Llegar León Molina La Siesta del Lobo Albacete, 2010 |
LEJOS
Publicado en 2010, Llegar es la cuarta entrega lírica del cubano León Molina (San José
de las Lajas, Habana, 1959), afincado en España desde hace décadas y autor del corpus de poesía Señales en los
Puentes, Breviario variable y El son acordado. El que aquí comentamos,
Llegar es un conjunto poemático de
aceptación y afinidad con un enclave reconocible por algunos
topónimos y por la explícita nota de contracubierta que asocia la palabra con un canto de
celebración a los paisajes de Nerpio, municipio albaceteño en la zona más
meriodional de la provincia. Allí, en la pedanía de Yetas Nerpio, el sujeto
biográfico suele refugiarse a menudo para disfrutar de un beatus ille horaciano, en contacto con
la naturaleza serrana, en abierta armonía con un horizonte incontaminado que
preserva intacto su limpio trato con formas de vida rural.
El entorno comparte con quien se acerca a sus
dones un vitalismo renovado presente en las estribaciones del terreno y en el puzzle natural de su geografía hecha con piedras
moldeadas por el tiempo, líquenes, pájaros, matorrales y arroyos. Son interlocutores que hablan de tránsito a
través de un diálogo abierto e invitan a la contemplación meditada y al
recuento de indicios que habrán de preservarse en el recuerdo.
El lugar no se percibe desde la objetivadora asepsia del observador directo sino con un ánimo implicado. El yo poemático deja hablar a la emoción
inesperada con el verbo conciso de un apunte descriptivo o de una evocación.Son líneas claras, acuarelas verbales que adelgazan la expresión en el cierre de cada apartado con un manojo de
textos próximos al aforismo, una seña de identidad que León Molina cultiva
con destreza en los hilos digitales de internet.
El tiempo personal se entrelaza al ser colectivo; el paisaje es también memoria de
una ausencia en la que un día cumplieron andadura otras voces. Tras la
derrota del vivir, ahora regresan para solapar presente y pretériro en un mismo
espacio: una hendidura del terreno, las galerías exhaustas de una vieja mina,
o el cortijo de muros semiderruidos son ecos de latidos que ahora habitan lejos, en la fragmentada memoria de quien los imagina.
La voz poemática de Llegar revisa con serena
aceptación el cúmulo de experiencias que enriqueció la andadura
existencial. Testimonial y reflexiva, la palabra de León Molina medita el
alcance de lo transitorio; saca a la luz el sustrato emocional que hace de la
naturaleza una senda nutricia para regresar hacia el yo, ese paisaje natural
siempre pleno de ambigüedad y misterio.
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