jueves, 20 de junio de 2024

AFORISMOS DE ESPALDAS

Retorno
Imagen
de
RENÉ MAGRITTE (Bélgica, 1898-1967)

 

AFORISMOS DE ESPALDAS
 
 
El pesimismo predice esos trayectos que acaban sin pasos.
 
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Empeñado en sostener la realidad diaria, sus palabras acogen la pretendida solidez del humo.
 
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Se hizo sindicalista, el oficio natural de una inteligencia en huelga.
 
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Ser lo que uno es, sin fecha de caducidad.
 
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Como eriales de sombra, las noches permanecen intactas tras el despertar.
 
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El desconcierto es un optimismo que guarda luto.
 
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Existir supone confianza en la racionalidad cartesiana del  caos.
 
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La mano fértil de los escritores que pintan casas a domicilio.
 
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En la prudencia de la poda, los huesos y cartílagos del crecimiento.
 
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La pandemia calcina relojes; el encierro contiene sus propios husos horarios.
 
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Los errores abren paso a una épica de flechas ciegas.
 
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A diario el estruendo de una identidad ficticia en un ámbito de ficción. La vida es un sueño crecido entre la bruma.
 
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Soy un prófugo obsesivo; me gusta huir conmigo.
 
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En el núcleo germinal del poema todo lo que está fuera de plano.
 
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Dentro de aquella tertulia literaria se hablaba el mismo idioma, el de un bosque de cactus.
 
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Prisa por vivir. Quería llegar a tiempo a la inexistencia.
 
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Biografías completas obstinadas en hacer del yo un lugar único.
 
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También la sed se queda huérfana.
 
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Me gusta oír esos silencios rotos, desgarrados por más silencios.
 
*
 
Nunca enmascaro mi experiencia bélica; está llena de batallas perdidas.
 
 
José Luis Morante
 
Aforismos inéditos para la revista ELIPSE
 
Madrid, enero-febrero de 2021
 
 
 
 
 
 
 

miércoles, 19 de junio de 2024

YASMINA ÁLVAREZ MENÉNDEZ. CANCELACIÓN DEL RUIDO

Cancelación del ruido
Yasmina Álvarez Menéndez
prólogo de teresa Soto
BajAmar Editores
Gijón, Asturias, 2024

 

