sábado, 3 de junio de 2017

JAIME GIL DE BIEDMA. DIARIOS

Jaime Gil de Biedma
Diarios 1956-1985
Edición de Andreu Jaume
Lumen, Barcelona, 2015

EL POETA- POEMA

   Concluye en su introito Andreu Jaume, editor de Diarios (1956-1985), que Jaime Gil de Biedma preparó el recuento autobiográfico con voluntad crítica, con el firme propósito de que fuese un testamento de claves interpretativas. Esta valoración otorga al volumen Diarios espacio singular y una íntima relación con Las personas del verbo, que aglutina toda la obra poética, y con El pie de la letra, donde se integran artículos y ensayos. Esta indagación intimista nace de un afán de “adiestramiento en la literatura” como activo ejercicio de aprendizaje y búsqueda de un lenguaje para precisar y comunicar las gradaciones de la experiencia.
  Las vicisitudes de imprenta son conocidas. En 1974 amanecía Diario del artista seriamente enfermo que más tarde, ya en 1991 y en edición póstuma, se integraría en Retrato del artista en 1956. A este perfil del poeta-poema se suman aquí los textos inéditos. Son dos diarios fechados en 1978 y en 1985 que constituyen, y otra vez recurro al editor, el retrato tardío de una sensibilidad renacida tras una estrepitosa crisis de identidad por no hallar asiento en un entorno cívico convencional.
  En la organización percibimos el deseo de un orden; un afán de simetría por trazar con veracidad los afanes de un protagonista implicado, que inicia el recorrido biográfico con Retrato del artista en 1956. Es el tramo autobiográfico más vitalista; en ese tiempo el poeta está trabajando en “Las afueras”, conjunto poético integrado en la obertura Compañeros de viaje y comienza su relación con la Compañía de Tabacos de Filipinas, empresa familiar en la que desarrollará todo su periplo laboral, con numerosos viajes de negocios y una agenda vital de libertad y descubrimientos.
  Las anotaciones de Retrato del artista en 1956 se convierten en un atlas de geografía humana. En él emerge un yo en crecimiento con inquietudes literarias, muy cercano en lo intelectual al grupo de amigos de Barcelona, sobre todo a Carlos Barral. Todo da fe de una intensa pasión por vivir; los días en Manila muestran sin sombras una continua búsqueda de relaciones y encuentros sexuales, no carentes de morbo y confrontados con la moral católica. También aflora la conciencia social y la evidencia de una jerarquía asumida en la que cada vez soporta peor la prepotencia colonial, esa insólita desnudez de derechos que tiene la mano de obra indígena. Las secuencias refuerzan su rechazo a una forma de vida aristocrática que fomenta el poder económico desde la explotación de los más débiles y crea en su interior un vacío ante las severas condiciones de supervivencia de los más humildes.
  La realidad política española desde la distancia adquiere una atinada definición. Se aprecia el desarraigo interno y la ausencia de peso en la política internacional que aísla al integrismo franquista. El poeta escribe: “España es un país enfermo, enquistado en sí mismo”.
  La misión de Jaime Gil de Biedma en la Compañía General de Tabacos de Filipinas se expone en el informe sobre la administración general, un texto de fuerte contraste con la perspectiva general del diario. Se trata de un trabajo técnico sobre la fisonomía de la empresa, sus activos mercantiles y el funcionamiento operativo del personal. Apenas queda sitio para el enfoque confidencial que solo retorna en el apartado “De regreso en Ítaca”, cuando la estancia en Filipinas concluye. La implicación con la geografía asiática ha sido intensa. Mas el poeta ampara una sensibilidad mudable y las nuevas anotaciones acogen el clima de relación, las lecturas y el afán literario. Sitio especial concede el poeta a su temporada de convalecencia en la Nava de la Asunción, un municipio próximo a Segovia, a causa de la tuberculosis. El moroso tiempo mesetario ralentiza los días y da ocasión a un análisis del yo verdaderamente demorado que integra facetas diversas, desde la sexualidad apaciguada hasta los problemas de composición o las acuarelas familiares que permiten conocer el retablo de presencias cercanas y su empatía con el poeta.
   Más que las vicisitudes del ego son los trabajos y días literarios los que rigen el enfoque tonal de Diario de “Moralidades”, segmento que abarca desde 1959 a 1965. El cauce vitalista, no exento de polémica por una sexualidad desbocada y oscura, se hace remanso sedentario para adentrarse en la conversación pausada entre biografía y escritura. Lo que se estima ahora es el apunte de taller, aunque de cuando en cuando se desgranen textos  que bosquejan rutinas de la casa familiar de la Nava.
   En esos meses concluye varios proyectos, entre ellos un ensayo crítico sobre Jorge Guillén, publicado en 1960. Es la etapa de definición del grupo de Barcelona a través de gestos colectivos como el homenaje en Colliure a Antonio Machado, en el vigésimo aniversario de su muerte, la preparación de la antología de Josep María Castellet, o la realización de lecturas y encuentros que dan a  conocer sus idearios estéticos.
   Es el tiempo también de escritura poética  de Compañeros de viaje, su carta de presentación. Las anotaciones revelan la lenta elaboración de los textos, el pulido final y el sesgo racional de una obra que va creciendo con lentitud, muy lejos de la intuición sentimental, con un sólido trabajo de organización y lecturas afines.
   Por otra parte, los contactos con Carlos Barral, Josep María Castellet y otros poetas del medio siglo facilitan el conocimiento público de sus creaciones. Son días de cielo claro. Cuando arranca 1960 sus apuntes lectores gestan un criterio crítico pleno de solidez. En él, Antonio Machado adquiere una significación tutelar, que influye en una expresividad directa y en el sentido ético del poema; lo mismo sucede con los compañeros de viaje. Con afines supuestos estéticos forjan el catálogo de la colección Colliure, que habrá de convertirse en pórtico editorial de la lírica emergente. También es valorado de forma positiva Luis Cernuda; en cambio cuestiona las últimas salidas de Juan Ramón Jiménez.
   El periodo acogido discurre hasta 1964 y en él perduran los peculiares caracteres del ego, aunque los párrafos se hacen más esquemáticos. En ellos se alternan los estados de ánimo, las crisis físicas y amorosas, las lecturas y los avances de poemas que van adquiriendo todos los elementos de la versión final. Asimismo prosiguen los contactos promocionales y el deambular por enclaves peninsulares, con especial incidencia en la costa. La identidad del yo se asienta en claroscuros que transmiten su inestabilidad afectiva. Mientras lee a Catulo y los poemas epigramáticos de la Antología palatina que servirán para encontrar el tono de “Pandémica y Celeste”.
  En el diario de 1978 la textura de la realidad ha sufrido significativas mutaciones. Desde 1972, en los estertores de la dictadura, viaja al litoral porque adquirió una casa en Ultramort, en la comarca del Empordà y allí fija su retiro residencial. Se asienta la convivencia sentimental con Josep Madern, salvo algunos esporádicos encuentros ocasionales y sus preocupaciones cotidianas se mantienen, tanto en la empresa, como en el taller de autor que tanto acrecienta enlaces con la segunda generación poética de posguerra.
  De cuando en cuando, los síntomas de la enfermedad condicionan su salud o empujan al poeta a temporadas de ánimo sombrío. Pero la radiografía general de este periodo se expone con tranquila objetividad, como si el autor fuese trazando una estela de sueños cumplidos, a pesar de su conocida inestabilidad emocional, a pesar de sí mismo.   


