jueves, 22 de diciembre de 2022

EMILIO LÓPEZ MEDINA. EL MUNDO QUE SE ABRE

El mundo que se abre
99 aforismos filosóficos
Emilio López Medina
Prólogo de José Luis Trullo
Apeadero de Aforistas / Cypress Cultura
Sevilla, 2022

 

IRISACIONES

 

   Las paradojas del espacio cultural provocan estupefacción y asombro. En el cierre de año, la RAE acaba de incorporar al diccionario de la lengua la palabra aforista, un gesto de exasperante flojera mental y de notable desatino humanista, ya que al repasar las incorporaciones de los últimos años, se percibe un cúmulo de nadería marcado por la actualidad y la contingencia política del momento, así que la definición  del pensador aforístico llega en el mismo vagón léxico que palabras con pasmo como “rular”, “micromachismo”, “portuñol” o “gusa”. En fin, ya sabíamos que Emilio López Medina (Jódar, 1949) es aforista de techumbre alta y trayecto continuo, como ratifican sus numerosas entregas y el compromiso sostenido con el decir breve que va dejando rastros en las mejores compilaciones y antologías nacionales.
 La publicación El mundo que se abre  refrenda el carácter meditativo de sus breves con el subtítulo 99 aforismos sobre filosofía que impone activos criterios de pensamiento de estas teselas. Así se entenderá, sin ningún reparo, el material indagatorio que aporta una introducción de José Luis Trullo, también practicante del decir hiperbreve, editor y persistente estudioso del territorio conceptual lacónico.
   El texto de José Luis Trullo muestra la singularidad del autor y de una obra fragmentaria en continuo crecimiento: la meditada arquitectura expresiva y la sensación de que las piezas verbales recuerdan microensayos; son destellos empeñados en comprenden la realidad desde la intuición como principio germinal, aunque ese agujero iluminado requiera después un intervalo, para reajustar y pulir, para lograr una atinada vertebración estructural a la luz del día.
   Con una dimensión vital de la escritura que descree de géneros aislados y apuesta por la hibridez de espacios expresivos despoblados de límites, sin moldes de confinamiento, Emilio López Medina da la mano en El mundo que se abre a la razón como centro de gravedad y filtro de la crecida sensorial. Toca superar la fugacidad instantánea de las circunstancias y convertir el aforismo en espacio de encuentro entre la Filosofía y el Arte. La cosmovisión concisa del escritor adquiere un carácter introspectivo. Cristaliza un entorno, donde lo complejo es simple, y sondea relaciones con la propia existencia, impulsado por el quehacer lector de magisterios como Nietzsche y otros ángulos relevantes del devenir racional como Hegel, Fichte o Wittgenstein.
   Los intereses del filósofo transitan de continuo, cambian de itinerario para volcarse en la dinámica interna del aforismo y en la línea de sombras de su codificación; recuerda que la filosofía es una reflexión para resolver incógnitas de lejanía y concede a los elementos de la realidad un carácter simbólico y de apertura, más allá de las apariencias. La levedad de vuelo del aforismo es exploratoria, recorre las grandes cuestiones del transitar en el tiempo para asentarse más allá de la incertidumbre. Personifica al sujeto encerrado en su mundo y sumido en un interminable proceso de digestión mental: “Un aforismo no es solo un pensamiento más o menos agudo que te asalta, el aforismo es también toda una cosmovisión que te asalta en forma de aforismo. Y es que el hombre es una consciencia, una caja de resonancia del mundo y de la vida”.
   El mundo que se abre mantiene un evidente sentido orgánico en el que la filosofía aparece como ciencia de madurez y sosiego. No se trata de alumbrar dogmas ni de aceptar convenciones, sino de captar los matices cambiantes del pensar en el discurrir de lo cotidiano. La realidad es poliédrica y hay que recorrerla con el paso silente del conocer sus maneras y formas, su condición de paisaje abierto. Por eso, el cuerpo deshuesado del aforismo es también autodiagnóstico, una conciencia que no encuentra el punto final y  deja el rastro de claridad de unas gotas de agua mientras talla la roca.
 
 
  
JOSÉ LUIS MORANTE


 
 

 

1 comentario:

  1. Aprovecho esta reseña para felicitar las navidades a todos los que hacen del aforismo un lugar de encuentro, un lugar cálido donde se dan la mano filosofía y escritura breve. Seguimos con ánimo fuerte.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.