 A SOLAS

 
   Retorno a la escritura poética de Yasmina Álvarez Menéndez (Tineo, Asturias, 1978), profesora universitaria de Didáctica de la Lengua y la Literatura, ocasional locutora de publicidad y actriz de la Compañía de teatro Pausa, con el convencimiento de que el intimismo reflexivo que abriera en su amanecida, Los versos que nunca os dije (2018), constituye un continuo afán de enlazar puentes entre el yo biográfico y el hablante poético. Temporal y perecedera, la existencia sirve de manantial a la claridad deslumbradora del poema. El estar en lo cotidiano se convierte en sedimento de reflexión y conocimiento. La voz hace girar al pensamiento para capturar emociones y recuerdos con la eficacia confidencial de un lenguaje figurativo y realista, capaz de alumbrar las zonas de penumbra de lo afectivo. La escritura deja destellos de un ideario asentado en la línea clara y en el magisterio de poetas como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Nacho González o Aurelio González Ovies. Los versos palpan impacientes lo cercano, escuchan el fluir de la conciencia y definen una sensibilidad que explora con frecuencia las tramas laberínticas del yo pensante, pero que también hace sitio a la otredad de un mundo inacabado, que hace de la incertidumbre el discurso, el ruido epidérmico que se adhiere sin pausa a la cronología de la memoria.
   La nota introductoria de Teresa Soto recuerda la cita germinal de Chantal Maillard y los dos itinerarios indagatorios que abren cancelación del ruido. Las cicatrices y erosiones del deambular vital convierten la cronología del ahora en un punto de cruce de cenizas y vacío. El manso transitar de la escritura es la única manera de curar de quien siente alrededor un extenso espacio de melancolía. La realidad es desapacible y está llena de cosas oscuras y sin sentido. Solo la palabra poética confía en su capacidad de recuperación de lo perdido. Más allá del silencio sobrevuela una sensación de desvalimiento ante la falta de respuestas. Seguir caminando implica tantear nuevas rutas entre los pliegues por un entorno carencial, con frecuencia marcado por la ausencia y por el ruido de fondo de lo contingente.
   La poeta organiza Cancelación del ruido en dos tramos escriturales de longitud asimétrica. En el primero, “Morfología de la nieve” se remansa una voz crepuscular, que asocia el itinerario vital con la finitud: “Yo lo noto: cómo me voy volviendo / cada vez más triste, / más ajena, / más callada.”. El transitar convierte la presencia de la muerte en una presencia sedentaria y próxima que ennegrece la tarde y desnuda el otoño. El sujeto muestra en su soledad como se van quedando en la mirada trazos de fatiga y ausencia. Quien observa, reflexiona y recorre una íntima historia personal; sabe que los versos nacen al calor del silencio, son terapia y necesidad de vuelo, una manera de subsistir. Son también la huella firme de los que no están, de aquellos que abrieron los ojos y las manos para compartir la emoción del abrazo o sembraron la tierra fértil de los sentimientos, aunque un día se agostara hecha soledad y silencio, incapaz de afrontar la última mudanza.
   Empujado por su brevedad, el apartado de cierre “Diciembre o el aullido” incorpora una cita del poeta y pensador Miguel de Unamuno: “¿No  volveré a encontrarte, manso amigo?”, en la que se hace fuerte el tono elegíaco. El poema de apertura alza un escenario con la valiosa precisión de los sentidos: “Aún no ha amanecido. / La luz de la farola / amarillea los árboles. / Les adelanta el otoño. “.En él se remarca la soledad del yo poético que cubre su orfandad con el lomo cercano del animal doméstico, capaz de soportar cualquier tristeza. La memoria une evocación y ausencia, pero también por la estrecha angostura del tiempo se percibe el futuro, un itinerario que invita a sumar más preguntas que nadie puede responder ahora: “Quién heredará todo lo mío, / que es tan poco? / Qué estantes albergarán / cuando yo falte / mis libros más queridos, / aquellos que resistieron, / sin discusión posible, / a mercadillos y mudanzas…”
   Cancelación del ruido desanda la quietud de las horas para mostrar con voz confidencial un sujeto lírico cercano y sostenido por la gravidez de la palabra. Frente a lo que desvanece, la mirada serena del poema ha creado un lenguaje propio, una dicción que habla de lo invisible y de espacios de luz que alumbra la memoria. Más allá del vivir, desde la profunda incertidumbre de un tiempo escurrido, está el alba lejano de la esperanza, ese rumor que a tientas va llenando el insomnio con la claridad de un nuevo día.
 

JOSÉ LUIS MORANTE



martes, 18 de junio de 2024

EL BOSQUE DE LOS SUEÑOS

El bosque de los sueños
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 ACERCA DEL SUEÑO

I

                A mi hija Irene
      
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
 
 
II

            A mi hija Ana
 
Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.

       (De la antología Ahora que es tarde, 2020)




 
                                      

sábado, 15 de junio de 2024

ASCETISMO

Abrir el día
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

ASCETISMO

 

Necesitaba poco. Y lo poco que necesito, ya no lo necesito

 

Su proceder fue sumando una correcta sucesión de hábitos. Limó necesidades hasta soportar un ascetismo extremo, de rostro sombrío, en el filo cortante de la renuncia. De noche no alteraba costumbres. Cuando dormía, vencido por el cansancio, su imaginación buscaba un hueco propicio y en él alojaba siempre el mismo sueño.

  (Del libro Fuera de guion, Editorial Lastura, 2024)



viernes, 14 de junio de 2024

ABRIR LAS ALAS (Aforismos)

 

Voluntad
Archivo digital
de
Internet



ABRIR LAS ALAS

 

(Aforismos)

 

 
Solo habla consigo cuando hay un intérprete disponible.
 
La impaciencia aconseja hornear semillas.
 
El toldo del tragaluz es un oxímoron.
 
Entre los misterios de la inteligencia, el empeño de ocultarse a diario.
 
Quien no sabe dónde ir  mantiene siempre un inquebrantable compromiso con el traspiés.
 
La humildad cumple con mérito la función de ser nota a pie de página.
 
Rareza: una amistad sin ánimo de lucro.
 
Cuando aletea cerca, el optimismo recuerda la mínima vibración de una libélula.
 
Esas voces que visten a diario papel de lija y ganan altura cuando callan.
 
Acabé identificando su belleza con el vacío; en ella, todo es nada.
 
Es acaparador y avaro; cuando respira guarda el oxígeno y el anhídrido carbónico.
 
