Crudeza Mario Pérez Antolín Ediciones Trea, Colección Aforismo Gijón, 2018 |
BIFURCACIONES
En el demorado trayecto aforístico de Mario Pérez Antolín (Stutgart,
1964), el cuarto andén comienza con un liminar de Vicente Verdú. La reflexión resulta chocante –casi
todo el prólogo lo es- porque hilvana su interpretación del conjunto textual en torno
a la fisiología. Comenta una incidencia escatológica de Josep Tarradellas.
Verdú pone gases en aquel solemne “Ja sóc aquí”, que anunciaba el regreso. La
coyuntura propicia unos párrafos sobre el aforismo
como género de madurez. El decir breve aflora desde la experiencia existencial y la propulsión enérgica de un pensamiento curtido en el devenir. Como lector y crítico, soy consciente de que los prólogos suelen ser elementos complementarios y prescindibles. Y este lo es, así que no
hay que demorar la entrada en los pensamientos del escritor para adquirir saberes
entre lo mudable: “Mis aforismos son como miniaturas en un cajón inmenso”.
Quienes hayan degustado la coherente cronología del poeta
recordarán que sus textos enuncian un discurso fragmentado en el que prevalece
el fragmento sociológico y la mirada ética. No son rasgos únicos, claro está,
porque en toda compilación aforística el orden se gesta al paso, entrelazando lirismo, pensamiento y filosofía. Simplemente son características que
se yuxtaponen, sin imposiciones
excluyentes. En el transcurso de Crudeza retorna la revisión de un paréntesis histórico que se define por la desigualdad y dependencia de una economía
global y concentrada en protagonistas invisibles y poderosos, que trazan las
inadvertidas coordenadas de la actualidad.
Los aforismos caminan en doble dirección; si por un lado se ajustan al
decurso gregario de lo colectivo y a las insolaciones de la intemperie, por
otro lado completa un recorrido inverso y va dejando sus huellas más firmes en
los repliegues peraltados del yo interior, hasta componer una autobiografía,
aunque asume que “toda comprensión es interpretativa, incluso la que se
logra entre el yo aparente y el yo mismo“.
En ese relato de alguien, con aire de familia entre el escritor y el
ser biográfico, sentidos y pensamiento son meros testigos: “Soy el que anota.
Me limito a observar, comprender y dejar
constancia de lo cierto antes de que se tergiverse”.
En el trazado conviven las fluctuaciones argumentales, aunque entre las
cuatro secciones que integran Crudeza no
existan itinerarios antagónicos. Los textos muestran las inclinaciones
subjetivas de un pensamiento en vela en el que se agolpan las cicatrices más
profundas, esos campos de análisis que requieren sistematización y forma: “En
cada fase de la cognición se produce un distanciamiento de ida y vuelta: al
generar la idea, al cartografiarla, al esquematizarla, al exportarla, al detallarla y al compartirla
con que, seguro, contribuirán a su degradación y mejora”.
Mario Pérez Antolín sabe que el aforismo corre el riesgo de convertirse
en un pensamiento especulativo, en una nube que se desvanece entre las brumas
de lo etéreo, y que por ello tiene que exigirse un espacio fértil, de lindes
convincentes, que delimiten y calen en el diálogo con los demás. Que lo
transitorio y ocasional se apose, inicie vínculos directos con la inteligencia
para comprender la realidad e inicie una singladura perdurable. Así llegan los aforismos de Crudeza, "desprendidos y aferrados. Con ganas de soltar y con ganas de agarrar. Que les sobre aunque les falte, y que les falte, aunque les sobre", un conjunto de pensamientos que erigen su refugio en la lucidez, que hacen de filosofía y poesía un refugio emocional para seguir caminando por la azarosa senda de lo temporal.
Qué buena pinta, un buen cruce filosofía y poesía. Ya me suena su música! Abrazos poeta y buen día!!
ResponderEliminarQuerido Luis, un gran abrazo desde Rivas, y muy agradecido por asomarte a esta reseña sobre un libro que se hace testigo de cargo de un tiempo colectivo, lastrado por la incertidumbre. Es necesario pensar que tantas manipulaciones ideológicas desde los medios y desde los partidos políticos necesitan el bisturí de la razón, el sentido común y el rigor crítico. Abrazos.
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