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HÁBITOS NOCTURNOS
Atribuyó la extraña familiaridad
con escaleras y recodos a los muchos años de práctica, al hábito nocturno crecido
entre su identidad. Fue desvalijando consolas, baúles, mesillas y la caja fuerte del
salón principal. Consiguió un botín pirata y un estar cansado que lo
depositó en el sofá. Solo entonces cayó en la cuenta de que había saqueado su
propia casa en sombras.
Su vanidad consideró innecesario
reconocer el error. Lo justificó como si fuese un simple ejercicio práctico. En cambio
evaluó con recelo la seguridad de su casa. Puso un cerrojo nuevo tras la puerta
principal y adquirió una llave maestra de gran envergadura. Pretende además quedarse dentro siempre, para ahuyentar al próximo ladrón.
(De Cuentos diminutos)
los ladrones más expertos en desvalijar nuestras propias pertenencias somos nosotros mismos, aunque no lo sabemos o nos lo queremos ocultar .
ResponderEliminarun abrazo
Esa es la teoría que defiende, a media voz, este pequeño relato. Un abrazo otoñal, querida Tracy, con la lumbre puesta que hace mucho frío.
EliminarAmbiente claustrofóbico donde campa a sus anchas la sombra del protagonista. Has puesto el dedo decididamente sobre el interruptor y se hace la luz. Un abrazo.
ResponderEliminarPues ya solo falta llamar a la policia y que me detengan por allanamiento de morada. El buen relato -y yo tengo muchas dudas sobre mis capacidades narrativas- es un guiño a la lucidez del lector; así que tus palabras de ánimo me alegran el silencio nocturno, ese que llenan tantos hábitos oscuros. Feliz noche, poeta.
EliminarExcelente Jose Luis. Ni más ni menos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte,
Sandra
El microrrelato supone una resolución urgente, un afán de llegada que requiere una arquitectura invisible y eficaz. Es un género muy difícil; así que feliz si mi cuentecillo te ha gustado.
EliminarAbrazos fuertes.