Qué triste la lectura volátil, la que no tiene huellas dactilares.
 

 

(José Luis Morante)

 

 

 

 


jueves, 13 de junio de 2024

ENRIQUE VILLAGRASA. FOSFENOS.

Fosfenos
Enrique Villagrasa
prólogo de José Luis Rey
Huerga & Fierro editores
Colección Graffiti / Poesía
Madrid, 2024

DESTELLOS

  

   Enrique Villagrasa (Burbáguena, 1957) es poeta, periodista y uno de los críticos independientes más respetados del país que colabora habitualmente en publicaciones como Librújula o Turia. Dirige la colección de poesía Rayo Azul de la editorial Huerga & Fierro y ha ido volcando en los estantes un notable itinerario de entregas poéticas, con presencia en varias antologías y con traducciones a distintos ámbitos lingüísticos.
  Presenta  la entrega Fosfenos, una salida voluminosa con prólogo del poeta cordobés José Luis Rey. La introducción advierte de inmediato que el quehacer lírico de Villagrasa aúna metapoesía y experiencia vital con amplia cosecha de recuerdos del lugar natal. El pasado ilumina; abre en el poema la sensación de plenitud y canto, como si lo primigenio estuviese marcado por la idealización. La geografía se enaltece con nombres propios como el pueblo natal o el cauce cristalino del Jiloca; pertenecen a la geografía de la memoria y ratifican la existencia de una infancia feliz, donde lo sensorial era asombro y belleza, pulsión de vida al paso, que concede a la realidad más cercana una dermis de plenitud y sosiego.
   Organizado en cuatro capítulos, el libro tiene como apertura el cauce reflexivo de un sujeto verbal que enlaza escritura y tránsito cotidiano. El fluir acumula contingencias que buscan acomodo en la superficie de tinta de los versos. De este modo: “Todo verso por ser es marginal: / cual fracción del tiempo poético. / Todo poema por ser es central: / fe y razón del trazo y su espacio. / Azar y necesidad es la poesía. “. Escribir es una ventana que permite el exilio, el desandar gozoso hacia el pasado, buscando lenguajes de claridad y transparencia,  sus destellos de “Pasión y belleza”.
   El poema quiere hablar de sí mismo. Recupera su experiencia con el tejido sentimental del hablante lírico y sus caminos interiores. También el paisaje trasciende su rostro natural para convertirse en expresión de canto, reflejos cuyo fulgor perdura en el pensamiento para evocar la infancia; acaso para evitar también los estragos del tiempo.
  Las redes sociales se han convertido en imperiosa presencia del presente. Conceden una identidad moldeada y lejana, pese a la aparente sensación de cercanía, y regulan un modo de convivencia digital que ha cambiado normas y encuentros. A su esencia intangible dedica el poema “Pasión y entusiasmo por las redes”, una indagación de mirada crítica que enuncia luces y sombras de lo digital. Estar y ser parecen términos complementarios y comunicantes, pero la pantalla no deja de ser una irrealidad hecha de simulación y olvido, de levedad y urgencia.
   El primer capítulo se cierra con el apartado “La poesía refleja nuestra propia circunstancia”. Tras una cita de Jesús Hilario Tundidor el poeta ensaya formas cerradas como el soneto, acaso para distanciarse de la realidad de sombra del argumento: la existencia de un pólipo intestinal. Otro poema teñido por la efusión sentimental es “Nala”, donde se describe la muerte accidental de un animal doméstico. Las composiciones van sumando secuencias de la travesía cotidiana y del estrepitoso discurrir que lleva a la jubilación y al cumplimiento hacendoso de un destino que confunde pasos y secuencias, que exige la contemplación del yo como un extraño que habita la memoria mientras oye los acordes cansados del reloj.
   El capítulo II, titulado “Cavilaciones”, dedicado al poeta Nacho Escuín,  muestra la cercanía creadora del pensamiento en el verso. Quien escribe busca indagar la propia naturaleza y conocer mejor los estratos de la realidad. Un entorno que ubica en el centro a Burbáguena, que convierte a la casa natal en lugar del poema, en horizonte único y perspectiva. Desde distintos escenarios van llegando, como fragmentos rotos, las instantáneas del discurrir. Lugares y presencias que aparecen y mudan, que se hacen sedimentos del pensar, acompañando con su dispersión la soledad y la nada. Son símbolos del tiempo con los cuales el poema se teje.
   En la tercera parte, un capítulo dedicado al Cementerio de Burbáguena, cobra fuerza la presencia de la muerte, esa senda que lleva hasta la última costa. La vida es efímera, estamos marcados por la finitud. El destino de ser es el vacío. Y hay que asir las manos del lenguaje para que se llenen de luz los espacios de la memoria. Las palabras esconden lo vivido a la mirada de la ceniza. Muestran, como si estuvieran ilesos, los recuerdos conocidos, la quietud de los lugares amados, las horas laborales en el Puerto, el barrio Moral, Tarraco y el laberinto de secuencias  proyectado en la pantalla grande de lo cotidiano: los usos, costumbres y lecturas que forman parte del patrimonio intacto de la evocación. El cauce limpio del Jiloca es el rumor del tiempo, un interlocutor callado que escucha a quien recuerda y se hace canción y recorrido en el que despiertan los días de infancia y juventud.
   Cierra el libro el capítulo IV “Brotar del verso último”. Desde la savia vital que concede el caminar del tiempo, el poeta vislumbra su infancia en el paisaje; enamorado del pueblo y de su río va escribiendo mientras contempla y busca las respuestas más lúcidas a las pequeñas preguntas de siempre. El poema se hace expresión y conocimiento, concede al paisaje una dinámica poética que incorpora al lenguaje la experiencia de vida, una verdad desnuda y sin retórica.
   Fosfenos concluye con una breve nota en la que se hace fuerte el nombre del poeta Óscar Ayala, quien falleció antes de que este libro de libros apareciera. A él va dedicado el poemario. La entrega de Enrique Villagrasa se articula con dos territorios argumentales, el discurso poético y su derivaciones –las relaciones entre poema y memoria, la palabra como inmersión de conocimiento y búsqueda, la elocuencia verbal como superación y trascendencia de la realidad… - y la encrucijada entre pasado y ahora, donde componen un juego de espejos el paisaje y las presencias que lo habitan. Así se moldea un libro de plena madurez reflexiva en el que la memoria se hace filosofía y sensación, conciencia disgregada que busca lo originario y el retorno, que confía en el lenguaje para que persista en los ojos del niño que habitamos esa ilusión azul de eternidad.
 
