Tú, tranquilo |
MULETILLAS
ABOMINABLES: “TÚ, TRANQUILO”
Existen muletillas
conversacionales abominables, como aquel monstruo de pasos árticos, que
congelaba el ánimo de los montañeros extraviados. Son muchas, pero de todas
ellas una alcanza la máxima puntuación en mi rechazo. Es el enunciado: “Tú,
tranquilo”.
Lo pronuncian con cuidadoso
estrépito individuos singulares, capaces de superar, desde el púlpito de su
identidad, cualquier aleatoria circunstancia. Antes de vocalizar las dos
palabras, respiran hondo, dejan sus brazos en laxa simetría y exentos de
cansancio reconvienen: “Tú, tranquilo”.
Y yo cierro los ojos, ahuyento el
tímpano hacia cualquier rumor de fondo y vuelvo a preguntarme por qué nunca
adivinan que mi tranquilidad solo depende de que se busquen sitio cuanto antes
en un país lejano, sin atlas de regreso, con horas confortables para hablar con el esqueleto dorsal de algún espejo y pronunciar sin pausas: “Tú, tranquilo”.
Totalmente de acuerdo, amigo José Luis.
ResponderEliminarY esas dos palabras dan miedo; por su significado, por su pronunciación, por los "seres" que las dicen.
Un abrazo desde septiembre en Tierra de Campos.
El afán de colocarse en un púlpito para mirar la torpeza ajena es una actitud que crispa el ánimo. Abunda mucho. Y casi nunca queda más remedio que asentir y cerrar los oídos. Abrazos mesetarios, que ya llega septiembre y la vendimia, que ya empiezan a amarillear las hojas de la higuera. saludos, Luis Ángel, siempre eres bienvenido a este blog.
EliminarFrases hechas que la mayoría de las veces se dicen sin ser conscientes si quiera de ello, pero creo que van siempre bienintencionadas... aunque muchas veces no nos demos cuenta del rechazo que producen. A mí hay una que me exaspera aún más que la tuya: "qué sabrás tú..." , y sí. efectivamente no sé casi nada, como casi todos los que andamos por este mundo, así que ya sabes, "tú tanquilo" José Luis ;)
ResponderEliminarUn abrazo de lunes,
Sandra.
Hola guapa, un abrazo laboral grandote y esa alegría de dejar sitio a la conversación digital. Es verdad; a veces no somos conscientes de los efectos secundarios de nuestros consejos, o de la egolatría que despiden nuestras actitudes. Así que hay que habitar el silencio con más frecuencia. Gracias, querida Sandra.
EliminarYa somos dos. Con decirte que no te he seguido leyendo...
ResponderEliminarBesitos
El paternalismo exige mesura, querida Tracy; cuando se convierte en un camino de dirección obligatoria hace perder los nervios e invita a cerrar oídos. Un fuerte abrazo.
EliminarTotalmente de acuerdo con tu reflexión (magníficamente escrita, por cierto). Muchos jóvenes utilizan otra muletilla parecida: "No te ralles" (no te molestes / no te preocupes, según Susana Terrones Juárez en http://udep.edu.pe/castellanoactual/autores/susana-terrones-juarez/) o "No te rayes" (no te vuelvas loco).
ResponderEliminarPero, para mí, la peor coletilla es "¿Sabes lo que te quiero decir?" entreverada en una conversación. Parece que el interlocutor te está espetando: «Es evidente que la estulticia se refleja en tu faz, por eso voy a procurar mantener la comunicación verbal contigo intentando enviarte mensajes conativos, a ver si te enteras de una vez» o algo peor... ¿No sería más fácil, correcto y educado decir "¿Me explico bien?" porque el fallo en la comunicación no siempre recae en el receptor.
Un abrazo, José Luis.
Qué magnifica reflexión, querido amigo, invita a utilizar esa muletilla en el catálogo de ropa de otoño de este blog. Siempre es un placer percibir tu estar cercano y tu complicidad. Un abrazo.
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