Otra noche en el mundo Luis Escavy Ediciones Sonámbulos Colección Macasar Granada, 2021 |
LOS OJOS DEL PRESENTE
La hermosa edición de Otra noche en el mundo nos muestra un poemario de estructura dual que integra treinta y tres composiciones breves. Tras la cita de Juan Bautista Beltrán, comienza senda el apartado de título paradójico “El orden de las ruinas", donde el yo poético establece una imagen de cercanía, dispuesta al enunciado dialogal, con un lenguaje aplicado en la fiel descripción de la puesta en escena. La existencia tiene trazos de sosegada representación, marcada por el hábito y la rutina, en la que conviven realidad y aspiraciones. Aplicado en ese quehacer, el poema ofrece una propuesta de sentido que nunca se cierra en sí misma y que obliga al personaje poético a una inacabada interrogación sobre la razón de ser. No es tiempo de héroes ni de la implosiva beligerancia de la épica, sino de afrontar un devenir de vuelo bajo que hace de la realidad un espacio habitable y un ejercicio de coherencia y dignidad. Cada cuerpo es una estela en el tiempo, una historia y una biografía singular que encuentra ruinas y espacios por hacer.
La presencia de los elementos del paisaje suscita una clara indagación introspectiva, llena de símbolos y claves existenciales. Así sucede en el poema “Segóbriga” en el que la nívea silueta de una iglesia, casi fuera de lugar entre los restos arqueológicos romanos, alza en el horizonte su inadvertida profesión de fe; o en la composición “Una foto de familia”, donde el transitar alumbra un ejercicio de evocación y destino, de aguantar a pie firme “la pólvora del tiempo”. El conocimiento de nuestra textura existencial descubre, sin patetismo, la verdad: la vida es desvivir, un caminar umbrío hacia el nunca lejano otoño de las sombras.
El poeta, frente al conformismo de lo diario, recurre a los escenarios de la desolación para convertirlos en grietas de la memoria. De ellos nacen las lecciones de la historia, como en el poema “Visita a Teufelsberg”, donde sobrevive semioculta la infamia nazi bajo una geografía asolada, o los restos de alguna promoción urbanística del desarrollismo, que ahora luce su varada osamenta de fragmentos rotos, como constata el poema “Arquitectura fantasma en el Mar menor”.
Luis Escavy titula el segundo apartado “Vigilar el fuego”; desde el poema discurre el agua del tiempo, esa fuerza apelativa de la sed haciendo de la necesidad un registro de transparencia. Si el pasado resiste como un incansable laborar de cambios, es preciso preservar la raíz, fortalecer esos actos que mantienen viva una voluntad menesterosa, en busca de sitio para la riqueza fértil de la transcendencia. La fe cobija, como cobija el amor, hilo argumental de “Aline para dos”. Quien escribe recorre un legado literario, que se hace visible en la traducción, cuando pone salida al callejón del idioma con la pericia de José María Micó, o con la propia voluntad de llenar un texto de claridad: “Traducir. Llevar al otro lado: / ser solo el mensajero que en la noche / con la única antorcha del sentido / ofrece un nuevo mundo a la palabra”. Junto al poso cultural del apartado persiste el intimismo reflexivo, construido de dudas e incertidumbres, que alumbra composiciones como “Los domingos”, o “Confiado de lluvia”, dedicado a Guillermo Marco Remón, otra voz emergente del Premio Adonais, o el apunte evocativo de “Biografía”.
Otra noche en el mundo de Luis Escavy es una valiosa salida a descubierta. Pone el foco sobre una retina indagatoria en torno al transitar, aparentemente anodino, de lo cotidiano. En sus textos, la poesía se convierte en forma de conocimiento, en disposición a explorar el callado misterio del ahora. Y lo hace con una dicción limpia, de percepción temporalista. El pensar poético de Luis Escavy es renovación y mediodía, una alegría que alza vuelo con el paso incansable de la juventud.
JOSÉ LUIS MORANTE
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