Polarizaciones Fotografía de internet |
ACEITE SOBRE EL AGUA
Nada se sabe, todo se imagina
FERNANDO PESSOA
Los resultados electorales han emplazado en sitio visible la necesidad de
valores que buscan un lugar propio. Hay que reivindicar cada vez más fuerte,
sin quiebras ni estridencias, que hay una abrumadora crisis moral que afecta a
todos los estamentos sociales. Se percibe a diario en la garganta chillona de portavoces y medios y en la disolución de los referentes políticos y sociales de la tradición democrática. El negacionismo sobre la violencia machista es repulsivo; lo del chalaneo de puestos en las listas del nuevo partido, repulsivo; lo de criticar ahora a tus socios de gobierno, como hace en cada mitin el presidente, repulsivo; lo del regateo antisistema para dinamitar las instituciones desde
dentro, repulsivo. Una sociedad sin
valores es un organismo al que le han extirpado su arteria principal; la
crónica de una muerte anunciada.
Íntima cartografía del sujeto verbal y sus desplegadas conexiones con el
entorno. Crece la biblioteca a diario y se acumulan los libros en
estantes provisionales, cajas, maletas, mesas de trabajo y se agrieta la
discusión perpetua: hay que seleccionar libros y desprenderse de los que
desbordan las habitaciones. Pero, ¿Qué libros sobran? Poesía, no; ensayo, no;
filosofía, no, aforismos, no; historia, no; novelas… Bueno, tal vez algunos libros de narrativa. Y presentan
urgentes credenciales las relecturas: Saramago, Coetzee, Alice Munro, Onetti, P. Modiano… En
cuántas novelas, la luz.
Los etiquetados imprevistos en el muro, hechos casi siempre con la mejor
voluntad, no pocas veces me crean un problema: si he pasado una semana haciendo
una reseña y anuncio en el Facebook la nueva entrada del blog. No hay sitio
para promocionar mis propios poemas, los éxitos literarios de desconocidos o
los eventos digitales del día; así que borro la etiqueta y sé que borro también
un poco de la amistad del otro. Pero la razón es meridiana y es bueno que el
otro también perciba claridad y amanecida; el despertar sobre un libro leído por
intensa dedicación.
La caligrafía insomne de su mensaje me recordó: “no tengo aspiraciones
trascendentes. Solo quiero ser feliz”.
(Apuntes del diario)
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