miércoles, 16 de abril de 2014

HISTORIA DE ADELA (1895-1938)


UNA MAESTRA REPUBLICANA
 
Recupero este itinerario biográfico el 14 de abril, una fecha para galvanizar la memoria de todos. Se llamaba Adela M. B. y había nacido en Ulldecona, un pueblo de Tarragona. Su padre era un militar de alta graduación que creía en las posibilidades intelectuales de la mujer y no quiso que su hija ocupara el destino gris y secundario de tantas amas de casa de la época. Permitió que cursara estudios y se matriculara en el distrito universitario de Barcelona. Fue alumna del Instituto general y Técnico de Tarragona y todavía se conservan sus buenas calificaciones en las áreas que componían el Grado Superior. Cuando aprobó la reválida, completó un expediente académico que certificaba su preparación para impartir la docencia como maestra. Había completado el Plan de 6 de septiembre de 1910 que incluía seis cursos de bachillerato y dos años de Magisterio Elemental. Quedan también las cartas manuscritas  firmadas por secretarios de Juntas Locales de Primera Enseñanza que certificaban la toma de posesión en localidades humildes diseminadas por la geografía interior, como Mazo, su primer destino concedido en marzo de 1914. Ejerció en sitios como Campo Real, Caborredondo, Navarrevisca y Navalsauz, en pleno corazón de la Sierra de Gredos. Allí se casaría con un agricultor y formaría una familia que compartió labores de campo y escuela. Tuvo dos hijos y la llegada de la república supuso un grato acontecimiento personal porque se dignificó el trabajo docente, se crearon nuevos grupos escolares y se concedió a los maestros un estado social respetuoso y digno.
La guerra civil quebró la convivencia local y dividió al vecindario en buenos y malos, en nacionales y republicanos. Los vencedores no perdonaron las ideas de izquierdas y se sucedieron las multas y los castigos públicos. Adela perdió su plaza de maestra y fue condenada a abonar severas multas que agotaron el patrimonio familiar. Su tercer embarazo minó la menguada salud y no sobrevivió al parto. Tampoco el tercer hijo aguantó y falleció pocos días después.
Era 1938 y la Junta de Burgos prodigaba decretos que exhortaban a la obediencia y a la purga de los que pensaban todavía en la legalidad republicana.
Sólo quedaron sus dos hijos. El más pequeño, Mariano, sólo tenía siete años y guardó en su recuerdo las últimas vivencias, esas que ahora acaba de contarme, mientras me deja ver su valioso tesoro personal, un puñado de fotografías, cartas manuscritas y expedientes académicos. También conservó el nombre de su madre, Adela, y su profesión, maestra. Aquel niño se hizo un hombre y un día tuvo su propia familia. Llamó Adela a su hija mayor y el destino fue justo con su recuerdo y quiso que aquella niña un día también fuera maestra. Todavía da clases, con la certeza de que es un trabajo gratificante y digno: enseña a los demás, como la abuela, aquella maestra republicana que murió un día triste de 1938.

10 comentarios:

  1. Es curioso: hace unos días veía el documental "Las maestras de la República", en donde se homenajea a aquellas mujeres valientes que tanto hicieron por la modernización de un país atrasado y que tantas veces ha visto truncado un camino hacia mejores horizontes. Tus palabras, de alguna manera, abundan en el mensaje del documental y no hacen sino justicia a una de esas heroínas anónimas repartidas por la geografía española.

    Me gusta este "itinerario biográfico".

    Un abrazo.

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    1. Querido Antonio, antes de responderte una pregunta de un tipo despistado como yo: ¿has vuelto a abrir tu blog? Porque sería imperdonable que no me hubiese dado cuenta con el afecto que siempre me demuestras. En cuanto a las maestras republicanas está claro, fueron un ejemplo de valor y defensa cultural, una punta de lanza en el reconocimiento de los derechos humanos de la mujer. Y su labor es esencial y hay que decirlo.

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  2. Simplemente genial! Ana tiene mucho de lo que estar orgullosa.
    Un beso
    Bea

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    1. Querida Bea, eres tan generosa que no me cabe duda de que Ana tiene muchas razones para sentirse orgullosa. Cuenta con amigas como tú. No sabes cuánto me ilusiona tu cercanía al blog.
      Un fuerte abrazo.

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  3. España: se siguen expurgando maestras republicanas, razón aquí...
    Bello homenaje.

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    1. El legado de la Segunda República sigue intacto en lo cultural, por más que el tiempo quiera borrarlo o leer aquellos días con la lupa sucia de la ideología dominante. Pero en aquel paréntesis temporal siempre estarán en la memoria de todos las maestras que buscaron elevar con mínimos medios el nivel cultural de los campesinos más desfavorecidos. Y ese fue el territorio donde discurrió la biografía de la abuela Adela. Por eso recupero su memoria. Abrazos.

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  4. Es conmovedor, emotivo y valioso el relato. No pretende, como dicen los herederos de los vencedores, abrir viejas heridas, sino más bien al contrario, cerralas definitivamente con la dignidad que merecen, dando el valor que tienen a estas historias que, como la de Adela, se han sufrido tanto tiempo, y por tanta gente, en silencio, ocultadas, temerosos, por esos "miedos" que provocaron tanta represalia e injusticia.
    Magnifica historia digna de sacarse del "arcón" y, limpia de polvo, exponerla orgulloso, en el mejor "aparador" de la casa.
    Un abrazo

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    1. Siempre es complejo recuperar historias de vencedores y vencidos. Quedan las cicatrices y queda también esa forma de contar las cosas dividiendo al personal en buenos y malos. Duele pensar que hacer del recuerdo un homenaje sea un acto de agravio para algunos. Yo no lo veo así: la historia de la abuela Adela es la historia de tantas mujeres que buscaron en la ignorancia del entorno un poco de luz. Un fuerte abrazo.

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  5. Preciosa aunque triste historia a la vez. El mejor homenaje que han podido hacerla es seguir sus pasos y que su historia no quede en el olvido.
    Gracias por compartirla.

    Un saludo.

    María

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    1. El tiempo sigue inalterable y manso, haciendo nuevos puzzles con las existencias personales. lL nieta de la maestra republicana fue maestra y su hija pequeña eligió la carrera de la madre. Y ahí sigue: el nuevo curso escolar deja a la bisnieta de Adela, aquella maestra republicana, en las aulas de Rivas, y será hermoso pensar que el empeño mereció la pena. Que la fuerza de las convicciones siempre encuentra el puerto firme de la verdad. Sí, es verdad, es una historia hermosa. Ana, joven y llena de vida, tiene delante de sus ojos un porvenir labrado por muchas manos. Gracias por tu comentario. Un saludo cordial y esta vez muy emotivo: soy el padre de Ana y el marido de Adela... es mucho.

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