Educación nocturna Hilario Barrero Edición de José Luis García Martín Editorial Renacimiento Sevilla, 2017 |
INVITACIÓN A LA MEMORIA
El quehacer de Hilario Barrero (Toledo, 1946) es cuajado y coherente.
Despliega su largura en géneros simultáneos hasta completar un mosaico
donde los espacios reflexivos son similares porque el álbum mental y la
sensibilidad del yo están siempre entre líneas. En el fondo de la mirada se exponen los ángulos de su relación con el mundo. En el
quehacer indagatorio de la escritura, su tesela mayor es la poesía. Es una constante personal que inicia camino en plena década
novísima con el cuaderno Siete sonetos
editado en 1976, apenas un par de años antes de comenzar su estancia en USA,
para dedicarse a la enseñanza, primero en la universidad de Princeton y
después, como profesor titular, en la de
Nueva York. Esa lejanía geográfica es soliloquio y experiencia en sus diarios,
así que el laberinto urbano de Brooklyn nunca queda lejos, basta con tender la
mano a la autobiografía para que la añoranza se transforme en descubrimiento;
para sentir al poeta recrear el discurrir o regresar al azul claro de la
infancia, como si los días fuesen trayectos de retorno y necesidad de buscar el
origen.
En la aurora de Siete sonetos
opta por la habilidad métrica de las formas cerradas para compartir la constante
vigilia del enamorado y su lumbre sentimental. Después asume un estar
invisible que no se quiebra hasta 1999, cuando su
poemario In tempore belli consigue el
Premio Gastón Baquero. El título remite a la música del
maestro Josep Haydn y en sus poemas no faltan algunos elementos básicos de Poeta en Nueva York, de Federico García
Lorca, no en su filiación surrealista ni en el utillaje formal porque Hilario
Barrero busca la claridad expresiva, sino en el concepto del miedo y la
superación de conflictos personales. El ideario poético se ha renovado y el
protagonista verbal intensifica su pupila observadora en la que confluyen
niveles temáticos dispares.
El profesor Barrero se presta a recorrer un nuevo tramo a paso lento del
que son reflejos Luz Ilesa (2008), Agua y humo (2010) y el poemario Libro de familia, que recoge
composiciones escritas entre 2001 y 2011 y que me parece, sin discusión, el
libro más representativo del autor. El volumen aporta una introducción de José
Muñoz Millanes cuyo análisis concede al discurso lírico un enfoque existencial. La escritura no es sino el reiterado intento de responder a
las cuestiones centrales del existir y los efectos quebradizos del tiempo; también
sondea enlaces con el verbo poético de Robert Lowell, otro acierto sin duda
porque la práctica de traductor, bien representada en las versiones de Lengua de madera y en La esperanza es una cosa con alas,
reciente traslado al castellano de los poemas de Emily Dickinson, hace que su
inmersión en el espacio lingüístico norteamericano sea un quehacer natural.
No he
hablado hasta ahora del talento plástico de Hilario Barrero. Es una cualidad
que suma imaginación y belleza; dota a sus creaciones de un onirismo que
trasciende lo real abriendo una dimensión más amplia. Lo vemos en las cubiertas
de la colección Cuadernos de Humo, primorosamente editada, y en Tinta china, una compilación de haikus,
con ilustraciones realizadas por el propio poeta. En ella reflexiona sobre la
claridad expositiva: “Que el verso sea / como una doble llave/ abriendo
heridas”; son palabras que refuerzan el propósito comunicativo y no borran en
su diálogo la sensación de intimismo y apertura de sentido. Eje argumental es
el transcurso que requiere el testimonio sensorial de la palabra. Cada haiku
sirve de acogida a un fragmento de lo transitorio, una realidad matérica que
desperdiga indicios en el tránsito diario, pero también se abordan ideas
conceptuales, definidas en sensaciones y sentimientos que establecen puentes
relacionales entre el acontecer y las cosas. Hilario Barrero deja en Tinta china casi un centón de haikus. La
estrofa exige siempre lucidez, precisión verbal y ese deslumbramiento que
convierte al verso en un relámpago, en
una caligrafía de luz que se refleja sobre el suelo mojado del poema: “Sobre el
papel / llueve sobre mojado / el último haiku “.
Ya he comentado que la entidad de Hilario Barrero es trasversal, se
desdobla en facetas que no crean entre sí ninguna controversia; pero yo seguiré
poniendo el acento esdrújulo en su poesía. En su antología poética Educación nocturna se reúnen abundantes inéditos junto a una muestra
de poemas de las entregas citadas. Caminan con otros pasos, como si hubiesen decidido componer una amanecida unitaria
que suena a nuevo libro; así lo resalta José Luis García Martín en el prólogo.
Los apartados exploran reincidencias definidas: la memoria afectiva, el
descubrimiento del deseo, el modo subjuntivo como acción posible del discurrir y el espacio habitable de lo
urbano donde es posible vadear las aceras de la extrañeza ante los
estímulos externos que la configuran.