 JOSÉ LUIS MORANTE






 

miércoles, 12 de junio de 2024

PASO LIGERO. LA TRADICIÓN DE LA BREVEDAD

Paso Ligero. La tradición de la brevedad
José Luis Morante
Ediciones de la Isla de Siltolá
Colección Levante
Sevilla, 2024

 

PASO LIGERO. La tradición de la brevedad en castellano

 

José Luis Morante, poeta, crítico literario y miembro de Escritores en Rivas, con una larga experiencia docente en nuestro municipio, publica el ensayo PASO LIGERO. LA TRADICIÓN DE LA BREVEDAD EN CASTELLANO. Es un estudio sobre el aforismo, un género literario de tradición milenaria, pero todavía poco conocido a nivel popular. Editado en Sevilla por La Isla de Siltolá, Paso ligero muestra la intensa relación de José Luis Morante con la literatura hiperbreve. El autor ha trabajado en esta obra, con voluntad fuerte, durante más de cinco años. Un intervalo temporal que ha multiplicado conferencias, talleres, participaciones en antologías individuales y colectivas, lecturas y encuentros personales con los mejores estudiosos de España y Latinoamérica. El volumen se presenta hoy en, 12 de junio, en la Sala Miguel Hernández del centro Social Armando Rodríguez Vallina, en Rivas Urbanizaciones.

   Se pueden definir las partículas elementales del aforismo como un enunciado breve y sentencioso que se empeña en entender lo que sucede dentro y fuera. Es un texto de máxima brevedad, capaz de desplegar en la sencillez aparente de sus palabras una novela de ideas, un pensamiento crítico. En el aforismo se unen reflexiones y sentimentalidad, conocimiento y poesía. Como escribió Baltasar Gracián, una presencia clásica y, sin duda, uno de los primeros impulsores del género entre nosotros: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Por sus lecciones de lógica, el acercamiento al aforismo y su materia verbal requiere una propuesta indagatoria profunda porque, todavía, la cantidad de estudios es muy limitada. Con esta situación de partida, las raíces sociales del decir breve muestran la valoración de una literatura minoritaria. Contra el desconocimiento, José Luis Morante, que ha publicado hasta la fecha cinco entregas de aforismos, abundantes artículos en revistas especializadas y ediciones de autores contemporáneos como Juan Ramón Jiménez, ha realizado un profundo estudio sobre los principales practicantes del minimalismo verbal. Su aporte está basado en criterios de análisis claros que integran biografía y selección de textos de la extensa nómina de seleccionados. Los argumentos de Paso ligero. La tradición de la brevedad se centran de forma monográfica en la realidad dinámica del aforismo literario peninsular escrito en castellano. Quedan al margen los trabajos escritos en las demás lenguas del país. Tampoco están representadas las aforísticas de carácter científico y filosófico que, sin duda, por los altos logros y por la profundidad de campo, podrían ser itinerarios a valorar en el futuro.

