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Retorno Imagen de RENÉ MAGRITTE (Bélgica, 1898-1967) |
jueves, 20 de junio de 2024
AFORISMOS DE ESPALDAS
miércoles, 19 de junio de 2024
YASMINA ÁLVAREZ MENÉNDEZ. CANCELACIÓN DEL RUIDO
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Cancelación del ruido Yasmina Álvarez Menéndez prólogo de teresa Soto BajAmar Editores Gijón, Asturias, 2024 |
A SOLAS
La nota introductoria de Teresa Soto recuerda la cita germinal de Chantal Maillard y los dos itinerarios indagatorios que abren cancelación del ruido. Las cicatrices y erosiones del deambular vital convierten la cronología del ahora en un punto de cruce de cenizas y vacío. El manso transitar de la escritura es la única manera de curar de quien siente alrededor un extenso espacio de melancolía. La realidad es desapacible y está llena de cosas oscuras y sin sentido. Solo la palabra poética confía en su capacidad de recuperación de lo perdido. Más allá del silencio sobrevuela una sensación de desvalimiento ante la falta de respuestas. Seguir caminando implica tantear nuevas rutas entre los pliegues por un entorno carencial, con frecuencia marcado por la ausencia y por el ruido de fondo de lo contingente.
La poeta organiza Cancelación del ruido en dos tramos escriturales de longitud asimétrica. En el primero, “Morfología de la nieve” se remansa una voz crepuscular, que asocia el itinerario vital con la finitud: “Yo lo noto: cómo me voy volviendo / cada vez más triste, / más ajena, / más callada.”. El transitar convierte la presencia de la muerte en una presencia sedentaria y próxima que ennegrece la tarde y desnuda el otoño. El sujeto muestra en su soledad como se van quedando en la mirada trazos de fatiga y ausencia. Quien observa, reflexiona y recorre una íntima historia personal; sabe que los versos nacen al calor del silencio, son terapia y necesidad de vuelo, una manera de subsistir. Son también la huella firme de los que no están, de aquellos que abrieron los ojos y las manos para compartir la emoción del abrazo o sembraron la tierra fértil de los sentimientos, aunque un día se agostara hecha soledad y silencio, incapaz de afrontar la última mudanza.
Empujado por su brevedad, el apartado de cierre “Diciembre o el aullido” incorpora una cita del poeta y pensador Miguel de Unamuno: “¿No volveré a encontrarte, manso amigo?”, en la que se hace fuerte el tono elegíaco. El poema de apertura alza un escenario con la valiosa precisión de los sentidos: “Aún no ha amanecido. / La luz de la farola / amarillea los árboles. / Les adelanta el otoño. “.En él se remarca la soledad del yo poético que cubre su orfandad con el lomo cercano del animal doméstico, capaz de soportar cualquier tristeza. La memoria une evocación y ausencia, pero también por la estrecha angostura del tiempo se percibe el futuro, un itinerario que invita a sumar más preguntas que nadie puede responder ahora: “Quién heredará todo lo mío, / que es tan poco? / Qué estantes albergarán / cuando yo falte / mis libros más queridos, / aquellos que resistieron, / sin discusión posible, / a mercadillos y mudanzas…”
Cancelación del ruido desanda la quietud de las horas para mostrar con voz confidencial un sujeto lírico cercano y sostenido por la gravidez de la palabra. Frente a lo que desvanece, la mirada serena del poema ha creado un lenguaje propio, una dicción que habla de lo invisible y de espacios de luz que alumbra la memoria. Más allá del vivir, desde la profunda incertidumbre de un tiempo escurrido, está el alba lejano de la esperanza, ese rumor que a tientas va llenando el insomnio con la claridad de un nuevo día.
martes, 18 de junio de 2024
EL BOSQUE DE LOS SUEÑOS
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El bosque de los sueños Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
ACERCA DEL SUEÑO
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.
sábado, 15 de junio de 2024
ASCETISMO
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Abrir el día Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
ASCETISMO
Necesitaba
poco. Y lo poco que necesito, ya no lo necesito
Su proceder fue sumando
una correcta sucesión de hábitos. Limó necesidades hasta soportar un ascetismo
extremo, de rostro sombrío, en el filo cortante de la renuncia. De noche no alteraba
costumbres. Cuando dormía, vencido por el cansancio, su imaginación buscaba un
hueco propicio y en él alojaba siempre el mismo sueño.
