miércoles, 18 de diciembre de 2019

EL DÍA QUE DEJÉ DE VER FÚTBOL

ESPERA
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EL DÍA QUE DEJÉ DE VER FÚTBOL


Porque no me gustan los jugadores que hacen de cada entrada al adversario una posibilidad de lesión, como si fuesen sicarios.

Porque no me gustan los futbolistas que fingen y prodigan quejan con aires declamatorios, como esos poetas a quien nadie publica.

Porque no me gustan los entrenadores que venden el humo sucio de los titulares como chamanes de tribu.

Porque no me gustan los pandilleros oportunistas y mafiosos que convierten las gradas en escenarios gestuales del nacionalismo radical.

Porque no me gustan Guardiola y Xavi, que olvidaron en  el césped de la memoria su inteligencia de medio campistas extraordinarios para convertirse en graffiteros de la demagogia independentista.

Porque no me gustan las tertulias vociferantes del día después  que transforman los razonamientos en noche oscura y despiertan mi vocación de eremita.

Porque no hay escritores que inventen argumentos donde el delantero centro se compadecía del portero y fallaba  un penalti; delanteros querían jugar  medio tiempo con cada equipo; y árbitros que llevaban flores a una muchacha de la grada cero.

Un día salí a la calle, rompí los cromos de  la infancia, dejé de ver fútbol y dormí mi desencanto en un libro.








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