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viernes, 3 de septiembre de 2021

LUIS CERNUDA. OCNOS. VARIACIONES SOBRE TEMA MEXICANO.

 

Ocnos.
Variaciones sobre tema mexicano

Luis Cernuda
Edición de Jenaro Talens
Cátedra, Letras Hispánicas
Madrid, 2020


LA PROSA POÉTICA DE LUIS CERNUDA

  

  En el fértil intervalo de la Edad de Plata que cobija las tres primeras décadas del siglo XX se produce una provechosa convivencia dialéctica entre experimentalismo y humanización. Está presente en todas las trayectorias del 27, promoción nucleada en torno al homenaje a Luis de Góngora. Los jóvenes poetas de los años veinte pugnan por dar solidez a un legado personal que, poco a poco, abandona el afán vanguardista para adentrarse en una rehumanización centrada en la existencia que da continuidad a la tradición.
  A comienzos de los años treinta, superados los códigos vanguardistas, se evidencia una recuperación del cauce popular y de canales expresivos que propician un mayor enfoque comunicativo y un registro más depurado. Desde este paisaje creador puede analizarse la obra de Luis Cernuda, compilada antes del exilio en el libro de libros La realidad y el deseo (1936) donde se recoge por primera vez su autobiografía poética. La producción cernudiana delinea una evolución en la que aprecian distintos momentos y mutaciones. El sesgo clasicista de amanecida se acerca sin tregua al enfoque irracional y repleto de imágenes oníricas del surrealismo; las etapas posteriores están marcadas por un cultivo de la mitología pagana que encuentra renovación en el quehacer garcilasista. Son fases secuenciadas que protagonizan un brusco giro por la tragedia de la guerra civil y por la pérdida del lugar propio que supone el exilio. A partir de ese momento la poesía estará signada por el destierro, el tono nostálgico y la reflexión sobre la pérdida.
   El quehacer analítico del poeta, profesor yensayista Jenaro Talens comienza con una tesis doctoral iniciada en 1968 que se fue completando hasta 1973. El trabajo profundiza en el fluir discursivo y la estructura interior  de dos salidas singulares, Ocnos, que amanece en 1942 y es punto de partida de la prosa poética del sevillano, y Variaciones sobre tema mexicano (1952). Entre ambos andenes el decurso existencial de Luis Cernuda vive con desoladora intensidad acontecimientos de fuerte impacto. La madurez del hombre aglutina secuencias cruciales que buscarán acomodo en la caligrafía creadora.
   Jenaro Talens aborda los textos de Ocnos como un intento de recuperación de un patrimonio personal orillado en la memoria. El poeta desanda el tiempo. Retorna al etéreo espacio de la amanecida infantil para abrazar vivencias capaces de dar sentido y luz al páramo desolado del presente. Para ello crea un personaje, El Poeta, capaz de expandir la limitada biografía individual, que concibe la infancia como una costa abierta a la idealización: “Desde niño, tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado la eternidad. Todo contribuía alrededor mío, durante mis primeros años, a mantener en mí la ilusión y la creencia de lo permanente: la casa familiar inmutable, los accidentes domésticos de mi vida. Si algo cambiaba era para volver más tarde a lo acostumbrado, sucediéndose todo como las estaciones en el ciclo del año, y tras la diversidad aparente siempre traslucía la diversidad íntima”. Tal concepción de la infancia propicia en la madurez la asunción de un paraíso perdido.
  También la idealización y la arquitectura onírica de lo ideal es parte primordial de la sensibilidad creadora que se presenta en Variaciones sobre tema mexicano, cuya primera edición ve la luz en Porrúa y Obregón, México D. F., en 1952. Los textos se van sucediendo tras conocer el poeta durante unas vacaciones universitarias, las tierras de México. Aquella luminosa geografía impacta los sentidos, se contrapone al aire gris y crepuscular de las horas inglesas. Unifica de nuevo los enlaces entre mundo exterior y geografía íntima de la memoria, como si el paisaje andaluz se hubiese duplicado y diese lugar a una fuerte sensación de renacimiento que impulsa la voz enunciativa. Lo expresa Jenaro Talens: “Variaciones es el resultado de hacer concreto y tangible el mundo utópico de Ocnos que, si allí, por el tamiz del tiempo y la inconcreción espacial, resultaba atractivo y creíble, aquí fracasa porque las coordenadas de la utopía y del mundo real no coinciden”.
   Es inevitable rescatar la cuestión del formato expresivo de ambos libros y analizar el rol que el poema en prosa desempeña en el corpus integrado en La realidad y el deseo. Luis Cernuda elige esta opción narrativa para liberarse de la cadencia del verso libre y de la versificación mecánica. También para fortalecer una evidente función discursiva que aglutina pensamientos y sensaciones sin perder su invisible textura métrica.
  Las diferentes ediciones de Ocnos han modificado el texto original profundamente, esta edición de Jenaro Talens toma como base la realizada en 1942 por The Dolphin en Hertford, Inglaterra. Incluye por tanto el texto “Escrito en el agua”, suprimido en las ediciones siguientes, la segunda realizada en Madrid por Ínsula en 1949 y la tercera y definitiva, que llega en México por el impulso de la Universidad Veracruzana en 1963 y fue preparada por Luis Cernuda en el verano de ese mismo año, cuando regresa al país contratado para el curso siguiente por la Universidad de Souther de California. El fallecimiento del poeta el 5 de noviembre en casa de Concha Méndez, viuda de Manuel Altolaguirre, deja en imprenta esa edición de Ocnos que servirá de coordenada referencial a las posteriores.
  La andadura en prosa de ambos títulos nos deja la sensación de ser una meditación complementaria sobre el tiempo. Los textos reflexionan sobre la memoria y la fugacidad de lo vivido; el vibrar del recuerdo y la intimidad del sujeto. Se evocan las más ocultas sensaciones que resuenan enigmáticas y desoladas en el discurrir. Ponen a resguardo lo vivido en un nimbo trémulo, envuelto en la niebla de la idealización. Los escritos hacen de la existencia una memoria insistente, un canto personal y cálido que lucha contra el tiempo.
 
