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QUIÉN APAGA LA LUZ
Pero aún es tarde,
porque la oscuridad reina en silencio.
JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ
Desde hace días en casa
no hay nadie, salvo yo. Esta noche, al bajar la escalera, una luz interior del dormitorio se
encendió. No recuerdo cómo accioné el interruptor. Apago y recorro el pasillo a oscuras. Otra vez percibo un respirar de sombra. Un instante después están encendidos todos los puntos de luz. Las formas de la casa se definen. Inquietud. En la casa no hay nadie, salvo yo. Lo repito en el cuarto de baño, mientras veo un rostro asustado que se mira a sí mismo en el espejo. Hace una hora consumía
un tiempo de soledad, monótono y previsible.
En la casa no hay nadie. Digo y miento. Yo, tampoco estoy.
En la casa no hay nadie. Digo y miento. Yo, tampoco estoy.
(De Cuentos diminutos)
Inquietante relato. A veces hacemos las cosas de forma mecánica sin darnos cuenta, otras nos sorprende la acción de una mano oculta. Un abrazo.
ResponderEliminarQué alegría siempre tu voz cercana, María José, hoy que llueve y puse la luz del flexo ante mis ojos. Un gran abrazo.
EliminarUn relato inquietante, sin duda. ¿Tal vez el subconsciente, el inconsciente?, supongo que queda a la interpretación del lector. Me gusta más, en este caso, no darle solución dejar una duda abierta.
ResponderEliminarFeliz semana José Luis! Besos!
Todo texto es una duda abierta, Sandra, un final imprevisible que se impone a quien lo escribe, como esa luz que nace en otro sitio. Un fuerte abrazo, poeta.
EliminarCon el precio que tiene la luz...!!!!
ResponderEliminarA mí me hacen descuento, Tracy, gasto mucho, así que me miman un poco, me evitan los interruptores; van y vienen a su antojo...
EliminarEstas o no estas?... Que misterioso... Me ha gustado... Sigue ahi el espejismo del propio reflejo del relato..
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