jueves, 23 de junio de 2022

ÁLVARO CAMPOS SUÁREZ. LA CERTEZA DEL COLOR

La certeza del color
Álvaro Campos Suárez
EDA Libros, Aforismos
Colección Seguro azar
Benalmádena, Málaga, 2022 

 

INTROSPECCIONES

 
   El discurso poético de Álvaro Campos Suárez (Málaga, 1981), formado hasta la fecha por las entregas TrENes (2013) y Buda en el Bolshói (2014), enciende una luz nueva con los aforismos de La certeza del color; se suma así al momento de plenitud de un formato meditativo que plasma su peculiar representación de lo real con los signos fragmentados del pensamiento y con destellos de una mirada subjetiva y lacónica, que indaga en las derivas aleatorias del contexto. Al cabo, como subraya la temprana cita de John Berger: “Para el ojo humano todo lo visible tiene un color”.
  Frente al mimetismo figurativo de la costumbre, la creación yuxtapone matices, explora hendiduras, propaga nuevos contornos, hace de la escritura una detonación que implosiona claves del taller creador. Álvaro Campos Suárez comienza su andadura concisa con el apartado “Cuaderno de artismos”. El sustantivo sorprende, es un neologismo creado por el autor para abordar las líneas de fuerza del verbo lírico como concepto teórico y plantear una epistemología de la palabra: “La poesía de la poesía es el misterio”, “La tarea del poeta versa más en crear sensaciones que historias”, “Todo libro es una forma de muerte”. El ejercicio introspectivo sobre el cauce poético se llena de valor cognitivo y configura los contornos renacidos de un género minoritario y contingente. Las anotaciones a pie de página conocen sus lindes, saben que “lo inmarcesible no puede ser rescatado” y que “pintar una mirada es cerrar un imposible”, pero desde esa pretensión de plasmar lo inefable la escritura encuentra su razón de ser y el escritor va completando el lento pentagrama de la voz propia.
  En la pretensión expresiva del decir breve se busca la definición de la esencia; así nacen los fragmentos acogidos en la segunda parte, titulada “Diccionartio básico de dudas”. Cada sustantivo escogido encuentra una datación nítida que confía en el hallazgo de nuevas expresiones lingüísticas. El autor articula voces de una escala alfabética que tienen como epicentro lo metaliterario. Las teselas que componen esta sección dan forma a secuencias y protagonistas del proceso creador. Veamos algunos fragmentos relevantes: “Aprendizaje. 1. M. Literatura. Tránsito entre el novel y el Nobel.”, “Diccionario. 1 m Alta costura. Cajón de sastre.”
   Es norma de cualquier libro de aforismos el encadenamiento de asuntos. El pensamiento da cauce a una labor singular a partir de un marco situacional que hace suyo aquel verso de Adrienne Rich: “Las palabras son mapas”. Y ese plano desplegado postula un largo viaje al espacio existencial integrado en las dudas e incertidumbres de “La vida indubitada”. La orografía interior está llena de pliegues: “El sentido de la vida es vivir”, “En el mundo de la duda solo existe la certeza”, “Respirar y suspirar. El oficio de la vida”, “Vivir la vida como los pájaros: puro vuelo”. En este entrelazado de reflexiones no falta el sentido crítico: “La vida moderna se simboliza en un grupo de Whatsapp: una repetida sucesión de banalidades”.
  El itinerario de asuntos fusiona entorno social e intelecto, un legado de percepciones que muestra los latidos maleables del discurrir. El recorrido del protagonista verbal se dirige hacia el otro, Es la mejor solución contra el solipsismo y reitera la necesidad de enlaces sentimentales como el amor. Pero también esta senda hacia el otro está marcada por parámetros contingentes. “En los textos de “Del amor a la mentira (y otros deportes de riesgo” se sondean los viajes sentimentales de ida y la vuelta, ese largo paréntesis de andenes habitables y papeles aleatorios. Es preciso descubrir motivaciones y sentidos: “En el amor, como en las grandes lecciones, no somos más que escolares vitalicios”, “Ningún sentimiento es fiel si se razona”. Pero ninguna valoración personal es ajustada, todo adquiere la apariencia mudable de lo imprevisto.
   Paso a paso, los breves van creando un simulacro de suelo firme, una mansa convivencia entre verdades y mentiras que se explora de nuevo con pupila crítica en el apartado de clausura “Guía de últimas verdades”, donde se utiliza la estructura textual de los aforismos de definición.
   Álvaro Campos Suárez clausura la entrega con un excelente metaforismo: “Todo aforismo es un cauce; toda certeza, un río”. El aserto recuerda los signos más palpables del pensamiento lacónico, siempre pleno de paradojas y contraluces: el tacto de la verdad es solo un epitelio que va mudando de color en el tiempo. Lo que permanece intacto es una obra aforística salpicada de originalidad, con singular acuñación y palpable conocimiento del género. La certeza del color es una suma de secuencias reflexivas que acercan y revisan los zarandeos de la inteligencia, esa araña con patas de oro que duerme al sol.


JOSÉ LUIS MORANTE



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