El pájaro a la rama Conciencia del tiempo tiempo de la consciencia en la poesía de Ricardo Bellveser (1977-2020) José Antonio Olmedo López-Amor Olé Libros, Selección del editor Valencia, 2020 |
LECTURA DE RICARDO
BELLVESER
Coeditor de la revista Crátera, José Antonio Olmedo López-Amor mantiene
un incansable impulso creador. Diversifica voluntad en una entrelazada red
de géneros: poesía, novela, ensayo, aforismo y ediciones críticas, aunque se escora, de forma clara hacia el quehacer lírico, como poeta de largo
trayecto, que amanece con Luces
de antimonio (2011) y deja como última entrega Actos sucesivos (2020). Completa su perfil con análisis
críticos y colaboraciones en prestigiosas revistas como Turia, Quimera y Revista de Letras.
La entrega El pájaro a la rama. Conciencia del tiempo y tiempo de la consciencia en la poesía de Ricardo Bellveser (1977-2020) integra, con atractiva disposición formal, que suma bibliografía, diálogos, galería de imágenes y un animoso inventario de afectos, una compacta visión diacrónica, que define el corpus total de Bellveser y completa un marco contextual donde nació.
Como recuerda María Zambrano en el paratexto: “El arte parece ser el empeño por descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia”. El cauce argumental recorre más de cuatro décadas de creación personal, enlazando el transitar histórico y la visión concreta del hablante biográfico. Nacido en Valencia en 1947 y con una amplia formación universitaria con licenciaturas en Periodismo, Ciencias de la Información y Filología Hispánica, el alba del poeta Ricardo Bellveser irrumpe en la generación del 70. Es una promoción definida por la pulsión culturalista y la reflexión metapoética, aunque fuera menos rupturista que lo supuesto por el gregarismo crítico. Interesa, eso sí, percibir este ideario estético en Valencia como una década renovadora, en la que aparece el quehacer editorial de Hontanar, las revistas literarias Múrice, Proís y la colección de cuadernos de poesía Lindes, de cuyo grupo fundacional formó parte Ricardo Bellveser, quien vive con intensidad el clima lírico del momento y publica la antología Un siglo de poesía en Valencia (1975).
El ensayo sugiere una polifonía que aglutina claves transversales. Entre ellas destaca la mediterraneidad, no como tópico localista, sino como rasgo que hace posible la aleación entre individuo, paisaje e impresión. La voz del poeta da la palabra también a un activista de una polémica que sonó con fuerza en los años noventa, la poesía de la diferencia, un frente estético manifiestamente crítico con la tendencia dominante, la llamada “Poesía de la experiencia”. Bellveser define aquella trinchera estética como “Un sentimiento literario heterodoxo y moral que anunciaba el fin de una estética dominante de poetas clónicos.”; en suma, una defensa del lugar propio, frente a actitudes y grupos de poder literario que contaban con el beneplácito mayoritario de los lectores y de las instituciones públicas.
La obra completa de Bellveser, entre 1977 y 1993, se integra en el volumen La memoria simétrica, editado por Huerga y Fierro, con prólogo de Pedro J. de la Peña. El libro abriría un cambio de ciclo, como se percibe en su antología más reciente El sueño de la funambulista (2018). El ensayista aborda el impacto de cada entrega, como tesela sumativa en el mosaico completo, desde el culturalismo de la ópera prima Cuerpo a cuerpo (1977); y evoca las pautas marcadas por los materiales recogidos en la celebrada antología La memoria simétrica (1993). Arranca con De profundis, casi en el cierre de siglo, un nuevo enfoque lírico, más turbador y vivencial, que prosigue en Julia en julio, obra donde resalta esa amalgama de vocación estética, emoción y memoria. Ya en 2002 aparece El agua del abedul, un hito en el trayecto por su estrato simbólico y su densa pulsión emocional.
La voz poemática establece sedentario refugio en la madurez. La conciencia verbal unifica temas perennes de la poesía universal: la textura erosiva de los sentimientos, la finitud temporalista del ser o el contacto del yo con el entorno natural y la otredad en la experiencia vital. Son estelas abiertas por Fragilidad de las heridas, Las cenizas del nido, Jardines, Primavera de la noche y la última entrega, hasta el momento, Estanterías vacías (2020).
La ubicación geográfica y vital del poeta hace que se analice con minuciosa cadencia el tejido cultural valenciano y sus activos básicos, con un prolijo conocimiento de proyectos, revistas y eventos culturales en activo; pero nos parece de mayor interés para el lector común el análisis de la cosmovisión que aporta una coherencia ética y estética a lo largo de su trayectoria. Al respecto, resultan clarificadores los diálogos con el poeta que clarifican el ambiente epocal, las estrategias de taller, los distintos relieves de la vocación literaria y los juicios y certezas que cimentan el perfil propio.
El volumen se completa con la bibliografía completa y el inventario crítico que ha originado, junto al material documental que conforman un selecto epistolario y un nutrido abanico de fotografías. Sirve de coda un epílogo de afectos en el que están, entre otros Guillermo Carnero, Jaime Siles, Rafael Soler y José María Álvarez.
