sábado, 5 de febrero de 2022

CARLOS MORALES DEL COSO. IN NOMINE AUSCHWIT

In nomine Auschitz
Antología de la poesía del Holocausto
Carlos Morales del Coso
(Edición, selección y estudio introductorio)
Prólogos de Rafael Narbona y Fernando Navarro
Traducción VV.AA
Editorial Última Línea
Coedición de CITMA
(Centro de investigación sobre Totalitarismos y Movimientos Autoritarios)
Málaga, 2022 

MEMORIA DE LA SHOAH

 

   Entre el paso helado del invierno, llega In nomine Aschwitz, una propuesta literaria largamente esperada del poeta, traductor y editor Carlos Morales del Coso (Tarancón, Cuenca, 1959). Las vértebras de esta antología poética alzan intacta la memoria del Apocalipsis, auspiciado por el III Reich en la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. Como otras veces, inicio el quehacer crítico evocando al filósofo Theodor W. Adorno, brillante pensador de la Escuela de Fráncfort y ejemplar conciencia moral de la posguerra. Él formuló una pregunta de imposible respuesta sobre la experiencia del Holocausto, máxima degradación del poder totalitario: “¿Se puede escribir poesía después de Auschwitz?”. El desconcertante aserto cuestionaba de forma total la práctica estética y la propia existencia del género poético, tras el exterminio judío en los campos de concentración. La reflexión y su exigencia histórica anunciaban con esa concisa densidad semántica que, desde la subjetividad racional, solo es posible la máxima “Que Auschwitz no se repita”. Era la conclusión explícita con la que el filósofo reflejaba la esencia de la moral en el sujeto libre y su solidaridad con las víctimas. 
  Pero Adorno erró en todos los sentidos y su dictado solo fue una falsa falacia, de la que no tardaría en retractarse. No supo medir el profundo impacto de la  cicatriz. Adentrarse en la herida abierta del dolor da continuidad a la voz de los exterminados y rompe la idea del ser individual, hecho estancia cerrada e incapaz de concebir al otro en su latir autónomo, distinto y singular.
   Y esa es la visión nuclear e integradora de Carlos Morales del Coso al editar In nomine Auschwitz, un amplio estudio con una muestra epilogal de composiciones para que jamás se apague el impactante refrendo poético de  la Shoah. 
  Es sabido que la estructura fragmentaria de las citas niega cualquier ubicación gratuita. Están ahí porque siembran indicios, inician líneas de pensamiento y ofrecen, desde su laconismo, las posibles constantes del contenido. In nomine Auschwitz acoge entradas verbales de Sandro Pertini, Joan Margarit, Carlos de la Rica y San Mateo. con textos anudados en la percepción del dolor existencial y la búsqueda tenaz de equilibrio. El estimulante paratexto precede a una nota de gratitud del autor manchego que ubica en primer plano a Carlos de la Rica, sacerdote, creador, impulsor y surco abierto de la idea. En el lecho de muerte, el 11 de agosto de 1997, sugirió al continuador del empeño editorial El Toro de Barro la realización de esta singladura. El volumen moldea el trabajo de veinticinco años de esfuerzos e incertidumbres. La fuerza de seguir ha superado inconvenientes y cansancios gracias a la entrega de Jaime Vándor, superviviente del abrazo mortal del genocidio, profesor universitario e inagotable flujo de documentación. También a poetas, traductores, ensayistas y críticos, como Pilar Gómez Bedate, Víctor Toledo, Margalit Matiatiahu, Esther Bendahán, Gerardo Lewin, Jonio González o Andrada Tomescu, entre otros.
  La entrada de Fernando Navarro, historiador español del Holocausto, desde su perspectiva moral incide en recordar que en la ominosa distopía nazi la belleza es un grito, una posibilidad de utopía frente a la barbarie, por su efecto liberador y su poder balsámico. Una forma de resistencia ante la extrema deshumanización empeñada en convertir cada identidad en un cadáver viviente. Por su parte, Fernando Navarro García, presidente de CITMA, busca el sentido transcendente del lenguaje para abordar la palabra como un reflejo del alma; un muro firme alzado frente a la muerte, capaz de borrar la sensación de desvalimiento y fragilidad. Por tanto, las palabras, los poemas reunidos en estas hojas de la memoria, son antídoto y vida. Fuerza para seguir preservando a todos los ausentes de aquel tiempo lóbrego de “niebla y noche”. 
