Susana Rivera, junto al retrato de Ángel González |
Una conversación con SUSANA RIVERA
Conoció a Ángel González en Albuquerque,
donde fue su alumna en la Universidad de Nuevo México, y durante décadas Susana Rivera mantuvo con
el poeta una intensa relación personal. En 1993 se casaron. Esta conversación recupera
el itinerario biográfico común y valora el legado literario de un escritor
de amplio magisterio.
JLM.- Albuquerque sin Ángel. Otro
tiempo distinto en el que usted sigue ejerciendo como profesora en el
departamento de español de la Universidad de Nuevo México. Frente al espejo
deformador del tiempo, ¿se ha mantenido la presencia poética de Ángel González?
SR.-Yo creo que los grandes artistas
nunca mueren aunque desaparezcan físicamente, y la presencia poética de Ángel
González se ha mantenido constante tanto aquí como en España, e incluso en
otros países. Aquí, en Albuquerque, le hicimos un gran homenaje a los pocos
meses de su fallecimiento en el Instituto Cervantes, y otro en la Universidad
de Nuevo México en el 2012. De alguna manera u otra lo incluyo en todas mis
clases, por supuesto en las de poesía, pero también en las de narrativa o cine,
y ha suscitado tanto interés que varios alumnos me han pedido que diseñe un
curso dedicado exclusivamente a él y su tiempo, en eso estoy. Albuquerque, en
muchos sentidos, tiene mucho Ángel.
JLM.- Usted preparó en 1988 una
antología sobre un trayecto que los críticos suelen fragmentar en tres etapas,
la inicial, más proclive al realismo crítico y al uso de la ironía, una segunda
etapa elegíaca y la última, marcada por el intimismo y la temporalidad.
¿Comparte este análisis crítico?
SR.- Sí, sí, esas tres etapas definen
acertadamente la trayectoria de Ángel González. El componente crítico es un
producto de las circunstancias históricas que lo definieron, la guerra civil y
la dictadura muy especialmente, y son una evaluación moral, ética, de sus
vivencias en ese clima hostil, propicio al odio, que contradice su cosmovisión.
La ironía era un recurso para eludir a la censura o impedir caer en el
sentimentalismo. Me divierte su explicación de este procedimiento:“La ironía me sirve para marcar
la distancia que me separa de él [se refiere al “personaje poético” que lo
sustituye en sus poemas]. A veces trata de engañarme también a mí, pero no lo
consigue nunca; sé que su verdad es el reverso de mi mentira, y yo lo trato
como a uno de esos muñecos de magia negra, a quienes los brujos clavan
alfileres para producir dolor en sus enemigos. Lo que ocurre es que, en vez de
clavarle alfileres, yo se las quito”. El tono elegíaco e intimista se percibe
en toda su obra, los versos “Te tuve/ cuando eras/ dulce…” abren su primer
libro, pero se acentúa a medida que el viajero va imaginando ya el final del
camino cuando todo se convertirá en deixis
en fantasma.
JLM.- En la obra abundan los
poemas amorosos. ¿Qué sensaciones le depara esa celebración de la vida y lo
emotivo?
SR.- Me gusta mucho la formulación de su pregunta que
destaca la “celebración de la vida” unida a los poemas amorosos. Ángel tiene
fama de pesimista, pero no lo era, aunque sí es cierto que pasó por momentos
pesimistas; creo que haría suya una frase de Saramago, “No es que sea
pesimista, es que el mundo es pésimo”. Creía, como Bécquer, que el amor es “la
suprema ley del universo; ley misteriosa por la que todo se gobierna y rige…”.
La palabra al que se refiere en el título de su obra completa, Palabra sobre palabra, es “amor”. En el poema que abre la sección con ese mismo
título del libro Grado elemental,
dice:
Igual que un pájaro
salta desde una rama,
de ese modo
surgió en el aire limpio de aquel día
la palabra:
amor.
Era
suficiente.
Y hacia el final proclama:
La palabra fue dicha para siempre.
Para todos, también.
Ángel hubiera preferido no tener que escribir algunos de sus poemas críticos más célebres
aunque decayera su fama, por ejemplo, “Inventario de lugares propicios al
amor”, donde empieza afirmando que “son pocos” debido a la opresión que lo
rodeaba. Hubiera preferido enfocarse en la luz que ilumina la belleza de un
mundo bien hecho sin verse obligado a denunciar las sombras que lo oscurecen.
La imagen de la figura amada es un símbolo de esa luz que nos salva incluso de
la muerte, como dice en el poema “Inmortalidad de le nada”:
Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos.
…
Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.
Creo
que los poemas amorosos son los que mejor definen la esencia de Ángel González,
son los que reflejan su idealismo, retratan el mundo en el que le hubiera
gustado vivir.