(Del libro Fuera de guion, Editorial Lastura, 2024)
viernes, 14 de junio de 2024
ABRIR LAS ALAS (Aforismos)
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Voluntad Archivo digital de Internet |
ABRIR LAS ALAS
(Aforismos)
(José Luis Morante)
jueves, 13 de junio de 2024
ENRIQUE VILLAGRASA. FOSFENOS.
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Fosfenos Enrique Villagrasa prólogo de José Luis Rey Huerga & Fierro editores Colección Graffiti / Poesía Madrid, 2024 |
DESTELLOS
Presenta la entrega Fosfenos, una salida voluminosa con prólogo del poeta cordobés José Luis Rey. La introducción advierte de inmediato que el quehacer lírico de Villagrasa aúna metapoesía y experiencia vital con amplia cosecha de recuerdos del lugar natal. El pasado ilumina; abre en el poema la sensación de plenitud y canto, como si lo primigenio estuviese marcado por la idealización. La geografía se enaltece con nombres propios como el pueblo natal o el cauce cristalino del Jiloca; pertenecen a la geografía de la memoria y ratifican la existencia de una infancia feliz, donde lo sensorial era asombro y belleza, pulsión de vida al paso, que concede a la realidad más cercana una dermis de plenitud y sosiego.
Organizado en cuatro capítulos, el libro tiene como apertura el cauce reflexivo de un sujeto verbal que enlaza escritura y tránsito cotidiano. El fluir acumula contingencias que buscan acomodo en la superficie de tinta de los versos. De este modo: “Todo verso por ser es marginal: / cual fracción del tiempo poético. / Todo poema por ser es central: / fe y razón del trazo y su espacio. / Azar y necesidad es la poesía. “. Escribir es una ventana que permite el exilio, el desandar gozoso hacia el pasado, buscando lenguajes de claridad y transparencia, sus destellos de “Pasión y belleza”.
El poema quiere hablar de sí mismo. Recupera su experiencia con el tejido sentimental del hablante lírico y sus caminos interiores. También el paisaje trasciende su rostro natural para convertirse en expresión de canto, reflejos cuyo fulgor perdura en el pensamiento para evocar la infancia; acaso para evitar también los estragos del tiempo.
Las redes sociales se han convertido en imperiosa presencia del presente. Conceden una identidad moldeada y lejana, pese a la aparente sensación de cercanía, y regulan un modo de convivencia digital que ha cambiado normas y encuentros. A su esencia intangible dedica el poema “Pasión y entusiasmo por las redes”, una indagación de mirada crítica que enuncia luces y sombras de lo digital. Estar y ser parecen términos complementarios y comunicantes, pero la pantalla no deja de ser una irrealidad hecha de simulación y olvido, de levedad y urgencia.
El primer capítulo se cierra con el apartado “La poesía refleja nuestra propia circunstancia”. Tras una cita de Jesús Hilario Tundidor el poeta ensaya formas cerradas como el soneto, acaso para distanciarse de la realidad de sombra del argumento: la existencia de un pólipo intestinal. Otro poema teñido por la efusión sentimental es “Nala”, donde se describe la muerte accidental de un animal doméstico. Las composiciones van sumando secuencias de la travesía cotidiana y del estrepitoso discurrir que lleva a la jubilación y al cumplimiento hacendoso de un destino que confunde pasos y secuencias, que exige la contemplación del yo como un extraño que habita la memoria mientras oye los acordes cansados del reloj.
El capítulo II, titulado “Cavilaciones”, dedicado al poeta Nacho Escuín, muestra la cercanía creadora del pensamiento en el verso. Quien escribe busca indagar la propia naturaleza y conocer mejor los estratos de la realidad. Un entorno que ubica en el centro a Burbáguena, que convierte a la casa natal en lugar del poema, en horizonte único y perspectiva. Desde distintos escenarios van llegando, como fragmentos rotos, las instantáneas del discurrir. Lugares y presencias que aparecen y mudan, que se hacen sedimentos del pensar, acompañando con su dispersión la soledad y la nada. Son símbolos del tiempo con los cuales el poema se teje.