  En su intenso análisis “Negra leche del alba, te bebemos al atardecer”, Carlos Morales del Coso advierte de la niebla espesa que genera evocar en toda su magnitud la barbarie del genocidio. La descarnada envergadura sobrecoge y anula cualquier olvido. Aunque con una floración tardía, el impacto de la llamada “Solución final” ha multiplicado aproximaciones en la filmografía, la novela, el teatro, la autobiografía y otros planteamientos estéticos. La voz de la tragedia deja también señas de identidad en el espacio poético. Muchos poetas no pudieron sobrevivir a la catástrofe y consumieron su existencia en la ignominia de los campos de concentración. Otros no fueron capaces de superar  los estragos del encierro y sus voces se acallaron para siempre. Y otros  han dejado constancia de lo que sucedió y son parada obligatoria para restaurar la historia, exenta de correcciones interesadas y escamosos olvidos.
  El despliegue de nombres propios en cada parcela artística es abrumador. Ratifica el persistente quehacer investigador y las muchas jornadas de documentación, análisis y anotaciones complementarias. La antología de poemas permite proseguir la ruta de un eje argumental convertido en cuerpo y sereno escrutinio de enfoques. Para el antólogo, la gran erupción poética culmina en los años noventa, décadas después de que rompieran diques de silencio Nelly Sachs y Paul Celan. Son muchos los trayectos creativos compilados, lo que permite sugerir que, más que una única poesía del Holocausto con características comunes y uniformes, hallamos individualidades que ofrece el interior abierto del exterminio. Sobre estos pasos, el antólogo organiza tres apartados. En el primero integra a los poetas que no pudieron sobrevivir a la Catástrofe, bien porque no supieron interpretar el peligro real que el nazismo expandía sobre los judíos, o porque las contingencias biográficas propiciaron lecturas mínimas de la debacle. En este grupo se citan los nombres de Ilse Weber, Geltrud Kolmar, Miklós Radnóti, Jiri Olsen, David Vogel o Benjamin Fondane. Junto a ellos ha sobrevivido el precoz legado de poetas muy jóvenes, casi niños, que mostraron una sensibilidad adulta y una determinación única para forjar un premonitorio testimonio del drama de los campos de exterminio.
   El segundo grupo estaría formado por quienes lograron sobrevivir a la catástrofe. Tras la incredulidad terrible de seguir respirando y el lapidario silencio de la culpa, se fueron abriendo las heridas con espantosa violencia para reelaborar actitudes individuales y colectivas. En este registro nacen las obras de Leopold Henryk Staff, Anna Swirszczyuska, Geo Bogda, Charlotte Delbo, Joaquin Amat-Piniella o Chava Rasenfarb.
   La transcendencia del tenebrario nazi tuvo un fuerte impacto multigeneracional, de dimensiones espaciales incontroladas. Los juicios y procesos colectivos, la edición de experiencias autobiográficas y las confrontaciones ideológicas de la guerra fría generaron una incontenible gama de planteamientos poéticos. En ellos se integran creadores de distintos contextos idiomáticos, en los que sobresalen, a modo de síntesis, voces como Tonino Guerra, Salvatore Quasimodo, León Felipe Silvia Plath, Anne Sexton, Félix Grande, Jacqueline Goldberg, Antonella Anedda, Mauro Dobri, Meir Wieseltier, Juan Carlos Mestre, Isla Correyero, Víctor Gómez Valentinos o José Luis Torrego. Mis disculpas por resumir tanto el inventario de colaboradores. 
   Por tanto, como escribe con iluminada precisión Carlos Morales del Coso, negando para siempre el dictum de Adorno “No sólo no era inmoral perpetuar la creación poética después de Auschwitz. Para los supervivientes, era una necesidad ineludible de supervivencia como seres humanos”. Desde el magma poético de emoción y pensamiento se reconstruye el mapa de desapariciones y se ataja cualquier disolución entre la bruma. La ominosa cicatriz del horror, la locura nazi y el frío tenebroso de su tarea exterminadora tienen en los poemas de In nomine Auschwitz un paradigma de permanencia, un afán interpretativo, pleno de análisis histórico y biográfico que emite luz y dota de significado.
   Quedan en la magna tarea de Carlos Morales del Coso la voz y la palabra de una conciencia en pie. El vuelo estremecido de un resonar de gritos en el aire. Poesía que abriga,  deshilando el epitelio frágil del lenguaje para ser vértigo encendido, llama en medio de la gran oscuridad.
 
JOSÉ LUIS MORANTE  


 
 
 

1 comentario:

  1. Gracias, querido José Luis, por esta magnífica y responsable reseña, que no hace más que afianzar mis enormes ganar de leer In nomine Auschwitz cosa que espero hacer muy pronto.

    Un abrazo.

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