La mentira benéfica Seudología XIII Miguel Catalán Ediciones Verbum / Minor Arganda del Rey, Madrid, 2020 |
ÉTICA DE LA FALSÍA
Trayecto completo. Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) cultivador
vehemente del aforismo, doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista
concluye con La mentira benéfica la indagación
monográfica Seudología, un quehacer
activo sobre la ética de la falsía, que abarca trece volúmenes. El paisaje
completo, desde El prestigio de la
lejanía hasta La mentira benéfica,
explora, con perseverante solvencia, la ontología de la falsedad y sus
diferentes matices. Las arenas movedizas de las relaciones sociales tienen un
notable potencial subversivo, regulan la vinculación del sujeto con su propia
coherencia moral, siempre en constante fluctuación por la densa gravedad de las
circunstancias.
La mentira y su experimentado devenir postulan la complejidad del
trazado de causas y efectos. Requieren una interpretación de la sensibilidad del
yo y la realidad externa. La conciencia indagatoria se asoma a los estantes de
la verdad para encontrar cierta claridad metafísica y captar la significación
de la experiencia existencial Pero la conducta se llena de recodos, presenta
rasgos específicos que excluyen el universalismo, aunque sean contradictorios o
definan estados de ánimo dispares, como si en su amanecida la escritura plegara
pasos a la condición de ser.
Miguel Catalán recurre al nihilismo existencial del novelista uruguayo
Juan Carlos Onetti para buscar la paradójica cita de entrada: “Se dice que hay
varias maneras de mentir, pero la más repugnante de todas es decir la verdad,
ocultando el alma de los hechos”. El filósofo también añade una introducción
afectiva a esta última entrega que constituye una reflexión, teñida de
nostalgia, sobre el largo viaje creador
y sobre los apoyos que han dado fuerza renovada al ser dubitativo. Sabe que el
amor es la esencia y por eso no duda en cerrar su prólogo con estas palabras:
“Para la realización del tratado en su
conjunto solo puedo expresar mi gratitud al amor constante durante 40 años de
María Picazo, mi esposa. Solo su devoción personal y su eficacia diaria para
despejarme el camino han permitido que visitara todos los lugares de interés de
este largo viaje por el reino de la imaginación”.
El oxímoron del título requiere
un sondeo conceptual. Frente al rigorismo que condena siempre la mentira,
Miiguel Catalán se muestra permisivo con la mentira benéfica por su carácter
altruista que busca de forma natural la creación de efectos interiores satisfactorios.
Hay que evitar el dogmatismo sumario y entender el tacto sosegado del engaño
altruista, que pretende la protección del sujeto engañado; la mejora de su
geografía afectiva. El ensayista estudia la práctica de la mentira benefactora
en varios ámbitos, desde la vida doméstica de la pareja y el entorno familiar y
afectivo más cercano, hasta los callejones saturados de la vida social. En cada
uno de los tramos, la reflexión filosófica condensa ejemplos del periplo
cultural y secuencias anecdóticas de la autobiografía. Surge así un entrelazado
indagatorio que sirve para decodificar el sentido de nuestros actos. Cada
sujeto camina por una circunvalación ética que añade al tramo avances y pausas,
retrocesos y atajos
De especial interés metaliterario es el apartado “El espíritu sanador de
las artes y las letras”, donde Miguel Catalán consigna la capacidad de
transfiguración del acto creativo, esforzado en crear una realidad menos
deprimente, y más cercana al ideal. El creador abre la puerta a una función tonificante
y benigna, capaz de crear espejismos
benefactores. El arte postula una ilusión de permanencia en el tiempo negando
las grietas prematuras de lo transitorio; otorga a la existencia estímulos de
conocimiento y verdad. Del mismo modo, las letras en sus diferentes estrategias
formales, desde los mitos y cuentos infantiles, hasta las sendas de la poesía,
el teatro y la ficción narrativa dejan entre los ojos del lector el jardín
imposible de la utopía, proporcionan emociones y sentimientos, acercan aquellas
sensaciones que dejan una luz de amanecida en la rutina gris de lo diario.
Los materiales compilados en La
mentira benéfica cierran un ciclo creador irrepetible: Finis operis. El tallo argumental se hace fronda y fruto para
mostrar al completo el saber del bosque, los claros de madurez y sosiego. Más
allá del contraste abierto por las bifurcaciones de estas trece entregas, Seudología apunta una unidad
vertebradora; confirma la permanencia en el presente de la cuestión central: la
mentira manifiesta en el existir las sombras de una realidad mudable, propicia
al desconcierto y la angustia.
Este último paso del quehacer filosófico de Miguel Catalán deja también
el emotivo refrendo de su memoria: “la obra bien hecha permite al menos la
supervivencia del espíritu”.
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