JOSÉ LUIS MORANTE   
 
 

sábado, 24 de octubre de 2020

LUIS CERNUDA. OCNOS / VARIACIONES SOBRE TEMA MEXICANO

Ocnos / Variaciones sobre tema mexicano
LUIS CERNUDA
edición de Jenaro Talens
Cátedra, Letras Hispánicas
Madrid, 2020

LA PROSA POÉTICA DE LUIS CERNUDA

 

  En el fértil intervalo de la Edad de Plata que cobija las tres primeras décadas del siglo XX se produce una provechosa convivencia dialéctica entre experimentalismo y humanización. Está presente en todas las trayectorias del 27, promoción nucleada en torno al homenaje a Luis de Góngora. Los jóvenes poetas de los años veinte pugnan por dar solidez a un legado personal que, poco a poco, abandona el afán vanguardista para adentrarse en una rehumanización centrada en la existencia que da continuidad a la tradición.
  A comienzos de los años treinta, superados los códigos vanguardistas, se evidencia una recuperación del cauce popular y de canales expresivos que propician un mayor enfoque comunicativo y un registro más depurado. Desde este paisaje creador puede analizarse la obra de Luis Cernuda, compilada antes del exilio en el libro de libros La realidad y el deseo (1936) donde se recoge por primera vez su autobiografía poética. La producción cernudiana delinea una evolución en la que aprecian distintos momentos y mutaciones. El sesgo clasicista de amanecida se acerca sin tregua al enfoque irracional y repleto de imágenes oníricas del surrealismo; las etapas posteriores están marcadas por un cultivo de la mitología pagana que encuentra renovación en el quehacer garcilasista. Son fases secuenciadas que protagonizan un brusco giro por la tragedia de la guerra civil y por la pérdida del lugar propio que supone el exilio. A partir de ese momento la poesía estará signada por el destierro, el tono nostálgico y la reflexión sobre la pérdida.
  El quehacer analítico del poeta, profesor yensayista Jenaro Talens comienza con una tesis doctoral iniciada en 1968 que se fue completando hasta 1973. El trabajo profundiza en el fluir discursivo y la estructura interior  de dos salidas singulares, Ocnos, que amanece en 1942 y es punto de partida de la prosa poética del sevillano, y Variaciones sobre tema mexicano (1952). Entre ambos andenes el decurso existencial de Luis Cernuda vive con desoladora intensidad acontecimientos de fuerte impacto. La madurez del hombre aglutina secuencias cruciales que buscarán acomodo en la caligrafía creadora.   Jenaro Talens aborda los textos de Ocnos como un intento de recuperación de un patrimonio personal orillado en la memoria. El poeta desanda el tiempo. Retorna al etéreo espacio de la amanecida infantil para abrazar vivencias capaces de dar sentido y luz al páramo desolado del presente. Para ello crea un personaje, El Poeta, capaz de expandir la limitada biografía individual, que concibe la infancia como una costa abierta a la idealización: “Desde niño, tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado la eternidad. Todo contribuía alrededor mío, durante mis primeros años, a mantener en mí la ilusión y la creencia de lo permanente: la casa familiar inmutable, los accidentes domésticos de mi vida. Si algo cambiaba era para volver más tarde a lo acostumbrado, sucediéndose todo como las estaciones en el ciclo del año, y tras la diversidad aparente siempre traslucía la diversidad íntima”.
