Rivas al atardecer |
FIDELIDAD A LA MONOTONÍA
Rezuma la nostalgia e importuna el regreso.
Hay que volver a casa,
a que otra vez despliegue la rutina
su ajada vestimenta y nos acoja.
La casa es un planeta a la medida
-un verso semejante describió otro regreso...-
y sus muros preservan
el oro sobrio de lo cotidiano
cuya renta permite
vivir con cierta holgura
y a menudo con gozo.
A la llegada, como un feliz presagio,
el sendero olía a lluvia
y un renacido sol oreaba los muros.
Población activa, Gijón, 1994
Querido José Luis: En lo más cotidiano podemos encontrar, de improviso, lo más extraordinario, lo más fantástico, como sucede en esos relatos de Cortázar de sus primeros libros que tanto me emocionan. Como sucede en tu poema: el olor de la lluvia y ese dorado color de la tarde que presagia o concluye una tormenta tiene ese tono de acontecimiento fantástico, aunque lo hayamos ya experimentado. Enhorabuena por el poema. Tan sencillo; tan sugerente. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comprensión y por tus ánimos. Soy un tipo afortunado por contar con lectores benevolentes y cómplices como tú. El aliento principal de estos inventos digitales es la posibilidad de un encuentro con sensibilidades atentas, así que agradezco muchísimo tu continuo estar.
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