JLM.- También ha editado las
colaboraciones periodísticas en el libro Cincuenta
años de periodismo a ratos y otras prosas. ¿Qué importancia tiene esta
faceta, tan poco conocida, en la obra del escritor?
SR.- Creo que en esos textos se pueden
apreciar más desarrolladamente algunos de los temas que a Ángel más
le preocupaban y que sólo se insinúan en los poemas, y por lo tanto añaden algo
al perfil literario y humano del poeta. Se puede columbrar también cómo su obra
va evolucionando hacia una escritura más personal que se vislumbra ya
definitivamente en su poesía. Especialmente interesante me parecen las notas de
ironía, a veces mordaz y agresiva, que aparecen desde el principio y que
persisten cuando ya se habían atenuado en su obra lírica. Sobresale además el
humor y el ingenio desenfadado. Elpoeta Fernando Valverde escribió su tesis
sobre esta faceta de Ángel, ojalá la amplíe y publique como libro.
JLM.- Antonio Machado, Juan Ramón
Jiménez y el grupo poético del 27 coparon los estudios críticos del poeta. ¿Se
pueden añadir otros magisterios relevantes?
SR.- Sí, sus grandes amigos y maestros
Gabriel Celaya y Blas de Otero de los que destacó su postura ideológica y el uso
del lenguaje coloquial convertido en arte. También estudió a Rubén Darío, y
aunque nunca haya escrito sobre él, las clases que ofrecía sobre César Vallejo
eran brillantes.
JLM.- Víctor García de la Concha,
tantos años presidente de la Real Academia, resumió en tres palabras la
personalidad de Ángel González: poesía, amistad y música. ¿Refrenda esos
elementos o prefiere otros?
SR.-Yo cambiaría amistad por solidaridad
porque abarca un territorio mucho más amplio e incluye el amor en todas sus
modalidades. Bonhomía también lo definiría a la perfección. Ángel creía
vehementemente que la poesía podía cambiar el mundo para bien, pero no en el
sentido en que decía Celaya, sino porque pensaba que a través de ella se podía
modificar nuestra percepción del mundo, y por lo tanto, en cierta manera,
cambiarlo. La música trasciende el placer que produce escuchar una bella
melodía para convertirse en el eco de la armonía de las esferas que suena
incesantemente, y así se convierte en metáfora de la eternidad.
JLM.- Acaba de comenzar andadura la
cátedra Ángel González en la Universidad de Oviedo, y lo hace con una magnífica
revista dedicada a difundir el legado literario del poeta y de su generación.
¿Qué opinión le merece esta iniciativa?
SR.- La cátedra
lleva ya dos años en marcha y estoy contentísima con el trabajo que ha
realizado hasta ahora, y estoy segura que con el tiempo irá a más. La
directora, Araceli Iravedra, gran conocedora de la obra de Ángel y de su
generación, junto con Leopoldo Sánchez Torre, especialista también en la poesía
de esa época, y Vicente Domínguez, vicerrector de Extensión Universitaria de la
que depende la Cátedra, están desarrollando una labor con gran seriedad y
profesionalidad, y muy importante, respeto a Ángel. Me encanta sobre todo que
estén organizando actividades por toda Asturias, sé que a Ángel le gustaría
también porque como dijo en el poema “A la poesía” él quería sacar la poesía a
las calles:
Ya se dijeron las cosas más oscuras.
También las más brillantes.
…………………………………….
Ahora,
tan bella como estás,
……………………………………
Quiero tomarte
……………………………………
Y sacarte a las calles,
despeinada,
ondulando en el viento
--libre, suelto, a su aire—
tu cabello sombrío
como una larga y negra carcajada.
Creo que Ángel
y su obra están en buenas manos, en manos de personas motivadas únicamente por
el amor al arte, confío en que van a hacer lo posible por mantenerlo siempre
presente.
JLM.- ¿Percibe la influencia de Ángel
González en la poesía más reciente?
SR.- Muchísimo,
no hay ninguna duda de que ha pasado un Ángel… González por la poesía española.
A mí, personalmente, me interesa sobre todo la influencia sutil y profunda que
revela una asimilación de su quehacer poético y forma de aprehender el mundo.
Me gusta mucho la manera en que José Luis Piquero explica cómo se hizo poeta
gracias al ángel de Ángel: “El poeta que yo iba a ser recibió su impulso
definitivo con aquellos textos llenos de inteligentes aristas que velaban un
fondo de profunda delicadeza. En ellos comprendí la importancia del compromiso
de la escritura… He escrito poesía porque en el momento preciso, en un momento
sensible de un aprendizaje del que podía salir algo o no haber nada, leí unos
poemas que contenían algo crucial: la intuición de unas pocas verdades
perdurables, el modo de nombrarlas, la necesidad de cada palabra”. Destaca “la
complejidad de su obra, la hondura emocional y riqueza estilística que escondía
su aparente sencillez, la capacidad de ‘decir’ la realidad en toda su
entereza”. Y aprendió de él que “Se podía usar el lenguaje de la calle, hablar
de lo directamente cotidiano, poner el dedo en la llaga sin alzar la voz”.