En la tercera parte, un capítulo dedicado al Cementerio de Burbáguena, cobra fuerza la presencia de la muerte, esa senda que lleva hasta la última costa. La vida es efímera, estamos marcados por la finitud. El destino de ser es el vacío. Y hay que asir las manos del lenguaje para que se llenen de luz los espacios de la memoria. Las palabras esconden lo vivido a la mirada de la ceniza. Muestran, como si estuvieran ilesos, los recuerdos conocidos, la quietud de los lugares amados, las horas laborales en el Puerto, el barrio Moral, Tarraco y el laberinto de secuencias proyectado en la pantalla grande de lo cotidiano: los usos, costumbres y lecturas que forman parte del patrimonio intacto de la evocación. El cauce limpio del Jiloca es el rumor del tiempo, un interlocutor callado que escucha a quien recuerda y se hace canción y recorrido en el que despiertan los días de infancia y juventud.
Cierra el libro el capítulo IV “Brotar del verso último”. Desde la savia vital que concede el caminar del tiempo, el poeta vislumbra su infancia en el paisaje; enamorado del pueblo y de su río va escribiendo mientras contempla y busca las respuestas más lúcidas a las pequeñas preguntas de siempre. El poema se hace expresión y conocimiento, concede al paisaje una dinámica poética que incorpora al lenguaje la experiencia de vida, una verdad desnuda y sin retórica.
Fosfenos concluye con una breve nota en la que se hace fuerte el nombre del poeta Óscar Ayala, quien falleció antes de que este libro de libros apareciera. A él va dedicado el poemario. La entrega de Enrique Villagrasa se articula con dos territorios argumentales, el discurso poético y su derivaciones –las relaciones entre poema y memoria, la palabra como inmersión de conocimiento y búsqueda, la elocuencia verbal como superación y trascendencia de la realidad… - y la encrucijada entre pasado y ahora, donde componen un juego de espejos el paisaje y las presencias que lo habitan. Así se moldea un libro de plena madurez reflexiva en el que la memoria se hace filosofía y sensación, conciencia disgregada que busca lo originario y el retorno, que confía en el lenguaje para que persista en los ojos del niño que habitamos esa ilusión azul de eternidad.
miércoles, 12 de junio de 2024
PASO LIGERO. LA TRADICIÓN DE LA BREVEDAD
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Paso Ligero. La tradición de la brevedad José Luis Morante Ediciones de la Isla de Siltolá Colección Levante Sevilla, 2024 |
PASO LIGERO. La tradición de la brevedad en castellano
José Luis Morante, poeta, crítico literario y miembro de Escritores
en Rivas, con una larga experiencia docente en nuestro municipio, publica el
ensayo PASO LIGERO. LA TRADICIÓN DE LA
BREVEDAD EN CASTELLANO. Es un estudio sobre el aforismo, un género
literario de tradición milenaria, pero todavía poco conocido a nivel popular. Editado
en Sevilla por La Isla de Siltolá, Paso
ligero muestra la intensa relación de José Luis Morante con la literatura
hiperbreve. El autor ha trabajado en esta obra, con voluntad fuerte, durante más
de cinco años. Un intervalo temporal que ha multiplicado conferencias,
talleres, participaciones en antologías individuales y colectivas, lecturas y
encuentros personales con los mejores estudiosos de España y Latinoamérica. El
volumen se presenta hoy en, 12 de junio, en la Sala Miguel Hernández del centro Social Armando Rodríguez Vallina, en Rivas Urbanizaciones.
Se pueden definir las partículas elementales del aforismo como un enunciado
breve y sentencioso que se empeña en entender lo que sucede dentro y fuera. Es
un texto de máxima brevedad, capaz de desplegar en la sencillez aparente de sus
palabras una novela de ideas, un pensamiento crítico. En el aforismo se unen
reflexiones y sentimentalidad, conocimiento y poesía. Como escribió Baltasar
Gracián, una presencia clásica y, sin duda, uno de los primeros impulsores del
género entre nosotros: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Por sus lecciones
de lógica, el acercamiento al aforismo y su materia verbal requiere una propuesta
indagatoria profunda porque, todavía, la cantidad de estudios es muy limitada.
Con esta situación de partida, las raíces sociales del decir breve muestran la
valoración de una literatura minoritaria. Contra el desconocimiento, José Luis
Morante, que ha publicado hasta la fecha cinco entregas de aforismos,
abundantes artículos en revistas especializadas y ediciones de autores
contemporáneos como Juan Ramón Jiménez, ha realizado un profundo estudio sobre
los principales practicantes del minimalismo verbal. Su aporte está basado en
criterios de análisis claros que integran biografía y selección de textos de la
extensa nómina de seleccionados. Los argumentos de Paso ligero. La tradición de la brevedad se centran de forma
monográfica en la realidad dinámica del aforismo literario peninsular escrito
en castellano. Quedan al margen los trabajos escritos en las demás lenguas del
país. Tampoco están representadas las aforísticas de carácter científico y
filosófico que, sin duda, por los altos logros y por la profundidad de campo,
podrían ser itinerarios a valorar en el futuro.
