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Homenaje a Antonio Machado (Colliure, 1959) |
DEUDAS Y NOMBRES PROPIOS
Hasta aquí – dormido litoral de
arena sin horarios- llega el apunte contable de mis deudas con la biblioteca, escrito
sobre un fondo de nombres propios. En él conviven: ese profundo acento de
Antonio Machado, tan ético y estético; la visión “esquisita” y algo triste como
el paisaje mental de un solitario de
Juan Ramón Jiménez; la umbría sevillana de Luis Cernuda, tan mal entendedor del teatro social;
las manos creadoras de Blas de Otero pidiendo la palabra bajo el olor pastoso
de postguerra y en lo más vivo y cierto Ángel González, conversando en la
noche de Madrid, ya sin amanecidas, con Jaime Gil de Biedma. Y termino esta suma con ese
equipo titular de afectos, íntimo y personal (Disculpen si no lo comparto aquí. Queda conmigo) que deja en
la amistad proporción y sentido.
Cada escritor inventa una genealogía y la exhibe al público con el gesto solemne de quien muestra el libro de familia. Mi deuda es lectora, claro, y debo a los citados muchas horas de felicidad, así que suelo repetir en su búsqueda con el tesón de quien regresa a casa. No he citado el equipo titular porque no sé delimitar las ausencias y sería doloroso para mí que alguien querido se mostrara molesto por su exclusión. Todos estáis en mí, claro.
ResponderEliminarEl día D, Antonio estaba en Madrid y Manuel en Sevilla o en Burgos (no sé muy bien). El caso es que el 18 julio 1936 cada hermano estaba física y casualmente en su zona ideológica de las dos Españas. Pero la suerte pudo haber querido que fuese al contrario. Y entonces ¿qué?
ResponderEliminarSandra Suárez
Las ideas, querida Sandra, no cambian como la amanecida de un día a otro. La historia personal de Antonio Machado tiene en su desarrollo una notable coherencia, así que si hubiese estado en la zona invadida habría sufrido la represión bárbara que sufrió Federico García Lorca en Granada. Manuel Machado era mucho más aséptico en su ideario y no creo que disfrutase mucho con la imposición franquista. Sobre la postura de los poetas en la guerra civil hay un excelente trabajo de Ian Gibson que deja con lucidez extrema a cada biografía en el lugar que le corresponde. un fuerte abrazo y siempre un placer tu presencia en estos puentes. Feliz día.
EliminarSí, es una tentación pensar en qué habría pasado si... Y nunca podremos saberlo. Pienso también en qué habría ocurrido si Machado no hubiese muerto en el 39, en Colliure y justo al inicio de su exilio francés. ¿Habrían las autoridades franquistas solicitado su extradición? ¿Le habría respetado el gobierno títere de Vichy -la Francia ocupada por Hitler-? Son interrogantes a los que sólo puede responderse conjeturalmente. Por cierto, que la visión literaria de las dos Españas, o las dos Españas pasadas por el tamiz de los escritores, también se aborda muy bien en "Las armas y las letras", de Andrés Trapiello.
ResponderEliminarAsí es, querida amiga, el ensayo de Andrés Trapiello es torrencial y ameno, una lectura muy recomendable. Abrazos.
EliminarLa muerte de Goya y la de Machado abren y cierran un siglo largo de una España que acertaba con la mano a cubrir las heridas. Esta foto clasica, con Blas en cabecera, significa bastante en el camino encontrado. Los poetas.
ResponderEliminarEs una imagen tan sugerente que forma parte de un patrimonio cultural hecho de contraluces. Un abrazo grande,querido Paco.
EliminarMuy hermoso mi querido Jose Luis, cuando se hace reminiscencia de viejos tiempos, bellos lugares, queridos amigos, que con sus letras han colocado un granito de arena al sentir del poeta, del escritor, del amigo, aunque pase el tiempo y las personas ya cumplieron su transitar por la vida, nos han dejado lindos recuerdos y un motivo mas para seguir adelante, con nuestras letras, con nuestro sentir, con nuestra expresión literaria.
ResponderEliminarlo sabes bien, querida Consuelo, la escritura personal es una síntesis de lecturas y afectos, en mis manos, la generación del 50 aportó un legado irrepetible que no dejo de agradecer. Abrazos. Y una vez más muchas gracias.
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