martes, 5 de marzo de 2019

PAVESAS EN EL AMANECER

Desnudez
(El Espolón, Burgos, 2013)
Fotografía de
Javier Cabañero Valencia


PAVESAS AL AMANECER

A menudo la vida carece de sentido, es abstracta y compleja. La literatura no.

Considera cada libro como un ejercicio de aprendizaje.

Todo escritor soporta el previsible anclaje de la lectura.

La realidad tiene signos secretos.

Bajo la gota fría, el trazado del sendero se diluyó. Rumbo incierto.

Me gustan las noches de doble fondo, en las que caben vigilia y sueño.

Esa manía de la memoria de revisar apuntes atrasados.

Siempre que concluyo un libro, firmo con la escritura discreta del aprendizaje.

La verdad no es un área reservada para soledades ariscas.

Cuando avanzo hacia ti te desvaneces.

Consumo la relación incierta del autista y su temporada en el invierno.

Un porte sólido. De fantasma.

Cuando tenía veinte años, Jaime Gil de Biedma no era un poeta cualquiera. Era el poeta.

La biblioteca, ese amplio gremio de deudas contraídas.

Conspiración entre sustantivos comunes, verbos fríos y adjetivos ecuánimes.

Nombres propios que ya no recuerdo; el final de una biografía deja sitio para mucho olvido.

(Selección propia de aforismos) 






2 comentarios:

  1. No tengo razón, José Luis, lo sé, sé que es un género propio, pero veo en cada aforismo el comienzo de un poema, como algo que tirase de mí, de nosotros.

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    1. Pues qué alegría querido Paco, lo comprobaré ahora mismo; ando como sabes empeñado en volver a la poesía y poco a poco comienza a hablarme en voz baja. Gran abrazo y siempre lleno de alegría por tu estar.

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