El crecimiento incesante del aforismo en las primeras décadas del siglo
XXI con el uso abrumador de las redes sociales, multiplicando la difusión de
los textos breves, justifica la oportunidad de ofrecer un enfoque panorámico
con practicantes reconocidos. No es otro el objetivo principal de esta
antología. Sus páginas seleccionan las aportaciones coetáneas más exigentes de
la producción aforística en castellano desde el despertar del siglo XX hasta el
presente, cuando ya se ha formado la primera generación literaria del siglo
XXI.
Todos los incluídos en Paso ligero,
el nuevo libro de José Luis Morante, se reúnen con un criterio cronológico que
tiene como salida la generación del 98 y como término el núcleo de autores que
da continuidad al devenir sosegado de la creación actual. El legado de esta
estrategia formal debe ser reconstruido a partir de la provechosa convivencia
con otros géneros literarios como el apunte biográfico, las crónicas y
artículos de prensa, la poesía o el relato corto. Es de justicia el rescate; el
quehacer de estos magisterios pauta la evolución estética del aforismo y presta
motivos temáticos a una dilatada cantidad de escritores que buscan en la
tradición de la brevedad nuevos matices.
Los lectores de José Luis Morante encontrarán en los recorridos del
aforismo una estética abierta en su expresión, desnuda y activa, siempre
implicada desde tonos distintos en búsquedas de conocimiento, reflexión y
belleza. Más allá de contingencias y gustos circunstanciales, la economía
verbal ha encontrado por fin, en su despliegue, un reconocimiento mayoritario y
una activa presencia intelectual. Define esa dimensión del pensamiento donde
menos es más.
martes, 11 de junio de 2024
LA BIBLIOTECA PERSONAL
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Una dedicatoria de Gioconda Belli Fotografía de Inmaculada Lara Bonilla |
Estos años (¿o son siglos?) he conocido muchas bibliotecas personales porque eran la habitación de estar de cualquier diálogo a dos voces, el lugar del poema que solo requería un té con limón complementario, una cervecita estival y algunas aceitunas deshuesadas para perder el sentido del tiempo. En cada biblioteca personal perdí el reloj de las prisas, me hice quietud, admiración, silencio, mientras el propietario va y viene con algún libro dedicado entre las manos. Yo dejo mi destartalada miopía en los estantes; acumulo asombros hasta dejar en mi retina la foto fija de la felicidad.
Viajo con frecuencia y vuelvo a casa con una bolsa repleta de libros; también casi a diario llegan libros regalados por editoriales o escritores. La bulimia de mi buzón de correos me permite algunos meses de estudio e intensa lectura. En la biblioteca personal escucho música y vislumbro un abrazo constante de páginas y dedicatorias. Sin libros la casa es un solitario pórtico de niebla estival.
domingo, 9 de junio de 2024
MAI VAN PHAN. ESTO DIJO UNA CABRA
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Esto dijo una cabra Mai Van Phan Traducción de Pham Long Quan Edición y prólogo de Víctor Rodríguez Nuñez Editorial La Garúa Colección Poesía / Haiku Barcelona, 2024 |
La nueva colección de la Garúaa dedicada al haiku, que dirigen Jaesús Aguado y Joan de la Vega, incorpora Esto dijo una cabra, una compilación de textos mínimos del poeta Mai Van Phan (Ninh Binh, Vietnam, 1955) traducida al castellano por Pham Long Quan. El autor ha recorrido un largo trayecto creativo y explorado distintos géneros, con amplia aceptación y con un largo itinerario de premios, reconocimientos y traducciones a otros idiomas. Sin embargo, en nuestro idioma es un gran desconocido por lo que el prólogo de Víctor Rodríguez Núñez es una introducción necesaria para conocer el periplo biográfico y los rasgos más destacados de su escritura: el equilibrio entre religiosidad y compromiso, la mirada crítica y la continua atención a panorámicas yuxtapuestas como la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, ya que el mundo es un continuo entramado de relaciones en renovación constante.