El pájaro a la rama, un título que mantiene los ecos de Octavio Paz, define con plena nitidez la personal manera de entender el hecho literario de Ricardo Bellveser. Muestra una indagación en el tiempo, ordenada en un contexto histórico donde respira la diversidad de la poesía española en los últimos cuarenta años. Es también el homenaje de admiración y afecto de un poeta joven que se mira en el espejo de la madurez para hacer del conocimiento y la voluntad espacios habitables. Para que la poesía preserve el temblor del asombro, esa luz que jamás se repliega y que sigue alerta, también cuando no estamos.
La entrega El pájaro a la rama. Conciencia del tiempo y tiempo de la consciencia en la poesía de Ricardo Bellveser (1977-2020) integra, con atractiva disposición formal, que suma bibliografía, diálogos, galería de imágenes y un animoso inventario de afectos, una compacta visión diacrónica, que define el corpus total de Bellveser y completa un marco contextual donde nació.
Como recuerda María Zambrano en el paratexto: “El arte parece ser el empeño por descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia”. El cauce argumental recorre más de cuatro décadas de creación personal, enlazando el transitar histórico y la visión concreta del hablante biográfico. Nacido en Valencia en 1947 y con una amplia formación universitaria con licenciaturas en Periodismo, Ciencias de la Información y Filología Hispánica, el alba del poeta Ricardo Bellveser irrumpe en la generación del 70. Es una promoción definida por la pulsión culturalista y la reflexión metapoética, aunque fuera menos rupturista que lo supuesto por el gregarismo crítico. Interesa, eso sí, percibir este ideario estético en Valencia como una década renovadora, en la que aparece el quehacer editorial de Hontanar, las revistas literarias Múrice, Proís y la colección de cuadernos de poesía Lindes, de cuyo grupo fundacional formó parte Ricardo Bellveser, quien vive con intensidad el clima lírico del momento y publica la antología Un siglo de poesía en Valencia (1975).
El ensayo sugiere una polifonía que aglutina claves transversales. Entre ellas destaca la mediterraneidad, no como tópico localista, sino como rasgo que hace posible la aleación entre individuo, paisaje e impresión. La voz del poeta da la palabra también a un activista de una polémica que sonó con fuerza en los años noventa, la poesía de la diferencia, un frente estético manifiestamente crítico con la tendencia dominante, la llamada “Poesía de la experiencia”. Bellveser define aquella trinchera estética como “Un sentimiento literario heterodoxo y moral que anunciaba el fin de una estética dominante de poetas clónicos.”; en suma, una defensa del lugar propio, frente a actitudes y grupos de poder literario que contaban con el beneplácito mayoritario de los lectores y de las instituciones públicas.
La obra completa de Bellveser, entre 1977 y 1993, se integra en el volumen La memoria simétrica, editado por Huerga y Fierro, con prólogo de Pedro J. de la Peña. El libro abriría un cambio de ciclo, como se percibe en su antología más reciente El sueño de la funambulista (2018). El ensayista aborda el impacto de cada entrega, como tesela sumativa en el mosaico completo, desde el culturalismo de la ópera prima Cuerpo a cuerpo (1977); y evoca las pautas marcadas por los materiales recogidos en la celebrada antología La memoria simétrica (1993). Arranca con De profundis, casi en el cierre de siglo, un nuevo enfoque lírico, más turbador y vivencial, que prosigue en Julia en julio, obra donde resalta esa amalgama de vocación estética, emoción y memoria. Ya en 2002 aparece El agua del abedul, un hito en el trayecto por su estrato simbólico y su densa pulsión emocional.
La voz poemática establece sedentario refugio en la madurez. La conciencia verbal unifica temas perennes de la poesía universal: la textura erosiva de los sentimientos, la finitud temporalista del ser o el contacto del yo con el entorno natural y la otredad en la experiencia vital. Son estelas abiertas por Fragilidad de las heridas, Las cenizas del nido, Jardines, Primavera de la noche y la última entrega, hasta el momento, Estanterías vacías (2020).
La ubicación geográfica y vital del poeta hace que se analice con minuciosa cadencia el tejido cultural valenciano y sus activos básicos, con un prolijo conocimiento de proyectos, revistas y eventos culturales en activo; pero nos parece de mayor interés para el lector común el análisis de la cosmovisión que aporta una coherencia ética y estética a lo largo de su trayectoria. Al respecto, resultan clarificadores los diálogos con el poeta que clarifican el ambiente epocal, las estrategias de taller, los distintos relieves de la vocación literaria y los juicios y certezas que cimentan el perfil propio.
El volumen se completa con la bibliografía completa y el inventario crítico que ha originado, junto al material documental que conforman un selecto epistolario y un nutrido abanico de fotografías. Sirve de coda un epílogo de afectos en el que están, entre otros Guillermo Carnero, Jaime Siles, Rafael Soler y José María Álvarez.
El pájaro a la rama, un título que mantiene los ecos de Octavio Paz, define con plena nitidez la personal manera de entender el hecho literario de Ricardo Bellveser. Muestra una indagación en el tiempo, ordenada en un contexto histórico donde respira la diversidad de la poesía española en los últimos cuarenta años. Es también el homenaje de admiración y afecto de un poeta joven que se mira en el espejo de la madurez para hacer del conocimiento y la voluntad espacios habitables. Para que la poesía preserve el temblor del asombro, esa luz que jamás se repliega y que sigue alerta, también cuando no estamos.
JOSÉ LUIS MORANTE
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