Joan Manuel Serrat Fotografía de La Vanguardia |
COHERENCIA
Hoy, 27 de diciembre de 2022, sólo unos días después de que el
cantautor, compositor, actor, escritor, poeta y músico pusiera punto final a su
trayectoria artística, es el cumpleaños de
Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943). Se va con una clamorosa
celebración multitudinaria en todos los lugares del mundo, con reconocimientos, aplausos y con solemnes galardones como la Gran Cruz Civil de Alfonso X
el Sabio por su contribución al legado cultural y artístico del español.
Solo la grasa sucia y censora del independentismo radical y los vendedores de catecismos excluyentes de la periferia independentista, junto a la infantería okupa de cualquier palacio de invierno, quiso borrar el legado de coherencia de un hombre libre que no apoya la disgregación territorial y cuestiona la virulencia sediciosa de sus métodos.
Esa actitud ha convertido al cantautor en isla donde arrojar detritus verbales de los que se sienten iluminados en la misión de ser solos, únicos, superiores… Pero Serrat es la mejor expresión de Cataluña, de sus valores más perdurables. Personifica una biografía comprometida con la izquierda y con la defensa de las libertades y valores que aguantarán la estupidez y saldrán reforzados ante los ojos de muchos ciudadanos que ven en su conducta la fuerza de quien no asiente al discurso del odio y la calle.
Serrat ha hecho de la canción un género literario en el umbral de la poesía. Bebe de muchas fuentes: Benedetti, Antonio Machado, Joan Salvat-Papasseit, León Felipe… Sus canciones cuentan historias con gran fuerza emocional. Algunas como Mediterráneo son himnos colectivos, repletos de verdad y belleza, que dejan la sensación de que expresan los latidos de un corazón plural, que define un tiempo histórico. Además ha popularizado la obra de poetas esenciales como vértices referenciales de la cultura catalana contemporánea y de la cultura española. Mientras, diputados analfabetos se apropian de las esencias patrias con modos de tahúres del oeste y antisistemas del frenadol, reconvertidos en funcionarios balbucean, laberintos del catastrofismo y derechos volátiles.
Vuelvo a mis discos de vinilo para recuperar algunos que marcaron mi amor a las palabras. Acaricio fundas de Paco Ibáñez, Labordeta, Aute, Pablo Guerrero y reencuentro los discos de Serrat, aquellos que dejaron en sus surcos un acento propio, la letra y música de la coherencia, el lenguaje sonoro que alumbra la belleza. Gracias, Serrat, tras esta jubilación por voluntad propia dejas en todos una deuda maravillosa. Feliz cumpleaños.
Solo la grasa sucia y censora del independentismo radical y los vendedores de catecismos excluyentes de la periferia independentista, junto a la infantería okupa de cualquier palacio de invierno, quiso borrar el legado de coherencia de un hombre libre que no apoya la disgregación territorial y cuestiona la virulencia sediciosa de sus métodos.
Esa actitud ha convertido al cantautor en isla donde arrojar detritus verbales de los que se sienten iluminados en la misión de ser solos, únicos, superiores… Pero Serrat es la mejor expresión de Cataluña, de sus valores más perdurables. Personifica una biografía comprometida con la izquierda y con la defensa de las libertades y valores que aguantarán la estupidez y saldrán reforzados ante los ojos de muchos ciudadanos que ven en su conducta la fuerza de quien no asiente al discurso del odio y la calle.
Serrat ha hecho de la canción un género literario en el umbral de la poesía. Bebe de muchas fuentes: Benedetti, Antonio Machado, Joan Salvat-Papasseit, León Felipe… Sus canciones cuentan historias con gran fuerza emocional. Algunas como Mediterráneo son himnos colectivos, repletos de verdad y belleza, que dejan la sensación de que expresan los latidos de un corazón plural, que define un tiempo histórico. Además ha popularizado la obra de poetas esenciales como vértices referenciales de la cultura catalana contemporánea y de la cultura española. Mientras, diputados analfabetos se apropian de las esencias patrias con modos de tahúres del oeste y antisistemas del frenadol, reconvertidos en funcionarios balbucean, laberintos del catastrofismo y derechos volátiles.
Vuelvo a mis discos de vinilo para recuperar algunos que marcaron mi amor a las palabras. Acaricio fundas de Paco Ibáñez, Labordeta, Aute, Pablo Guerrero y reencuentro los discos de Serrat, aquellos que dejaron en sus surcos un acento propio, la letra y música de la coherencia, el lenguaje sonoro que alumbra la belleza. Gracias, Serrat, tras esta jubilación por voluntad propia dejas en todos una deuda maravillosa. Feliz cumpleaños.
JOSÉ LUIS MORANTE
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