viernes, 29 de noviembre de 2019

MÍRIAM DE LOS RÍOS. NATURALEZA DISONANTE

Naturaleza disonante
Míriam de los Ríos
Valparaíso Ediciones
Granada, 2019


PRIMERA MIRADA


   Actriz, profesora de Lengua y Literatura en un instituto público madrileño y guionista de cortometrajes y textos teatrales, Míriam de los Ríos  (Madrid, 1982) abre puertas a la poesía en Valparaíso Ediciones –uno de los sellos que más apuesta por el amanecer de nuevos itinerarios- con el volumen Naturaleza disonante. El umbral de la entrega acierta plenamente con un lacónico fruto verbal que se mueve entre la precisa eficacia del aforismo y el decir condensado del verso: “Hoy mi máscara y yo jugamos al escondite, / de quién encuentre a quién depende mi futuro”. De entrada, los versos recuperan dos o tres cuestiones esenciales: la sinceridad del sujeto frente a sus indagaciones existenciales, la condición del poeta como fingidor o la necesidad de velar la intimidad para argumentar una estrategia expresiva que trascienda el mero discurso del sujeto concreto. Mucho que decir, por tanto, en un primer poema que hilvana pasos con una dicción natural y que plantea el autoconocimiento como urgente tarea al comenzar el día: “A veces contemplo mi cuerpo / con la mirada incisiva de un inquisidor / y niego la gracia de los elementos, / la perfección que me hace respirar, dormir, pensar…”. De ese plano de detalle que desdobla el yo nace una sensación dual, de aceptación y rechazo, que ubica al figurante lírico en un intermedio concreto, en este tiempo digital de pantalla encendida y espacios visuales, en este ahora de influencers y fake news tan proclive a la impostura.
   Míriam de los Ríos moldea un personaje ficcional que descubre sus emociones en primera persona, como si en un diálogo confidencial el yo biográfico mostrara sus claves personales y emplazara a su intimidad a un encuentro pactado con el lector. Proyecta las experiencias del presente porque siempre sucede que la intrahistoria individual engloba los signos de un territorio colectivo que exige someterse a lo socialmente correcto y aceptar dogmas líquidos, que hacen de las certezas espejismos. Así nace el conflicto, y ese es el espacio en el que se mueve el poema que siempre huye del hermetismo y la solemnidad para marcar una representación a pie de calle en la que conviven los textos en verso libre, con la pincelada concisa y aforística, que se suelen dejar en cursiva:”Abrázame hasta que dejemos de dar vueltas a la manzana / sin saber por dónde morderla  “ o la levedad del haiku.  
    En el sendero argumental cobra una intensa fuerza el epitelio sentimental, esa gama de matices que nunca se autoexcluye en los perfiles de la identidad: el amor, la soledad, los mensajes del miedo o la pulsión erótica del cuerpo: “Amarnos era como beber la leche del Universo, / como guardarla en un tarro de cristal /     en el fondo del vientre, / desesperados, / a la deriva / flotando sin gravedad en un mundo simbólico”.
   La poeta recurre al venero teórico de la experiencia docente para hacer de la disonancia cognitiva el eje argumental de esta carta de presentación. Recordemos que nuestras conductas siempre están inducidas o condicionadas por el medio social y debemos racionalizar ante nuestra manera de pensar la incomodidad, las contradicciones o ese continuo aprendizaje por la decepción que abre distancias entre deseos y realidad. Así el sujeto se somete a un fuerte proceso de autopercepción en el que la escritura es herramienta de búsqueda para mostrar las cicatrices de todas las palabras que no pudieron ser pronunciadas o no encontraron sitio en el salón hospitalario del poema. Cálidas y confidenciales, las composiciones entrelazan evocación y perdida, grises crepusculares y mediodía, el devenir de un movimiento pendular que deambula por las asimetrías de las aceras buscando sentido al final del cuento. Poesía con luz, que deja en los espejos el hermoso desnudo de la sinceridad.




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