 Tal concepción de la infancia propicia en la madurez la asunción de un paraíso perdido. También la idealización y la arquitectura onírica de lo ideal es parte primordial de la sensibilidad creadora que se presenta en Variaciones sobre tema mexicano, cuya primera edición ve la luz en Porrúa y Obregón, México D. F., en 1952. Los textos se van sucediendo tras conocer el poeta durante unas vacaciones universitarias, las tierras de México. Aquella luminosa geografía impacta los sentidos, se contrapone al aire gris y crepuscular de las horas inglesas. Unifica de nuevo los enlaces entre mundo exterior y geografía íntima de la memoria, como si el paisaje andaluz se hubiese duplicado y diese lugar a una fuerte sensación de renacimiento que impulsa la voz enunciativa. Lo expresa Jenaro Talens: “Variaciones es el resultado de hacer concreto y tangible el mundo utópico de Ocnos que, si allí, por el tamiz del tiempo y la inconcreción espacial, resultaba atractivo y creíble, aquí fracasa porque las coordenadas de la utopía y del mundo real no coinciden”.
   Es inevitable rescatar la cuestión del formato expresivo de ambos libros y analizar el rol que el poema en prosa desempeña en el corpus integrado en La realidad y el deseo. Luis Cernuda elige esta opción narrativa para liberarse de la cadencia del verso libre y de la versificación mecánica. También para fortalecer una evidente función discursiva que aglutina pensamientos y sensaciones sin perder su invisible textura métrica.  Las diferentes ediciones de Ocnos han modificado el texto original profundamente, esta edición de Jenaro Talens toma como base la realizada en 1942 por The Dolphin en Hertford, Inglaterra. Incluye por tanto el texto “Escrito en el agua”, suprimido en las ediciones siguientes, la segunda realizada en Madrid por Ínsula en 1949 y la tercera y definitiva, que llega en México por el impulso de la Universidad Veracruzana en 1963 y fue preparada por Luis Cernuda en el verano de ese mismo año, cuando regresa al país contratado para el curso siguiente por la Universidad de Souther de California. El fallecimiento del poeta el 5 de noviembre en casa de Concha Méndez, viuda de Manuel Altolaguirre, deja en imprenta esa edición de Ocnos que servirá de coordenada referencial a las posteriores. La andadura en prosa de ambos títulos nos deja la sensación de ser una meditación complementaria sobre el tiempo. Los textos reflexionan sobre la memoria y la fugacidad de lo vivido; el vibrar del recuerdo y la intimidad del sujeto. Se evocan las más ocultas sensaciones que resuenan enigmáticas y desoladas en el discurrir. Ponen a resguardo lo vivido en un nimbo trémulo, envuelto en la niebla de la idealización. Los escritos hacen de la existencia una memoria insistente, un canto personal y cálido que lucha contra el tiempo.
 
JOSÉ LUIS MORANTE   
 
 


sábado, 8 de febrero de 2020

LA HORA SIN VOZ

Último viaje
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

LA HORA SIN VOZ

cerrando a mi quietud siempre el camino

LUIS CERNUDA

   Cuando sumaba la tarde las primeras sombras, tras muchas caídas y mínima energía para alzarse de nuevo, había llegado al final del camino Atrás quedó el cansancio que fuese permanente compañía. Con una extraña sensación de libertad respiró hondo. Pero el aire no llegó a los pulmones. Supo entonces que había otro itinerario pendiente mientras comenzaba a diluirse dentro de una grieta invisible. Alguien apagó la luz.

