Protocolo rebelde José Iván Suárez Prólogo de León Molina Versátiles Editorial Colección Avanti La Antilla, Huelva, 2020 |
PRIMEROS PASOS
José Iván Suárez, a la hora de abordar la escritura, deja como enganche
lector una nota previa en la que contextualiza el semblante plural del sujeto
poético. Se trata de dar voz a ese yo colectivo que tantea en el devenir
histórico y que ya es memoria ancestral, ese afán de buscar un lugar propio,
capaz de convertir el incesante nomadismo en raíz sedentaria. Esta etapa
auroral conforma los poemas del apartado
“Alumbramiento”. Sobre la transparencia del aire a campo abierto, el
quehacer laborioso de la cueva y esa lucha desigual de la supervivencia del
hombre a solas, que afila su destino frente a dioses lejanos y enigmáticos:
“Porque siempre fuimos uterinos y titánicos, / un embrión con mucha memoria. /
Vinimos al mundo para ser asombro y sobrevivir, / soñando desde el primer
aliento de vida”.
Las palabras recorren el largo despertar del ser social, sus labores y
días, esos enigmas del asombro de la luz, la convivencia, el agua transparente
y el sexo. El sujeto percibe un entorno complejo que muestra conexiones abiertas
y requiere una voluntad hecha destino y fortaleza. Esa sensación de amanecida perdura en el tramo central “Una fuente de
sangre”. En los poemas que conforman este largo relato existencial afloran
distintas experiencias de hondo significado; la escritura nace de la necesidad
de preservar los pasos ateridos de la memoria, los primeros pasos de un
caminante que acaso no sabe todavía donde tiene sus coordenadas la estación
final y hace de la incertidumbre conocimiento y experiencia. El entrelazado
vivencial está hecho de un sustrato diverso y conjetural: “…como vulgares motas
/ distraídas por los vientos, / somos tan chicos y vulnerables / tan pequeños y
sin defensa alguna, / minúsculos peatones que caminamos / hacia ninguna parte”.
Somos estelas de fragilidad y vacío, de soledad y ausencia. José Iván Suárez
describe con hermosa sequedad aforística la condición transitoria: ”Nacimos
porque se quebró la rama por el peso del pájaro”. También en la sección “Catarsis cuántica” prevalece
la caligrafía de incertidumbre y ensimismamiento de quien busca desentrañar el
misterio de lo real. La amanecida solicita en cada percepción esa mezcla de fe
y paciencia para asistir al liviano despertar de la luz en la que el yo se
reconoce como una voluntad superviviente, que cobija en alguna grieta la
esperanza. Así leemos en el poema XI: “Nunca derrotados ni compungidos / ni
conspicuos ni apocados / solo confluyentes, confiados solo / y convertidos,
solo raíces / en constante construcción”.
La sección homónima “Protocolo rebelde” cierra el libro con una larga
composición cuajada de imágenes, unidas por el afán de airear belleza en
materiales de apariencia herrumbrosa y gastada. En esa tarea, la conciencia en
vela multiplica percepciones y extravíos, se hace interrogación que borra
respuestas, o busca en el vacío la senda compartida del destino común, como
quien explora el trazado de una raíz subterránea e inadvertida que sostiene el
árbol.
Protocolo rebelde es el
rastreo de una memoria asentada en el tiempo. Poesía donde las palabras
traducen la larga marcha del persistir y la capacidad de resistencia frente a
las convulsiones del tiempo. En el encuentro con la palabra poética de José
Iván Suárez emergen también los enlaces entre el ser singular y el forjado
común que cobija la tribu; el nosotros donde lo social se hace sustancia para sembrar,
en el surco abierto de la intemperie, un hilo de esperanza.
JOSÉ LUIS MORANTE
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