Su voz
lírica asimila conocimiento intelectual, tejido emotivo y la necesidad de vivir
en la temporalidad que tienen las palabras necesarias, las voces del poema. La escritura es una forma de recuperar la
casilla de salida. Se vuelve al principio para mirar el fondo del vaso y
construir con los versos una autobiografía moral. La poesía camina hacia fuera
y nos deja en Educación nocturna un
relato poetizado de saltos temporales, como si solo buscase en lo vivido los
momentos clave. El sujeto
va fijando contornos y vivencias que antes o después quedarán inadvertidas y en
silencio, fuera de plano, donde el mar termina.
Qué maravillosa y precisa disección de la poesía de Hilario Barrero, un autor esencial que hoy tendremos la suerte de poder escuchar en Talavera. Tu texto, como siempre, oportuno y clarificador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Antonio, cuánto me gustaría disfrutar de tu presencia y de la de Carmen en la velada poética con Hilario Barrero. El texto de esta reseña, como habrás adivinado de inmediato, nació en la presentación en la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, en Toledo, aunque llevo algún tiempo habitando los poemas de Hilario. Me alegra que no te decepcione mi mirada. Da recuerdos al poeta y para ti un fuerte abrazo y mi amistad.
EliminarQuerido José Luis, es maravilloso lo que has escrito sobre el libro de Hilario. Maravilloso. Un abrazo
ResponderEliminarQuerida Isabel, me gusta subir al escalón poético de Hilario Barrero con los ojos del afecto; me gusta mucho la poesía de Hilario, esa mezcla de intimidad y tiempo histórico que permite conocer a la vez al poeta y al ser humano que definen los versos. Muy agradecido de tu continuo estar, de la calidez de tu amistad. un gran abrazo.
EliminarAunque aún no tengo el libro de Hilario Barrero, ha sido un gusto leer tu reseña, la he disfrutado por sí misma.
ResponderEliminarGracias siempre por compartir amigo José Luis.
Un abrazo,
Sandra.
Gracias, querida Sandra, la poesía de Hilario busca asiento en lo cotidiano y deja siempre la sensación de que intimismo y entorno tienen la misma voz. Además el libro tiene una edición muy bella. Un fuerte abrazo, poeta.
EliminarEntonces me gustará seguro José Luis. Me gusta la Poesía que habla de lo común, de eso que a todos nos pasa alguna vez y con lo que podemos sentirnos identificados.
EliminarSí, la edición de Renacimiento me encanta, tengo ya varios de esa misma colección. Es bella, cuidada y manejable.
Otro abrazo para ti! (qué bien suena viniendo de ti ese "poeta" que me queda tan grande...)
Esa colección de Renacimiento es ya una referencia. En ella han encontrado sitio abundantes coetáneos que así muestran el itinerario creador con un sencillo prólogo de apertura. En el de Hilario es José Luis García Martín quien define en pocas líneas el curso creador del poeta como un autorretrato moral. Y una vez más acierta. Un fuerte abrazo con lluvia y enhorabuena por tu aforismo de hoy.
EliminarPreciosa y justa reseña, José Luis. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Nicolás, coincidimos los dos en valorar la poesía de Hilario Barrero dentro de su afán creativo plural. Me alegra mucho y quedo muy agradecido por tu comentario.
EliminarNo entiendo como hay tanta gente que se niega a definir la poesía y en tus análisis se encuentran tantos caminos ineditos tanto desafió que sorprende la expresión de los poetas. Es admirable como defines la comprensión de los valores expresivos de la poesía de la escalada idiomatica que alcanza la modernidad de la poesia, su prosa sudado y valiente esfuerzo. Cito un ejemplo: "Ese deslumbramiento que convierte al verso en un relámpago, en una caligrafía de luz que se refleja sobre el suelo mojado del poema", otro, “Que el verso sea / como una doble llave/ abriendo heridas”; son palabras que refuerzan el propósito comunicativo y no borran en su diálogo la sensación de intimismo y apertura de sentido. Yo creo amigo Jose Luis que como baquiano de la poesía, deja una muestra y un surco de un a poesía cotidiana llena de sentido,de caligrafía metafórica, apoyada en la prosa que vadea las frías orillas de lo desconocido para llevar de la mano como lazarillo a quien te lea, dejo aquí mi testimonio de que eres una fuente de aprendizaje, un abrevadero del tiempo donde se embriaga la paz y la armonía. gracias saludos respetuosos.
ResponderEliminarQuerido Nelson José, agradezco de veras el afecto que muestran tus palabras. Solo soy un lector, no es humildad sino una certeza objetiva. Cada reseña es una propuesta de sentido, pero hay muchas y no busco nunca que la mía sea mejor que la de los demás. Gracias por dedicarme tanto tiempo. Un afectuoso saludo
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