(De Cuentos diminutos)  




lunes, 25 de noviembre de 2019

DANIEL ZAZO. LA PERIFERIA DEL DESEO

La periferia del deseo
Daniel Zazo
Editorial Páramo
Valladolid, 2019


LA HOGUERA Y LA CENIZA


   La poesía abulense más joven, llamada a renovar el poso generacional de escritores imprescindibles como José Jiménez Lozano, Jacinto Herrero Esteban o Gaspar Moisés Gómez,  se concreta en unos cuantos nombres entre los que sobresale Daniel Zazo (Ávila, 1985), cuya entrega de presentación Que ardan los fuegos amaneció en  2017.  Poeta, miembro del Consejo de redacción de la revista El Cobaya y profesor en ejercicio, Zazo compilaba en esa carta de presentación textos de casi una década de escritura que tenían como núcleo temático el fuego. El elemento matérico  aglutina germinación y encuentro, formas abiertas y sensaciones de intensidad o carencia en un libro de amanecida, donde resaltaba el carácter orgánico y unitario.
   Su segunda entrega, La periferia del deseo recuerda en su título, y lo refrenda la nota de contraportada, al poeta sevillano Luis Cernuda, quien hizo del concepto un espacio de espera confrontado con la realidad. La sombría existencia anula la dicha y hace del ideal una imagen desangelada de contornos borrosos. La cita de entrada clarifica la condición del sustantivo con unos versos del poeta y cantautor Luis Eduardo Aute: “Deseo es el surco que deja una estrella, / deseo es espejo, deseo es enigma, / deseo es el beso de signos contrarios”.
    Daniel Zazo, ante un paso argumental tan proclive al enfoque emotivo, ubica su discurrir poético en la media distancia y añade a la experiencia personal un amplio sustrato culturalista para trazar las coordenadas situacionales: “Es en los límites donde el deseo se origina, / donde se encuentra su unívoca razón de ser. / Atrás dejó páramos y jaulas de nieve, / la enigmática frialdad de las estatuas / que habitan las desiertas plazas de De Chirico / y las miradas ausentes, casi huidizas / de los desnudos sonámbulos de Delvaux…” Pero muda de perspectivas para abordar un enfoque apelativo frente al yo desdoblado que muestre la razón de la escritura: el poema es un espacio atemporal; abre su territorio a una extensa reflexión sobre imágenes y conceptos, sobre esos hilos de azar que convierten cada estar en la acera diaria en un carro de heno, una carga de vivencias  que deja contemplar al paso cómo el deseo muda con el tiempo, se hace desolación y ruinas.
  También la pintura, tras los pinceles de Bernini, corrobora la condición temporal de la carne y su rastro de nieve. Eso no anula la atracción de la belleza y su fuerza para despertar el tacto del delirio corporal convocado por el fogoso resplandor de la hoguera. Poco a poco el poemario va gestando una erótica cuajada de imágenes, desde ese afán implosivo y germinal de quien siente la llama hasta la atmósfera onírica de la representación pictórica, los poemas van estableciendo equivalencias. Así se fortalece un cuerpo verbal –terremoto, temblor, delirio… - de resplandor y estrépito que halla en la caligrafía del poema su razón de ser.
  En ese fluir de sensaciones, las palabras se convierten en refugio donde habita la claridad del amor. Cada lugar o cada paisaje escenifica una ´´intima representación de los cuerpos”. De igual forma que esas miradas plásticas que interpelan desde el muro de los museos, porque contienen una expresión del tiempo detenido, el cauce lírico propicia un nuevo principio en el que se definen las señales inequívocas del amor para colonizar con su fuego un extenso perímetro en el que se define la suprema identidad del deseo: “Eres todo aquello que arde y jamás se consume”. Daniel Zazo, como esas ondas que ponen relieves expandidos sobre la quietud del agua, hilvana un libro cuajado de estrategias discursivas, que aglutina un amplio campo de definiciones en las que también se evoca la cálida experiencia personal en torno a la consunción del deseo. Con él relaciona palabra y respuestas reflexivas a ese punto ciego que anula la razón, pero también a esa pulsión que aspira a poner calor en la frialdad de las estatuas, a caminar por el vértigo para que la rutina encuentre la luz que sobrevuela en la fugacidad de las cosas, que hace del ideal una razón de vida.




