencial del tiempo”. 
  La visión poética del libro Del polen al hielo deslumbra por su arquitectura imaginativa y por la relación directa que establece entre subjetivismo y naturaleza. Lleva consigo esa compleja relación que las palabras dibujan entre poeta y realidad, un diálogo fértil tocado por la transparencia y la fugacidad, que hace de cada verso una ventana.

   

jueves, 14 de diciembre de 2017

HEBERTO DE SYSMO. MALDITO Y BIENAMADO BIBELOT

Maldito y bienamado bibelot
Heberto de Sysmo
Baile del Sol, Colección Sitio de Fuego
Tegueste, Tenerife, 2017


DESTILACIONES


   El activismo cultural de José Antonio Olmedo López-Amor se expande por amplios corredores. Ha dado pie al ejercicio de la crítica en distintas publicaciones, digitales y en papel, a la puesta en marcha de la revista Crátera, de la que es codirector, y a un singularizado recorrido poético, siempre tras el seudónimo Heberto de Sysmo, iniciado en 2011 con el volumen Luces de antimonio.
  La última entrega, Maldito y bienamado bibelot, consiguió el II Certamen Nacional de las Letras “Isabel Agüera”. Sobre su naturaleza estética escribe José Luis Rey: “Libro de amor al lenguaje, a su aventura radical y lúcida, escrito por un poeta que ama la palabra por encima de todo”. También resultan de interés las ideas expuestas en el preámbulo de Jesús Leirós León, jurado del certamen en esta convocatoria: “Es una obra llena de incidencias, de belleza dramática, de materia oscura que convierte al lector en un navegador de lo intuitivo”. Nos hallamos frente a una lírica que  no ofrece traslaciones denotativas de una supuesta experiencia biográfica sino que tiene como hilo argumental básico la reflexión perturbadora, el ritmo arrullador de las imágenes y la concepción de la poesía como rapto o exaltación, una estética que destila cercanía con el poeta chamánico cuya voz recorre laberintos entre la realidad y lo oculto.
  Heberto de Sysmo fortalece la solemnidad aforística del aserto “la patria es el lenguaje” al iniciar el poemario recordando el enfoque teórico de Saussure, cuya percepción del hecho lingüístico reactivo brevemente: la lengua es un producto social y un artefacto cultural mientras que el habla es plasmación concreta de la actividad comunicativa. El sistema idiomático, por tanto, supera los umbrales del yo. Personifica una arquitectura cuyo alzado soportan claves que el sujeto verbal debe descubrir. Las palabras cumplen leyes físicas; son el basamento de un sistema científico que está más allá de las intuiciones, el tejido sentimental o las especulaciones que buscan luz.
 Todo el apartado inicial, “Phisis” sondea el aspecto ritual de la poesía y las formas de introspección generadas; los poemas se asientan, con sus alusiones y elusiones, en ese empeño de ser un resplandor fugaz, un lampo a la deriva en el que se percibe desde la sombra la convivencia firme entre intuición e inteligencia.
 El título del segundo conjunto, “Mathesis” –término de origen griego que alude a la ciencia y el aprendizaje- recuerda a Descartes y a su empeño en hallar desde la mente un lenguaje más perfecto que cualquier lenguaje natural y se completa con una cita de G. Santayana; el texto recuerda que el arte es experimental  y toda invención es tentativa. El lenguaje –también la poesía.- no pasa de ser un epicentro sísmico que deja sus pulsaciones dispersas.
   Una de las cualidades más notorias de Heberto de Sysmo es su tendencia natural a soslayar los términos ajados por el uso y buscar otros que  dormían bajo la techumbre de los diccionarios: bibelot, lampo, eruela, ergógrafo, atavío, enunción, escabel, antigrafía, óbelo, pareidolias, idente… lo que concede a su voz poética una sensibilidad culturalista que convierte al figurante lírico en aspirante a demiurgo: “El verso se resuelve en quien lo sueña, / su gracias infunde paz y en algo cambia / a aquellos que su majestad corona”.  Esta caracterización acerca al poeta valenciano a los juegos expansivos de las vanguardias y al pulso intelectual de la ciencia como sedimento aprovechable del poema. Poesía y ciencia se hacen así ingredientes complementarios para elaborar vertientes discursivas.
  Otro atributo de esta entrega es la elección formal del poema breve como sustento de las imágenes y receptor del pensamiento. Incluso el haiku, cuya concisa pulcritud está ligada a los estímulos sensoriales, adquiere en Maldito y bienamado bibelot una caligrafía más conceptual.
 La poesía es un organismo pluricelular; cumple las incansables funciones del ser vivo en permanente cambio; Maldito y bienamado bibelot, la premiada propuesta de Heberto Sysmo, hace de esa indagación en las mutaciones una síntesis entre lenguaje y pensamiento, una isocronía que avanza en espiral: “Decir  para vivir, / vivir para decir / y después de haber dicho / volver a desdecirse “


