Antes de una lectura:
“ Porque la memoria es
injusta, hoy quiero comenzar por el final, por anotar las deudas contraídas
que deja en mis manos el libro Ninguna
parte. Debo la respiración de sus poemas a Javier Sánchez Menéndez, poeta y
editor sevillano, que abrió camino hasta La Isla de Siltolá. Lola Larumbe me
abrió su casa, esta quietud de libros, hospitalaria y cómplice, donde he
escuchado la voz de tantos amigos y maestros. Hoy conmigo, en la misma acera
del afecto, Javier Lostalé, que dio forma y palabra a muchas horas de amistad.
De mi estima por un puñado de nombres propios que me acompañó estos años dejo constancia en la dedicatoria, Y naturalmente, mi deuda con todos ustedes que hoy me acompañan y abandonaron en
cualquier rincón el gastado papel de las excusas para viajar juntos hasta las
impresiones y paisajes de Ninguna parte.
A todos: muchas gracias...
Nos pasamos la vida buscando lo
que no está en Ninguna parte. Todos
perseguimos la quimera de la felicidad, esas huellas en la arena que al final
de trayecto nos dicen que la meta fue cada uno de los pasos que hilvanamos para
llegar hasta el final. Lo dijo Kavafis en un verso memorable que todos
recuerdan y que da sentido a la amarga ceniza del adiós.
“Patologías”, la primera parte
de este poemario sevillano está invadida por el desajuste existencial; la
erosión del tiempo en el entorno más próximo y en la propia encarnadura
incrementa la dependencia de lo fisiológico; el desgaste nos convierte en seres
dependientes y vulnerables que hacen de la incomunicación una resignada espera
en la que se va ratificando el final. La existencia entonces se torna
oscuramente dramática y dispara el sentimiento de culpa.
Mucho más optimista, el segundo
bloque, “Deshielo” hace del amor y la amistad una forma de estar en compañía y
compensar carencias. Los sentimientos son hálito fundamental para seguir el
viaje o para recorrer trayectos que mudan paisajes y afectos. Poemas para una
habitación con luz.
La existencia, como decurso
temporal, conlleva una inevitable cesación. El epitafio no es sino la voluntad
de seguir hablando cuando consumimos el turno de palabra que de este modo se
convierte en rebeldía frente al silencio.
Nunca entendí la poesía como
algo misterioso e inefable, sólo al alcance de iluminados que esperan la
azarosa llegada de la inspiración. Creo en ese trabajo intelectual que
transforma lecturas y vivencias en expresión lingüística. Esta consideración
del ideario poético está presente en el último apartado, “Y todo lo demás…” que
difunde impresiones sobre asuntos internos de la literatura: el mensaje, la
expresión comunicativa, la distancia entre idea y logro, la identidad del yo
lírico…Literatura.
Pretendo que Ninguna parte, por su constitución
interna, sea expresión fiel de una mirada de pautas crepusculares, cuyos
contenidos mezclan imágenes y sentimientos. Son los ojos del ocaso, aunque no
olvido que el anochecer siempre tiene un inseparable enlace con la amanecida,
una íntima simbiosis. Nos quedan las palabras, los afectos y la esperanza.
ejemplares de Ninguna parte esperando lectores Fotografía de Javier Cabañero |
Javier Lostalé y José Luis Morante Librería Alberti de Madrid Fotografía de Javier Cabañero |
Felicidades José Luis!!! Una pena no haber estado. :(
ResponderEliminarSí estuviste, Fernando, porque hubo amigos comunes que me hicieron pensar en ti. Por fortuna, todo salió muy bien y Lola, la dueña de Alberti, quedó satisfecha. Yo también.
EliminarUn abrazo grande, poeta.
Hermosa y lúcida introducción que invita a la lectura de este Ninguna parte cargado, a buen seguro, de sustancia y claridad. Veré de hacerme con él en cuanto pueda.
ResponderEliminarFuerte abrazo. Y enhorabuena.
Querido Antonio, la poesía no existe sin lectores; es sólo caligrafía que no lleva a ninguna parte. La librería Alberti es un escenario de mi educación sentimental y estar ahora comentando uno de mis libros, NINGUNA PARTE, me produce una honda emoción.
EliminarUn abrazo grande por tu interés. Queda pendiente ese encuentro para hablar de libros y vida, esos trazos de la misma cara.
Enhorabuena, José Luis: Fue una alegría volver a pasar unas horas de poesía contigo y con tantos otros amigos. Incluso algunos reencontrados después de mucho tiempo. La lectura fue perfecta, cálida, cercana, para no olvidar.
ResponderEliminarMe llenó de alegría encontrarte allí y ver que tu restablecimiento es un hecho. Te pido disculpas por no poder hablar con más sosiego. lo haremos pronto. Un beso.
EliminarEnhorabuena, José Luis. Haré todo lo posible por ir a la siguiente presentación. Ya estoy deseando tener el libro entre mis manos.
ResponderEliminarNo te preocupes, Ismael, sé que las responsabilidades en el instituto requieren mucho tiempo personal. Habrá ocasión para darte un abrazo en Rivas, en noviembre vuelvo a la carga para mis vecinos y amigos de tantos años de convivencia.
EliminarUn abrazo.
Acabo de terminar el último libro de José Luis Morante, uno de mis poetas preferidos. Un libro extraordinario, pero diferente a los anteriores. Recoge “Ninguna parte” mayor intimidad, una percepción más personal de cada día, una visión diferente del paso del tiempo, un mayor gusto por el detalle y su significado. Me ha sorprendido (agradablemente) su lectura, me ha llamado la atención el cambio de rumbo poético y sentimental.
ResponderEliminarSiempre es José Luis Morante un poeta incisivo, sereno, reflexivo que gusta de sentencias rotundas. Se acentúa esto en este libro en especial en los diversos Epitafios que incorpora.
Su poesía es muy humana desde la cotidianeidad, pero la vida y la muerte transitan sin interrupción por sus versos. Me sorprenden sus referencias a la degradación física inexorable; me emocionan los poemas en que aparece su padre. A veces parece que piensa estar en un punto a partir del cual todo será un lento declinar y en el que sus esfuerzos ya no darán para más. Parece haber más pasado que futuro ante sus versos. Patología incluye un conjunto de poemas dominados por la fatiga, el lento pasar del tiempo y la enfermedad.
Quizá percibe el poeta caminos cerrados, esos que le llevan a…”Ninguna parte”. Sin embargo quizá en la propia obra, en especial en la segunda parte, Deshielo, se entrevean nuevos senderos poéticos y personales.
Los poemas finales, bajo el título Todo lo demás, son el José Luis más conocido hasta ahora, en un grupo de poemas extraordinarios.
José Luis Morante significa leer poemas sobre la vida que cada día vibra a nuestro alrededor pero también es reflexión serena sobre el entorno vital del poeta tanto como de su vida interior. Percibimos cómo el desengaño y el cansancio llenan algunas de sus páginas y versos, pero siempre permanece el espíritu crítico nunca indiferente a lo que ocurre en torno a él. La obra de Morante siempre ha sido coherente y en este libro lo sigue siendo con su ética, sus principios, su escepticismo crítico y su intimismo.
Ninguna parte sitúa a José Luis Morante entre lo mejor de nuestra poesía.
José Manuel Sánchez Ribas.