martes, 1 de octubre de 2013

LEÓN MOLINA. LLEGAR.

Llegar
León Molina
La Siesta del Lobo
Albacete, 2010
 

LEJOS 

   Publicado en 2010, Llegar es la cuarta entrega lírica del cubano León Molina (San José de las Lajas, Habana, 1959), afincado en España desde hace décadas y autor del corpus de poesía Señales en los Puentes, Breviario variable y El son acordado. El que aquí comentamos, Llegar es un conjunto poemático de aceptación y afinidad con un enclave reconocible por algunos topónimos y por la explícita nota de contracubierta que asocia la palabra con un canto de celebración a los paisajes de Nerpio, municipio albaceteño en la zona más meriodional de la provincia. Allí, en la pedanía de Yetas Nerpio, el sujeto biográfico suele refugiarse a menudo para disfrutar de un beatus ille horaciano, en contacto con la naturaleza serrana, en abierta armonía con un horizonte incontaminado que preserva intacto su limpio trato con formas de vida rural.
  El entorno comparte con quien se acerca a sus dones un vitalismo renovado presente en las estribaciones del terreno y en el puzzle natural de su geografía hecha con piedras moldeadas por el tiempo, líquenes, pájaros, matorrales y arroyos. Son interlocutores que hablan de tránsito a través de un diálogo abierto e invitan a la contemplación meditada y al recuento de indicios que habrán de preservarse en el recuerdo.
  El lugar no se percibe desde la objetivadora asepsia del observador directo sino con un ánimo implicado. El yo poemático deja hablar a la emoción inesperada con el verbo conciso de un apunte descriptivo o de una evocación.Son líneas claras, acuarelas verbales que adelgazan la expresión en el cierre de cada apartado con un manojo de textos próximos al aforismo, una seña de identidad que León Molina cultiva con destreza en los hilos digitales de internet.
  El tiempo personal se entrelaza al ser colectivo; el paisaje es también memoria de una ausencia en la que un día cumplieron andadura otras voces. Tras la derrota del vivir, ahora regresan para solapar presente y pretériro en un mismo espacio: una hendidura del terreno, las galerías exhaustas de una vieja mina, o el cortijo de muros semiderruidos son ecos de latidos que ahora habitan lejos, en la fragmentada memoria de quien los imagina.
   La voz poemática de Llegar revisa con serena aceptación el cúmulo de experiencias que enriqueció la andadura existencial. Testimonial y reflexiva, la palabra de León Molina medita el alcance de lo transitorio; saca a la luz el sustrato emocional que hace de la naturaleza una senda nutricia para regresar hacia el yo, ese paisaje natural siempre pleno de ambigüedad y misterio.

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