8 comentarios:

  1. "Yo creía que sería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema..."
    Notable, entrada.
    Feliz jornada, poeta.

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    1. Gracias amiga, acaba de salir un libro de memorias de José Manuel Caballero Bonald donde dibuja a muchos personajes de su entorno literario. Uno de ellos es Jaime Gil de Biedma, quien nos ha dejado un estremecedor retrato ético en sus diarios...Un fuerte abrazo y siempre feliz por tu mirada.

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  2. Los devotos de JGB disfrutamos de las relecturas de sus diarios, pero... reflexiones tan completas incitan a volver con más interés. Gracias, José Luis.

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    1. Gracias a ti, querido Antonio, yo también soy un decidido partidario del poeta-poema. Es más, creo que las voces del 50 han sido la columna vertebral de la poesía contemporánea y sus magisterios más recurrentes. Así que feliz de que mi lectura te haya despertado el interés del regreso a la obra de Jaime Gil de Biedma. Muchas gracias por tu amistad.

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  3. Siempre aprendo con tus entradas José Luis. Gracias por compartir.
    Feliz finde!

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    1. Me alegra que saques esa sensación de las lecturas, Sandra, y que no te aburra; creo que la lectura es un buen termómetro del gusto literario... Jaime Gil de Biedma dejó sombras en su biografía, pero su poesía es diáfana. un fuerte abrazo.

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  4. No puedo más que levantarme y coger los libros de Gil de Biedman, volver a leer algo de él. Gran trabajo, como siempre, el tuyo José Luis. Buen fin de semana. Un abrazo

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    1. Muchas gracias, Carmela, es un poeta muy valioso que siempre aporta emoción y vida. Sus diarios humanizan al personaje, le añaden sombras y algunas erosiones. Así que hay que conocerlos. Siempre bienvenida a a esta casa, carmela. Abrazos y feliz día.

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