viernes, 20 de diciembre de 2019

LEALTADES, FACHADAS Y HOSTIGAMIENTOS

Fachadas
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


LEALTADES, FACHADAS Y HOSTIGAMIENTOS

Llega la edad del frío,
la edad de valorar
los libros ya leídos y las calles tranquilas.

JOAN MARGARIT

La tramposa gramática del insulto se justifica a sí misma como fruto de una hilazón invisible de causas y efectos. Y crea un perplejo inventario de rabia, tanto en la universidad, como en el campo de fútbol o en los barrios periféricos más humildes. Ya se sabe, el culpable siempre es el otro. Nadie se ve a sí mismo como un sujeto violento e incontrolado quemando contenedores  insultando al periodista que cubre la noticia. En las calles cuántos imbéciles inventando una causa y cuánto ciudadano sosegado y normal que mira y asiente, que hace de Pilatos un magisterio vivo.

Mi fisiología sufre un deterioro expansivo. Me lo advierten a diario mis células auditivas, la necesidad de luz fuerte en las horas nocturnas o los cortes del sueño… Yo continúo con mis hábitos, como si no me diera cuenta. Y casi me engaño. Pero las revisiones han marcado el calendario y ya hay fecha para el quirófano. Mis ojos están cansados. Yo también.

Cada vez más cálido el patio tranquilo del escepticismo; sirve como refugio frente a la gente del no: los que no apoyan, no reseñan, no comparten... Solo añadir: haré lo mismo. 

Hay actos literarios que nos exigen una sonrisa de Gioconda. Y hay que decir no por ese anhelo tan complejo de ser coherente con uno mismo y que, además, lo sepan las ubicuas voces de la contradicción. En el paso azaroso del reloj lealtades, fachadas, hostigamientos y una abrumadora sequía de amigos.

¿Por qué lo sencillo es tan complejo?

El cansancio cartesiano se reparte a partes iguales en cada proyecto literario. Conforma un material en depósito que debo gestionar para que nunca se agote. Por eso hay que seguir, con lentitud y paso calmo aunque las fechas de edición se traspapelen, como esos futuros que siempre llegan tarde.

(Páginas del diario)


  

2 comentarios:

  1. Termino de releerlo, querido José Luis. Termino de pasear por una confesión de estado que te honra. Declarar el desconcierto no es fácil. Y más si va enredado en un barniz de desilusión. Lo de los ojos se arregla antes, yo he pasado cuatro intervenciones. Cuanto antes mejor. Lo demás también. El mundo es redondo, todo vuelve. Mi abrazo.

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    1. Un fuerte abrazo, querido poeta, y muy agradecido siempre por tu amistad; te llamo y hablamos tranquilos, que ya tengo ganas de verte de nuevo y compartir confidencia y poesía. A ver cómo se va desarrollando todo que la voluntad a veces también necesita un poco de descanso, un medio tiempo para una ducha reconfortante.

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