El conjunto de poemas líricos de Mai Van Phan, tiene en su primer apartado un enfoque sorprendente: cede la palabra a una cabra para que ratifique su aspiración de volver al monte y asumir su identidad natural. El personalísimo hablante verbal muda de inmediato y en la labor creativa de Mai Van Phan se unen observadores de la naturaleza, peregrinos, solitarios y seres anónimos que capturan sensaciones e instantes en las diminutas coordenadas del poema.
En todo el apartado llama la atención la libertad formal: el molde del poema es una ruptura continua del esquema clásico japonés, basado en el ritmo versal 5/7/5. El enunciado textual se diversifica para dar acogida a las mínimas anotaciones. El poema se simplifica, juega el papel de una expresiva viñeta verbal que aglutina tres versos de medida variable.
También sorprende en todo el apartado inicial la presencia del ti
tulo en cada poema; son avisos sobre la trama argumental, las coordenadas geográficas o temporales del poema o sobre los elementos que copan el primer plano. Pongo algunos ejemplos del apartado para que se entienda mejor la dinámica del poema: “Era industrial” Posada en lo alto de la grúa / En diez minutos / La libélula logra levantar tres contenedores”; “Confundiéndome con un grano de maíz” El viento / Me roza / Infinitas veces”; “Al leer un libro De repente el pánico / Abre ante mis ojos / Un camino en la oscuridad”. Son instantes nacidos en la contemplación que salvan su levedad en el poema y que, sin duda, comulgan plenamente con la filosofía estética del haiku y su frescura.
Cada compilación de haikus abre un abanico de preocupaciones e incertidumbres. Y en este apartado cobran especial relevancia el sentimiento religioso, la naturaleza y
las variaciones contingentes del discurrir temporal. Son asuntos de carnalidad existencial, que conceden a la estrofa el pálpito impaciente del asombro.
El tramo final del libro “Ojos segados” es mucho menos voluminoso y presenta algunas novedades formales como la supresión del título en cada texto. También la contemplación aparece con más frecuencia, como si el estar transitorio necesitara captar lo que se fuga para dar sentido al trasiego cotidiano: “En una esquina del jardín / Agua sobre piedra / El crepúsculo se desliza veloz”; “Las flores de Osaka tomaron la ribera / El viento no se atreve a acercarse / El árbol arroja las hojas al abismo”. La mirada desenreda en silencio el ovillo de la naturaleza y esa perfección sensorial que asciende hasta los sentidos y el pensamiento para brotar con la pujanza de la epifanía. Como escribe Víctor Rodríguez Nuñez en el prólogo, en el apartado hay más continuidad que ruptura, una conexión fuerte entre el sujeto poético que percibe alrededor un entorno autónomo que se adhiere al fluir de la conciencia para mostrar asimetrías y contradicciones, el curso natural de la vida al paso.
Mai Van Phan estrena presencia en nuestro país y lo hace desde la humildad del haiku con un libro que muestra los nuevos brotes de la estrofa japonesa con un amplio despliegue formal, con la libertad suelta de quien oye el viento suave de lo minúsculo, con la frescura intacta de una taza de agua que duerme en los labios resecos del viajero.
sábado, 8 de junio de 2024
FUERA DE GUION (Microrrelatos de José Luis Morante)
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Días en el Retiro Fotografía de Adela Sánchez Santana |
La minificción ha sido compañía habitual en la mesa de trabajo durante décadas, aunque lejos de cualquier urgencia editorial. Eran textos sin estación de llegada, microhistorias fuera de guion. Los itinerarios expresivos impulsan una convivencia pacífica entre la poesía, como desempeño prioritario, y otras estrategias como el ensayo crítico, el artículo de actualidad, la nota autobiográfica y el aforismo. Me gusta esa concisa fisionomía del relato breve porque concentra argumentos asentados en la agudeza: la anécdota solo precisa una modesta escenografía.
El uso de la primera persona concede al texto carácter personal y una hondura de lo singular, desde la introspección. Sospecho que el análisis de tal perspectiva precisaría una disertación más larga, pero este enfoque textual no es sino un sondeo en la condición diversa del ser humano. Somos un conjunto de pequeñas viñetas ficcionales cuyos elementos establecen pactos de verosimilitud. Se oye la respiración que mantienen las cosas. Un mundo abigarrado que reaparece y se exilia en un lado y en otro.