viernes, 17 de febrero de 2017

YOLANDA DELGADO BATISTA. PURO CUENTO

Puro cuento
Yolanda Delgado Batista
Baile del Sol, Sitio de Fuego
Tegeste, 2016

PURO CUENTO

   Leí el primer libro de Yolanda Delgado Batista, La isla de las palabras desordenadas, en el otoño de 2012, casi un año después de su publicación en Izana Editores. Aquella novela, tras la nota de gratitud a quienes habían impulsado aquella travesía literaria, contenía un prólogo del periodista Juan Cruz. Evocaba una anécdota protagonizada por el poeta Ángel González en la que el ovetense manifestaba sus deseos de seguir viviendo ante la temeraria conducción de Yolanda por alguna carretera sinuosa. Me gustó aquel enfoque de Juan Cruz que, frente al tono erudito de lo didáctico, quiso esbozar el humanismo; saludaba los méritos de una amanecida que enlazaba una historia intimista, al cierre de un ciclo amoroso con los efectos secundarios del desamor.
   Ahora Yolanda Delgado Batista, con un largo periplo laboral, regresa a la escritura con Puro cuento y esta vez comenta la colección de relatos Julio Llamazares, también periodista, y autor plural. El narrador señala dos claves sugerentes en estos cuentos: la condición insular de la escritora y el sentido de las palabras como esencia de lo imaginario, ese espacio también presente en la bitácora personal “La isla de san Borondón”, sustantivo  de geografía intermitente, ubicado entre la realidad y el sueño.
  El título se presta a una semántica interpretativa: la voz narrativa vela lo real para dejar paso sin más al cauce suelto de lo fantasioso; o, y es una posibilidad no desdeñable, la escritora se empeña en precisar la naturaleza general de sus cuentos que son sin más ejercicios de ficción enunciativa, no disimulados episodios biográficos, o prosas líricas que enaltecen las aceras cotidianas de la realidad.
   En la entrega conviven treinta y dos relatos, algunos de los cuales son microrrelatos que apenas sobrepasan la extensión de un párrafo. Es un número alto de piezas por los que se pone de manifiesto la diversidad  y una convivencia de atmósferas y personajes que confirman la vitalidad del cuento en esta práctica escritural.  Los relatos iniciales aparecen tendidos al sol del realismo y se deshilvanando con la voz de un narrador omnisciente o de un nosotros oral. El argumento sale de su refugio para capturar al lector con su discurso hilvanado y natural que espera a dar el último paso en el cierre; lo aparente es solo una manera de cerrar los ojos porque debajo de lo cotidiano la epidermis recubre otra realidad.
   La amenidad es manifiesta, aunque hay una cierta inclinación a buscar personajes solitarios que sortean la fragilidad de su destino entre el estar callado de la soledad: el extranjero, el parado de larga duración o el recluso son roles que ponen a prueba el  sesgo convivencial de un tiempo manchado por la desconfianza y el rechazo, por la violencia y el miedo. En Puro cuento la escritora y periodista Yolanda Delgado Batista se incorpora a los que creen que la mínima estructura del relato descubre una realidad enriquecida que se aliña con el onirismo y lo simbólico, que admite unos hilos de crítica social y propone sendas abiertas para que los itinerarios de la memoria se ensanchen con recorridos por explorar. Al cabo lo aparente no es sino el tacto imprevisto del asombro.