viernes, 17 de noviembre de 2017

SOBRE PULSACIONES ( MARÍA VICTORIA REYZÁBAL)

Pulsaciones
José Luis Morante
Prólogo de Rosario Troncoso
Takara Editorial, Sevilla, 2017
Pulsaciones, de José Luis Morante.

            Reencontrarse cara a cara con un viejo amigo después de muchos años, volver a leer su poesía equivalente a aquella que ya aprecié con sinceridad, no es caminar hacia atrás en búsqueda de desatar nostalgias, sino citarse con el afecto y el reconocimiento. El tiempo ha pasado y, durante él, los dos hemos acumulado reseñas, poemarios, disgustos, fabulaciones y querencias, es decir, la vida que pasa y, a la vez, deja paso. En el caso de José Luis Morante, también nos ha regalado una recopilación de textos líricos de plasmación coherente en el desarrollo de sus ejes conceptuales, de sus motivos. Él mismo los resume en: temporalidad, cotidianidad de lo relacional, búsqueda de la identidad y pérdidas. […]
            En esta obra, la identidad, que es central, navega por la emoción y a la inversa, ambas son compañeras de la expresión de un sujeto que pluraliza su yo para intentar comprender las variantes de lo que somos y de cómo nos percibimos. Experiencia de multiplicidad que sorprende y explicita el camino personal. Y es que nuestra percepción cambia según el espejo, los ojos, la esperanza o la tristeza que nos refleja el mundo, ello ante el hecho rotundo de que antes de nacer no somos, luego vamos siendo y desiendo para al final dejar de existir. Mucho de esto se manifiesta en “Heterónomos” donde se juntan “el yo que piensa y otro, el que parezco”. Este extrañamiento, como señala Rosario Troncoso, aparece a su vez especialmente en “Encuentro” y “Funcionario poeta”, pero va dejando rastros por la mayoría de sus otras composiciones, así en “Los buenos tiempos” o “En ciudad privada”, es decir, en aquellas que evocan el transcurrir y las metamorfosis que este ocasiona. Y es que a lo largo de los años vamos ajustando el ser con el estar, el permanecer con el devenir, pura filosofía cotidiana a la que también el crujido del cuerpo suele prestar argumentos, pues “nada es igual, aunque contemple ileso/ el dócil deterioro”, el pasado ha sido un sueño, el presente no sabemos si es real y el futuro nunca ha existido, lo vertebrador por tanto es el cambio, por eso existir en la unicidad tal vez solo sea un simulacro: “También soy yo/por la fidelidad a mis contradicciones…”.
            Por este transcurrir, los recuerdos son materia sutil que reactiva instantes que dejaron huella y van marcando con su péndulo el oleaje de las “pulsaciones”, las cuales nos permiten continuar a pesar de las pérdidas, analizar factores no del todo comprendidos o asumidos en su momento como se manifiesta en los textos “Recuerdo de mi padre” o “Vita nuova”, aproximaciones en las que también cabe el primer amor como en “Iniciación”. En definitiva, “El centro del silencio me ha enseñado/a aceptar como un juego que la vida/es una sucesión aleatoria de causas y efectos/sobre las dunas de la realidad” (“Causas y efectos”).
            Esta búsqueda de identidad o aceptación de que la misma es un proceso en marcha y de que la vida es un sueño, como bien manifestaba Calderón, permite al poeta viajar por países imaginados con características diferentes a las de los nuestros, seres y hechos extraños que retrotraen en las miradas adultas aquellas otras de niños sorprendidos. Es una forma nostálgica de constatar que no hay rutas de regreso (“Nómadas” y “El miedo”) y, quizá, ni siquiera de avance: “Una lejana risa se repliega/en la circunferencia del cansancio;/mientras, evoca un viaje parecido/y asiente circunspecta a los mensajes/reiterados con música de fondo”.
Del pienso luego existo, pasa Morante al “Sé que soy mientras busco”, así “En el hedor, la náusea;/continuas advertencias/de mi desasosiego./Pero nada socava/el afán de seguir./Camino a tientas./Sé que soy mientras busco”. Sin embargo, el autor de estos versos se encuentra por las calles del viejo Madrid, echando de menos una España que no duela y anhelando el reencuentro de quien le dejó clavada su ausencia, todo ello en versos fuertes, sentidos y escritos a la manera de quien sabe lo que dice y cómo lo hace.  Buena escritura; por tanto, placentera lectura.


Mª Victoria Reyzábal


6 comentarios:

  1. “El centro del silencio me ha enseñado/a aceptar como un juego que la vida/es una sucesión aleatoria de causas y efectos/sobre las dunas de la realidad”. Tu poesía siempre deja poso en mi.
    Estoy deseando tenerlo en mis manos.

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    1. Gracias por tu afecto, querida poeta, la edición lleva un prólogo muy entrañable de Rosario Troncoso, poeta y editora de Takara. Y a ver si hay suerte y mis poemas no te decepcionan. Un fuerte abrazo.

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  2. No creo que me decepcionen, teniendo en cuenta que eres mi poeta favorito. Hay un poema que me gusta en especial: Heterónomos, pero sigo descubriéndote todos los días.

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    1. Pues habrá que seguir trabajando para que esos poemas sigan buscando tu sonrisa y tu complicidad; un fuerte abrazo desde Rivas, con un otoño manso en la ventana.

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  3. Estupendo y también eres de mis poetas favoritos.
    Abrazo sin mar.

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  4. Así da gusto caminar por la poesía, con pasos de afecto resonando en cada acera y en cada uno de los rincones del laberinto existencial; muy agradecido, Gabriela, por tu voz firme y llena de vida. Por tu compañía.

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