JLM.- La edición póstuma de Nada grave recogía composiciones
inéditas. ¿Hay posibilidades de que exista todavía obra sin editar?
SR.- Casi todos los poemas de Nada grave se publicaron antes en
revistas. Contrario a lo que se dice en la nota introductoria Ángel había dado
por cerrado el libro y lo iba a enviar a Tusquets, pero la muerte nos lo
arrebató antes de que pudiera hacerlo. Estaba escribiendo
un Almanaque en un tono muy juguetón e ingenioso, los nueve poemas que tenía
completos se publicaron en Cuadernos Hispanoamericanos y creo que sí deberían
recogerse, podría ser un libro ilustrado precioso. Yo creo firmemente en lo que dijo W.B. Yeats,
“Accursedwhobringsto light of daythewritings I havecastaway”. Si
aparecen más textos habrá que meditar muy cuidadosamente y consultar con
especialistas antes de darlos a la luz, yo tengo “la obligación moral de ser
inteligente” (Lionel Trilling).
JLM.- Quiero acabar esta entrevista
agradeciendo esta mirada a la obra poética de Ángel González desde los ojos
privilegiados de Susana Rivera; un placer extraordinario este diálogo. Muchas
gracias.
SR.-Y yo le quiero agradecer a José
Luis Morante esta oportunidad de reflexionar sobre Ángel, es lo que más me
gusta.
Susana Rivera, entrevista inédita, 4 de marzo, 2015 |
Recuerdo que, siendo adolescente, cuando saqué mi primer libro de Ángel González de la biblioteca, apenas tuve tiempo de hojearlo sentado en las escaleras del instituto antes de una clase. Pero cómo sería ese momento, lo poco que pude leer, que, luego, en clase, fingiendo tomar apuntes, escribí un poema (muy malo, claro), una especie de poética en la que pasaba revista a los poetas que había leído hasta ese momento, y cuyos versos finales aún recuerdo: "Mañana leeré a Ángel González / y tal vez mi poesía será distinta". Y lo fue.
ResponderEliminarQuerido José Luis, tu poesía es distinta desde siempre, no sé si gracias a Ángel González o gracias a tu talento. Yo he encontrado en cada uno de tus libros felicidad y compañía, incluso en poemas hechos de dolor y desasosiego. Y esa felicidad también se prolonga ahora, con tu comentario. Gracias, José Luis, seguimos cerquita siempre: en los afectos y en la literatura. Abrazos a Eva y otro grande para ti.
EliminarAgradezco que hayas publicado esta entrevista, creo que te comenté en una ocasión lo que me gustaba Angel González, al que tuve la suerte de conocer aquí en Córdoba.
ResponderEliminarHa sido una manera de acercarnos más a él, ahora que no está entre nosotros.
Querida Tracy, Ángel González siempre está palabra sobre palabra y esta conversación con Susana Rivera me permite recuperar aspectos de su biografía que dan un poco de luz a sus poemas. A mí también me encanta Ángel González, con quien comparti jornadas memorables. Un fuerte abrazo.
EliminarEsta entrada es muy ilustrativa. Ayuda a perfilar el personaje: saber más del poema gracias al conocimiento del poeta.
ResponderEliminarGracias José Luis.
Querido José Antonio, sabes que cada itinerario poético se cimenta en un puñado de nombres propios. Muchos de los míos pertenecen a la generación del 50. Allí estaban Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Goytisolo, Ángel González... Sin sus voces el siglo XX sería cine mudo. O casi. Un abrazo.
EliminarExtensa y sustanciosa conversación. Y muy ilustrativa. Siempre es una delicia volver a la palabra de Ángel González, grandísimo poeta y, no cabe duda, excelente persona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo, querido Antonio, que Ángel González pertenece a una generación irrepetible. Y en su voz no hay ninguna impostura sino el paso firme de un gran hombre. Susana Rivera ha respondido con el verbo emotivo de quien conoce el itinerario en cada pliegue y estoy contento con el resultado. El poeta sigue entre nosotros. Un fuerte abrazo.
EliminarGracias por compartir José Luis esta interesante entrevista. Me ha descubierto cosas que no sabía. Un abrazo
ResponderEliminarSusana Rivera es una conocedora esencial del legado literario de Ángel González. Sus respuestas son un acicate para seguir entre los versos del poeta, uno de los nombres centrales de nuestra lírica. Abrazos cordiales.
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