Calderilla |
QUEJAS
Están ahí, evidentes, tangibles, dispuestas a
gritar con sus voces antiguas, manchadas con el polvo saturado de los malos
recuerdos. Recorren ateridas nuestra voz para que las propague como un cauce
azaroso entre los juncos. Y tienden un
sombrero en las aceras de los días al paso, para que los que escuchan se
detengan, callados un instante, y pongan en su seno unas monedas, la calderilla
triste de la compasión.
Hermoso y profundo como siempre. Gracias.
ResponderEliminarMuy agradecido por tus palabras, Pilar, una de las pieles que el tiempo va añadiendo a nuestra dermis es la conformidad con lo oscuro, y hay que buscar puertas, seguir pulsando el teclado, haciendo de cada noche una amanecida. Un fuerte abrazo.
EliminarLa última frase es el Evangelio, has dado en el clavo.
ResponderEliminarA veces las cosas no salen bien y solemos pensar que al publicar nuestro fracaso éste se mitiga; pero no es cierto: la mejor forma de luchar contra el fracaso es volverlo a intentar, alejar la compasión, salir al día. Un gran abrazo.
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