La fábrica de anticuerpos si no amanece David Delfín Introducción de Francisco Ruiz Noguera Ediciones Carena, Barcelona, 2016 |
AMANECIDA
Una cubierta llamativa y un
título de complejo significado inciden en buscar de inmediato balizas señaladoras en las breves
líneas de presentación de Francisco Ruiz Noguera, aunque también ayuda a clarificar las pretensiones poéticas de este libro el trayecto singular de David Delfín (Málaga, 1968) asentado en más de
dos décadas de laboreo literario.
El poeta y ensayista Francisco
Ruiz Noguera clarifica la razón del poema: “Poesía de la búsqueda y el
conocimiento”, una línea divisoria entre emoción y pensamiento que rompe con lo
enunciativo al explorar enlaces entre percepción y signo lingüístico con un
enfoque más conceptual, signo evidente de su anterior entrega de 2014 Los
matemáticos no saben pilotar aviones. Ruiz Noguera integra esta salida en
un espacio textual en el que se percibe una noción de cruce, una tierra
baldía, un contraste asimétrico entre lo
real, lo deseado y lo onírico, que crea en los itinerarios del protagonista verbal cierto sentimiento de
indefensión.
David Delfín recurre al poema en
prosa para abordar un largo discurso reflexivo, jalonado en diez tramos
textuales, que tiene como entorno de salida el estar del presente. El
sustantivo no define una secuencia temporal concreta sino un estado de
percepción, una definición de un vacío habitable, pero inhóspito donde el
sujeto comparte espacio con los objetos cercanos. Apenas existen vínculos
transitorios, no hay líneas de contacto, como si el pensamiento solo dispusiese
de un prelenguaje para dar fe de sensaciones y los estímulos de la existencia
se fuesen yuxtaponiendo en un magma informe. La voz emprende un extraño vuelo
en el que se cumple un rito de navegación. Apenas muestra una percepción
alejada, como si quien mira estuviese ubicado en un límite último que no
permitiese singularizar lo conocido, dar sentido y orden.
De ese propósito de alzar un hilo
lógico a la contingencia participa el poema. Pero en su argumento no hay
realidad sino visiones, un cúmulo de imágenes que parece la raíz de una paisaje parcial y sus
consecuencias estéticas. Lo que sucede no es más que un conjunto de señales
diluidas que el lenguaje se empeña en recuperar como mensajes oscuros que
fueron borrando sus significados. Hay una atmósfera estéril y un presente
incierto, pero las voces están ahí, enquistadas en el rumor del día. Fragmentario por la aparente
desconexión entre las distintas partes del poema y abierto a la interpretación
subjetiva, La fábrica de anticuerpos si
no amanece desconcertará a muchos lectores y a críticos habituados a la
constelación realista (como es mi caso), que buscan en las líneas de fuerza del
poema un diálogo cercano, una propuesta cómplice, un movimiento de apertura
hacia la sensibilidad del otro para el reconocimiento mutuo. El poemario es un
trabajo personal y complejo, singularizado, que se empeña en vislumbrar poesía
con una textura hecha de imágenes, que se ejercita en otros códigos en los que
lo previsible no funciona, donde el poeta elude la sumisión comunicativa con
continuos cambios de plano para recrearse en un surrealismo que da cauce a una
conciencia en tránsito.
Muy interesante.Gracias
ResponderEliminarDavid Delfín busca sitio en solitario, rechaza el gregarismo realista para abordar una poesía compleja, marcada por un pensamiento discontinuo y por las conexiones entre realidad y onirismo. Te gustará ese afán de búsqueda. Muy agradecido por tu comentario. Un abrazo.
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