No vuelva usted mañana Néstor Villazón Dolmen Editorial Madrid, 2017 |
UNA PROFESIÓN DE RIESGO
Tras la estela de Ramón Gómez de la Serna, el primer tercio del siglo XX
supuso una verdadera eclosión de efectos cómicos literarios. En torno a la
generación del 27, agrupada en los actos conmemorativos del tricentenario de
Góngora, tomó cuerpo un grupo de creadores que renovó el humor desde un
quehacer vanguardista. Edgar Neville, Tono, Miguel Mihura, José López Rubio y
Enrique Jardiel Poncela fueron los protagonistas más relevantes. Son escritores
que utilizarán el humor como estrategia expresiva para cuestionar valores,
desajustes y actitudes sociales. Pero el humor por su acercamiento al público y
por su aceptación popular casi nunca ha gozado del aprecio académico, siempre
con la pretensión de poner los ojos en la jerarquía de la alta cultura. Así se
han ido diluyendo movimientos estéticos y propuestas escriturales sin que el
humor –más allá de la ironía o el erosivo sarcasmo- tuviese una exteriorización
asentada, salvo en revistas especializadas y en las publicaciones gráficas de
quiosco.
Más allá de esta situación estructural, el humor es un síntoma de época.
Así lo entiende Néstor Villazón (Gijón, 1982). El poeta y dramaturgo asturiano,
galardonado con numerosos premios nacionales e internacionales, entreabre la
geografía de lo laborable para mostrarnos una profesión de riesgo: su trabajo
de librero en un concurrido establecimiento comercial madrileño. En ese entorno
de mansa convivencia entre libros y clientes colecciona un abrumador
anecdotario, enriquecido día a día, que transforma la rutina en escepticismo,
sonrisa o carcajada. Van y vienen entre las estanterías el surrealismo los
chistes sin palabras, el gesto caricaturesco, la memez, o la ingenuidad sin
trazos como transeúntes circunstanciales que dejan estelas en la mirada del
escritor.
En el jugoso introito, el escritor y librero José María Mijangos
recuerda que el cliente siempre tiene razón; así que conviene evitar
monosílabos cejijuntos y mostrar al día el cartelito de abrazos disponibles. El
libro es un prodigio de sensatez al que hay que someter de cuando en cuando a
cuidados paliativos con vocación y afecto firme, como quien lee “una versión
fácil” del Quijote.
Junto a los lectores potenciales, también acuden a la librería, subidos
casi siempre en altos tacones de su talento, los autores: aquellos que se
autopublican, buscan para su obra un escaparate con foco, o pretenden firmar
a mano sus libros para que los clientes tengan también sus inmortales
garabatos. Y no faltan los que difunden su fe; una presentación bien organizada
convertirá su encuentro con el público en un evento de masas. Puro
optimismo de una vanidad sin mácula que se preserva en los calendarios.
No sé si los ladrones son gente honrada, pero parece que andan ahora
compaginando oficio y cultura, cogiendo un libro de este estante, otro del
siguiente y dignificando su expresión con ese gesto inocuo de la inocencia que
convierte al yo en otro. Además hay también practicantes del oficio que acaban
convirtiéndose en conocidos habituales
con los que compartir en el metro algunos comentarios sobre la salud o sobre próximos escarceos; es posible ver también adolescentes ingenuas
que llevan la mochila vacía o preguntan al dependiende si los libros tienen
alarmas y dónde se suelen colocar…Pues eso, que los ladrones ilustrados
prosiguen en el tiempo digital con premeditación y alevosía y con vigilantes de
seguridad que miran más el color de la piel que la maña dolosa de quien roba.
Néstor Villazón enriquece el aporte de historias con algunas entrevistas
complementarias. Así Diego Doncel, poeta, crítico y novelista habla de su
relación con los libros como pasión necesaria y espacio para la vida; comenta también,
más allá del libro como producto de mercado, las mutaciones que han ido
sufriendo las librerías, desde aquellos establecimientos casi artesanales,
donde el contacto era cómplice y a flor de piel. Y, naturalmente, reflexiona
sobre el papel de la poesía y su estar clandestino. Otra entrevistada es
Conchita Piña, de Ediciones Antígona, que desde 2006 se ocupa esencialmente de
la edición de textos dramáticos y de filosofía. Esta especialización ha servido
para dar solidez a un proyecto joven que
da buena presencia editorial al mundo del teatro y a las dramaturgias
emergentes. La entrevista aporta un poco de sosiego al disparatado recorrido
por la sonrisa urgente. Y confieso en este punto mi papel de juez y parte.
Néstor Villazón me entrevistó para dar mis opiniones críticas sobre el momento
actual, sobre la trinchera entre papel y formato digital y resumir de paso la
temperatura media del momento poético, así que también muy honrado por su
confianza y por pensar que mi breve anecdotario de visitante asiduo de
librerías podía aportar más calor a las galeradas cómicas de No vuelva usted mañana.
Otras voces se suman en discreto coloquio a difundir su experiencia en
lo jocoso para concluir que sin duda el padre de la idea y el portador de un anecdotario
para preservar es Néstor Villazón, quien realmente queda como voz singular de
un libro atípico por su carácter exento de otra pretensión que no sea el
divertimento. Si el surrealista André Breton entendió la filosofía del humor como
trasgresión vanguardista, como una manera de sobreponerse a la adversidad y
como distanciamiento de la realidad,
Néstor Villazón convierte estas
anécdotas en amplia expresión de vitalismo, en una deliberada puesta en escena
donde el absurdo es personaje principal. Néstor se esfuerza en trazar un diario
contable de la realidad y nos deja en las manos el balance de cierre, la sonrisa del niño que rompe un caballito de cartón para descubrir
qué contiene su interior.
Muy agradecido a Néstor Villazón por incluir mis palabras en su libro; siempre es un acto de felicidad perderme en los pasillos de una librería. Abrazos.
ResponderEliminarfelicitaciones por ese léxico en que se adorna a si mismo gratinado de imágenes metafóricas. La originalidad de una critica hecha en una palabra fresca bebida en el elixir de lo espontaneo, lo sorprendente. Mágico su fraseo elocuente y por demás esta decir que muy gráfico, rítmico,y hasta grato y musical.Saludos respetuosos.
ResponderEliminarGracias por los elogios, querido amigo, la crítica como cualquier otro género literario debe ser una invitación al lenguaje y en el intento estoy. Me alegra que te haya gustado la mirada al libro de Néstor Villazón, un excelente poeta. Feliz día
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