sábado, 29 de diciembre de 2018

JULIA BELLIDO. LAS VOCES DEL MIRLO

las voces del mirlo
Julia Bellido
Editorial Eenacimiento
Sevilla, 2018


SIN ALZAR LA VOZ


  Cuando leo poesía de interiores, esa perspectiva que busca dentro del sujeto verbal los posos de luz y deambula por los laberintos sentimentales del yo, pienso en unas líneas básicas del ideario estético formulado por José Manuel Caballero Bonald, tras recibir el Premio Cervantes: “El acto de escribir supone para mí un trabajo de aproximación crítica al conocimiento de la realidad y también una forma de resistencia frente al medio que me condiciona”. Es una afirmación que parece definir esa literatura centrada en el sujeto que pone sobre la mesa, con fecundidad imaginativa, Las voces del mirlo, segunda entrega de Julia Bellido (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1969). La poeta y antóloga dejó su carta de presentación Mujer bajo la lluvia en 2013, aunque sus poemas más tempranos aparecieron en el cuaderno La decisión de Penélope en 2009.
  Los vínculos del título con Luis Cernuda se aclaran de inmediato en la cita prologal, un párrafo extraído de Ocnos, aunque para quien esto escribe el título también guarda sitio al recuerdo intacto del gran poeta elegíaco contemporáneo Eloy Sánchez Rosillo, cuya poesía siempre muestra una profunda sensibilidad en la contemplación.    
   Esta compilación integra casi cuarenta poemas breves distribuidos en un discurrir orgánico dictado por el ciclo estacional. Está exenta de cualquier quiebro argumental en pos de un sentido pactado y unitario en el que la temporalidad funciona como escenario central y cambiante: “Poco a poco sucede: / yo regreso al comienzo, antes del mundo / y estalla la palabra / con que sorprendo al día”. El discurrir ontológico vislumbra la claridad estival como un espacio de plenitud y cosecha. El verso rescata el callado misterio del crecimiento, como si el orden íntimo del yo fuese un espacio donde cumple la posibilidad. Las palabras expresan ese testimonio sensorial que ahonda en la percepción de los elementos más cercanos; configuran un ámbito donde el ser individual se siente dentro de las cosas.  
   Sinónimo de ensimismamiento y refugio es el periodo otoñal, cuando la fronda renueva su plástica, “con un barniz dorado y transparente", en pos de ese prodigio de desnudez y escucha que exilia el canto de los pájaros. Las palabras callan: “Hoy quiero detenerme / en el silencio amable de las cosas, / escucharlas, sabiendo de antemano, / que tendrá que callar tanta belleza / para no despertarlas.    Para no despertarme”. Tras el lento dictado del otoño, el ciclo pasajero continúa su tránsito y acoge en su rutina el andar espacioso del invierno. Noche y frío. El cristal empañado, como si necesitase limitar la tibieza de estar dentro, observando a lo lejos la desplegada interrogación del horizonte. Solo la lluvia dócil teclea en los tejados, se hace compañera en el largo estar de la vigilia, es humilde cadencia que abrazara el silencio.
   Ninguna estación contiene en su voz el don celebratorio de la primavera. de su renacida belleza se surten los poemas finales donde la presencia de la luz se impone limpia y transparente frente a cualquier contraluz crepuscular: “Todo florece y fructifica / delante de mis ojos. / Todo es fecundidad. / Todo es preludio”.
  La autora cumple de continuo las convenciones métricas en los diversos registros: memoria personal, impresiones al paso, los claroscuros del tiempo, el acercamiento a la naturaleza y las preocupaciones por ese áspero cansancio de los días al paso… Una nutrida reflexión que constata madurez expresiva y hace de su voz un eco vivencial, un diálogo fresco y meditativo, un rumor de palabras acodado en la baranda del tiempo, con el estar tranquilo de quien hace del canto una caricia. El gesto celebratorio de quien no necesita alzar la voz. 


 

domingo, 24 de febrero de 2013

DETALLES.

                                            (Fotografía de Hilario Barrero)

Ella.

Apacible y real,
o cada noche
una obsesión intrusa,
un trapecista
encaramado al sueño más lejano.
Cierzo sobre las horas,
frágil tacto de oro
que acaricia los cuerpos estivales,
posesión ilusoria,
laberinto;
sorpresa entre los restos
del último naufragio,
o compleja ecuación
que resuelve una suma
reiterativa,
extraña, irresoluble,
en la que el todo siempre
es mayor que la suma de las partes.

     (De Causas y efectos, Sevilla, 1997
      Premio de Poesía Luis Cernuda)