Aforistas mexicanos actuales Antología consultada Hiram Barrios (Ed.) Libros al Albur Apeadero de Aforistas Sevilla, 2019 |
AUTORES DEL DECIR BREVE
El atomizado caminar del aforismo en la tradición literaria hispana ha
encontrado un ancho cauce creador en el despliegue del siglo XXI. Es un hecho,
no un lugar común, que su cultivo ha prodigado títulos, cultivadores y muestras
colectivas en el espacio peninsular. Pero la geografía del decir breve
también aporta semilleros activos en otros ámbitos de Latinoamérica, como
México. Así lo constató el profesor, ensayista y antólogo Hiram Barrios
(1983) al preparar Lapidario. Antología
del aforismo mexicano (1864-2014). El volumen compilaba un amplio
florilegio de casi siglo y medio de cultivo. Era un
magnífico mirador al pensamiento lapidario que ahora tiene continuidad en la antología consultada Aforistas mexicanos actuales.
El texto introductorio focaliza,
desde el título, el momento áureo del género. Vivimos una etapa “signada por la
urgencia, la concisión y la diversidad” en la que el discurso fragmentado
impulsa estrategias expresivas como la microficción, el haiku y la parquedad
expresiva del aforismo, género que fomenta la mirada híbrida entre filosofía,
crítica sociológica y apunte lírico. Este proceso expansivo se debe, según
Hiram Barrios, a tres causas potenciadoras: la apertura editorial que acoge y
fomenta el cultivo y la difusión de textos breves, tanto en los formatos
tradicionales como en el activismo digital; en segundo lugar la consolidación
del aforista, no como cultivador circunstancial del laconismo sino como creador
que hace del fragmento una estrategia preferente; y, por último, el contexto de
investigadores que aborda, desde los medios de comunicación o los estamentos
universitarios, la cosecha aforística en condiciones de igualdad con otras
estrategias expresivas, sin minimizar su validez literaria.
La edición de Libros al Albur sitúa en el cierre los periplos
bibliográficos de los escritores incluidos. Por ello, cada seleccionado se ordena por fecha de nacimiento y se justifica a sí mismo con los
veinticinco textos aportados. La antología se abre con las decantadas
espigas de Leonardo da Jandra (1951). y concluye con la amanecida de
Víctor Bahena (1993).
Si en otros géneros como la poesía, se dan afinidades generacionales en
los idearios estéticos, en el cultivo aforístico siempre predomina la sensación
adánica, ese viaje en solitario que busca su voz en el entrelazado personal de
experiencia biográfica y cultura. En las muestras queda patente la
diversidad de enfoques. Entre las mínimas de Leonardo da Jandra la escritura asume
la mirada social y el estrecho contacto entre escritor y personaje
cívico; no falta tampoco la preocupación metaliteraria y el aporte ético que
habla de un tiemplo complejo, con coordenadas cambiantes a la hora de proyectar
el futuro. Raúl Acebes aliña su laconismo con una fuerte textura sentimental,
pero vela lo autobiográfico con recursos como el humor o la ironía: “Sembró un
huerto de árboles genealógicos”.
En el margen del aforismo al uso, Gabriel Trujillo Muñoz tiende al
fragmento; su formulación busca el tono argumental o el enmarque
contextual de su particular cuaderno ético. En sus breves se instala
una notoria densidad reflexiva. Anna Kullick Lackner recobra el molde
tradicional, ese decir despojado que enuncia con mínima expresión: “Es tan
corta la vida y son tan grandes las bibliotecas…”; “El placer es el instante en
que huye el escepticismo”.Armando González Torres muestra una gavilla de textos
intimistas y melancólicos, que confrontan los espacios angostos del yo y su propósito
comunicativo con la realidad circundante. También Jorge Fernández Granados
busca, con sencillez, la indagación en el arte de vivir e integra sensaciones
interiores, marcadas por una nítida soledad afectiva. La inquietud lacónica de
Benjamín Barajas, poeta y ensayista, es bien conocida en España como referente
central del aforismo mexicano contemporáneo. Sus frutos plantean un decir breve
de búsqueda y tanteo, no persigue el tono didáctico de la respuesta sino la zona
umbría de las preguntas, expande la voluntad de un escepticismo pesimista que
desconfía del moralismo caritativo de los dogmas y del suelo firme del ahora;
su paremia no acalla la voz porque sobre ella gravita el discurso de ser.
En Merlina Acevedo se constata un continuo recurrir a lo paradójico:
“Puedo explicarlo todo. No entiendo nada”; “El arte es la forma de nuestros huecos”
Sus frases plantean un traslado de intereses que buscan una dicción despojada y
natural. Mientras, el corpus textual de Amaranta Caballero Prado se singulariza
por dar un título a cada breve; se crea así la sensación de ubicar sus
aforismos en un espacio próximo a la microficción, como si esa clave marcase la
pauta del desenlace. Por otra parte, hay en esta escritora cierta tendencia a resaltar
aspectos lúdicos del lenguaje. También Federico Fabregat emplea el título,
aunque su escritura es más despojada y directa y condiciona menos el clima
emocional. Los asuntos argumentales insisten en las cualidades del existir y en
esa frecuente confrontación entre la ética y lo social, una veta que acerca sus
contenidos a la aforística de Erick Nolazco, en quien encuentran sitio los efectos de la temporalidad, los quehaceres introspectivos del yo y lo
metaliterario: “El aforismo puede no ser verdadero. Mas su gran mérito no es la
verdad sino su seducción”
En el aforista más joven, Víctor
Bahena, el espacio literario se convierte en núcleo argumental básico. El
escritor, los quehaceres de su trayectoria, el lugar propio en lo social están
presentes en su decir fragmentario: “La escritura no es un acto sedentario, por
el contrario, su nomadismo nos conduce a través de las palabras e ideas”, “Me
miro a través de los demás. ¿Mi estampa? Un sujeto turbio presto a estrechar la
mano o propinar un puñetazo”.
El trayecto creador antologado por Hiram Barrios en Aforistas mexicanos actuales abarca una docena de autores nacidos
entre 1951 y 1993. Queda expuesta una cartografía que se decanta por la
diversidad y recorre surcos argumentales yuxtapuestos. Los elegidos convivan sinceridad, intuición y textura emotiva; dejan en el
lacónico cauce del aforismo la subjetividad de un pensamiento a menudo marcado
por la decepción existencial y las asimetrías de un tiempo que tantea en
manos de la incertidumbre.
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