El nomadismo argumental describe afinidades sobre el viaje continuo de lo cotidiano. En sus retazos se aloja lo fortuito, el suceso trivial; la grieta de luces y sombras que permite acceder a los registros de la imaginación. También a la reflexión práctica sobre el lenguaje como depositario de conocimiento y experiencia. El microrrelato es un detective que sale al día. Todavía no sabe, pero le gusta sospechar de todos. En literatura, el molde no es una enojosa disciplina sino un juego menor cuyas reglas se pueden manipular a voluntad. Esta falta de sumisión permite el diálogo, una conversación de punto medio entre el verso y la prosa en el cuarto de estar de cada página. Mientras respira, el cuento diminuto pone en práctica un pensamiento de Jack Kerouac: “Seamos libres en cualquier momento”.
Casi todos los textos acogidos en Fuera de guión han ido apareciendo, con azarosa cronología, en el blog “Puentes de papel”, espacio digital que abrí el penúltimo día de 2010 y que todavía mantiene inalterable un apetito omnívoro de poemas, reseñas, cuentos y aforismos. Con hacendosa disciplina, buscaron acomodo en su aforo limitado algunos argumentos entre la realidad y el sueño. Todos fueron excusas para dejar estelas e incertidumbres, sin perturbar demasiado, permitiendo afilar el lápiz con las pequeñas preguntas de siempre.
Lejos de todo agobio, mientras escribí estos hilos he vivido en una realidad donde todo era pequeño y cadencioso, como si escuchara un rumor breve, un mínimo resplandor entre el silencio.
viernes, 7 de junio de 2024
CIUDAD PRIVADA
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Pasos, latidos, ecos Fotografía de Internet |
descifro con premura
un largo itinerario de recuerdos,
mientras sube, con ardor renovado,
la hiedra de otros días
desde un lejano sueño hasta la boca.
Pero nada es igual, aunque contemple ileso
el dócil deterioro,
antiguos edificios maquillados de tiempo.
No logro adivinar qué signos, qué paredes,
ocultan las hogueras del pasado.
No hay rastros inmutables, no hay indicios
de una felicidad remota en la memoria.
Cuánta mano vacía, cuánta ausencia;
quedaría conforme siquiera vislumbrando
una imprevista huella, algún reflejo.
Se reiteran mis pasos por calles desoladas,
la soledad se enquista,
suena el reloj de un campanario;
aburrido neón de pupila naranja
vierte sobre mi busca un guiño cómplice,
una difusa luz precede al día.
La llegada del alba desvanece
una ciudad cuyo enclave es olvido.
jueves, 6 de junio de 2024
UN NIÑO HECHO DE MAR
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Memoria y mar Fotografía de Adela Sánchez Santana |
miércoles, 5 de junio de 2024
ISABEL MARINA. DONDE SIEMPRE ES DE DÍA
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Donde siempre es de día Isabel Marina Prólogo de Ángel Alonso El Sastre de Apollinaire / Poesía Madrid, 2024 |
REGRESOS
martes, 4 de junio de 2024
BOSQUES QUE NO DEJAN VER EL ÁRBOL
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Afán de raíz Fotografía de Adela Sánchez Santana |
lunes, 3 de junio de 2024
GIOCONDA BELLI
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Gioconda Belli y María José Bruña Bragado Fotografía de Daniel Mordzinski |
PUNTOS DE FUGA
Poeta, aforista y autor del libro Nadar en seco (Crátera, 2022)
domingo, 2 de junio de 2024
RAFAEL SOLER. MEMORIA Y NO
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Memoria y no Rafael Soler Huerga & Fierro Editores Colección Rayo Azul Madrid, 2024 |
VOCES, DENTRO
Rafael Soler (Valencia, 1947), poeta, narrador y docente que impartió clases, durante tres décadas, en la Universidad Politécnica de Madrid, mantiene en su escritura una larga carrera, rica y diversa, que aglutina seis ficciones largas, dos compilaciones de relatos y media docena de entregas de poesía. Con el título Vivir es un asunto personal, como si la escritura fuera asidero permanente y semilla de todo, reunía su obra lírica en 2021, muy pocos meses después dela ensimismada soledad de la pandemia. Pero la fértil madurez del poeta sigue buscando savia en el árbol del lenguaje y saca a plena luz la caligrafía evocadora de Memoria y no. El título parece alimentar una contradicción léxica: suma la capacidad de reconstrucción de la memoria, como legado y percepción panorámica de lo vivido, y el adverbio de negación “no” que introduce un contraste, una pausa transitoria frente a los brazos abiertos del pasado, como si la arqueología sin costuras del ayer, como territorio básico de la identidad, necesitara también explorar otras rutas, abiertas por el onirismo, la imaginación o los reflejos plasmados en el cristal desvaído de los otros.
La composición “Toda una vida te lleva a ser mortal”, frase que adquiere la forma sentenciosa de un aforismo filosófico, parece una justificación previa del papel esencial del tiempo recobrado para encontrarse a uno mismo. Su planteamiento argumental integra el recorrido desde la salida auroral hasta el ahora. El despertar vital es anuncio y profecía. Se dispone, con afanosa aplicación, a repoblar el bosque del presente, meta de madurez que aguarda en silencio la llegada de las sombras, mientras mira despojos y cenizas.
La primera parte “Memoria” integra las secciones “A reloj candente podríamos decir” y “Limpieza semanal con un cuchillo”. Ambas comparten, pese a sus dimensiones asimétricas, una clara raíz experimental, heredera de Vicente Huidobro, César Vallejo y el Lorca más surrealista. Rafael Soler opta por un nítido desarraigo del trascurrir epocal. Camina a solas, sin hilvanes generacionales. Busca una dicción singular, densa y hermética. Amalgama en su pensamiento poético la intimidad confidencial de quien se reconstruye en el espejo de enfrente, no pocas veces con verbo irónico. Explora la sensibilidad profunda para que fluya un retorno que acerque las coordenadas de la existencia. En ellas se muestra una significativa búsqueda de nombres tachados, recuerdos y apropiaciones imaginarias que viajaban camino del olvido. Desde la pertinente observación indagatoria, la vida transcurrida se habita por una individualidad que sale al día; pronuncia convincentes argumentaciones de la palabra para dar tinta y papel a la evocación, para que adquiera cronología y sentido lo perdido.
La expresión “Limpieza semanal con un cuchillo” da fuerza a un despojamiento extremo y sin concesiones. El trayecto vital se desnuda y van emergiendo significativas presencias personales como la madre, el abuelo o el hermano casi angélico. Se retorna a la sensibilidad auroral de los días de infancia, esa esperanza de consumación y anhelo que miraba las pisadas del tiempo y sus puntos suspensivos esperando el asombro. El arte de la fuga ha hecho del trayecto un liviano depósito en el que caben secuencias de la educación sentimental y aquellos figurantes que intercambiaron ámbitos y voces hasta cruzar las puertas del frío, hasta forjar el extraño inventario de lo vivido, la íntima derrota de quien cierra los ojos y siente entre las manos las migajas de nada: “Lo que queda / después de los aplausos”.
La conmoción lírica del poema pronuncia en voz baja su indagación de la nostalgia. Cuenta el temblor que encierran los brumosos secretos de los días, convertidos en su deambular en “escombro y cuarentena / agrio piafar de lo perdido”. Mientras el sujeto se afana en ese vano empeño de volver al origen en su indagación de lo humano.
La segunda parte “Y No” acoge los poemas de “Pabellón cinco, al viento los manteles”. Con fuerza admonitoria el lenguaje funde en el mismo abrazo olvido y memoria. La conciencia en vela muestra un territorio de frontera entre el escalofrío de lo cotidiano y la maleta gastada del discurrir onírico. Confinados en un pabellón para convalecientes solitarios, los pasos tanteantes del discurso asumen la intemperie del encierro. El lenguaje de la confidencia se dispone a caligrafiar la incertidumbre en un paisaje de pacientes y batas blancas. Quien habla en el poema y se pierde por senderos de grava es intruso de una imagen que apenas reconoce. El poema de excelente título “Tengo una ojiva nuclear en la nevera” subraya ese estar.
El espacio poético de Memoria y no hace de la metáfora un instrumento expresivo esencial. Los poemas clarifican el ligero equipaje del yo; los vestigios dormidos en un tránsito que concluye en el vacío. Con emoción acogedora, el transitar y la identidad se hacen coordenadas reflexivas. Desde esa percepción, siempre bajo la lluvia del tiempo, se concreta el estar en una inabordable deriva. Se acumulan las pérdidas. La conciencia se esmera en rescatar signos de claridad y desenredar silencios. La lucha y el quehacer azaroso del yo preserva en la honda noche de la memoria “la falsa pulcritud de los escombros”.