  El crecimiento incesante del aforismo en las primeras décadas del siglo XXI con el uso abrumador de las redes sociales, multiplicando la difusión de los textos breves, justifica la oportunidad de ofrecer un enfoque panorámico con practicantes reconocidos. No es otro el objetivo principal de esta antología. Sus páginas seleccionan las aportaciones coetáneas más exigentes de la producción aforística en castellano desde el despertar del siglo XX hasta el presente, cuando ya se ha formado la primera generación literaria del siglo XXI.

   Todos los incluídos en Paso ligero, el nuevo libro de José Luis Morante, se reúnen con un criterio cronológico que tiene como salida la generación del 98 y como término el núcleo de autores que da continuidad al devenir sosegado de la creación actual. El legado de esta estrategia formal debe ser reconstruido a partir de la provechosa convivencia con otros géneros literarios como el apunte biográfico, las crónicas y artículos de prensa, la poesía o el relato corto. Es de justicia el rescate; el quehacer de estos magisterios pauta la evolución estética del aforismo y presta motivos temáticos a una dilatada cantidad de escritores que buscan en la tradición de la brevedad nuevos matices.

   Los lectores de José Luis Morante encontrarán en los recorridos del aforismo una estética abierta en su expresión, desnuda y activa, siempre implicada desde tonos distintos en búsquedas de conocimiento, reflexión y belleza. Más allá de contingencias y gustos circunstanciales, la economía verbal ha encontrado por fin, en su despliegue, un reconocimiento mayoritario y una activa presencia intelectual. Define esa dimensión del pensamiento donde menos es más.

  

martes, 11 de junio de 2024

LA BIBLIOTECA PERSONAL

Una dedicatoria de Gioconda Belli
Fotografía 
de
Inmaculada Lara Bonilla

 

 LA BIBLIOTECA PERSONAL
 
 
   Hay quien defiende que regalar la biblioteca personal es un gesto solidario; no es mi opinión. Para mí la biblioteca personal conforma vísceras, nervios y huesos del escritor. Es la columna vertebral de mi casa. Permite el desplazamiento continuo de conocimientos, emociones e inteligencia, así que quedarse sin libros en casa es una dolorosa extirpación de la identidad, un borrado de archivos, un descalabro.
   Estos años (¿o son siglos?) he conocido muchas bibliotecas personales porque eran la habitación de estar de cualquier diálogo a dos voces, el lugar del poema que solo requería un té con limón complementario, una cervecita estival y algunas aceitunas deshuesadas para perder el sentido del tiempo. En cada biblioteca personal perdí el reloj de las prisas, me hice quietud, admiración, silencio, mientras el propietario va y viene con algún libro dedicado entre las manos. Yo dejo mi destartalada miopía en los estantes; acumulo asombros hasta dejar en mi retina la foto fija de la felicidad.
   Viajo con frecuencia y vuelvo a casa con una bolsa repleta de libros; también casi a diario llegan libros regalados por editoriales o escritores. La bulimia de mi buzón de correos me permite algunos meses de estudio e intensa lectura. En la biblioteca personal escucho música y vislumbro un abrazo constante de páginas y dedicatorias. Sin libros la casa es un solitario pórtico de niebla estival.





domingo, 9 de junio de 2024

MAI VAN PHAN. ESTO DIJO UNA CABRA

Esto dijo una cabra
Mai Van Phan
Traducción de Pham Long Quan
Edición y prólogo de Víctor Rodríguez Nuñez
Editorial La Garúa
Colección Poesía / Haiku
Barcelona, 2024

 
OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS
 
 
 
   Pertenezco a una generación que hizo del haiku una senda natural hacia el hábito lector, una estrategia expresiva arraigada en los géneros literarios de la brevedad y con amplio cultivo intergeneracional. Pero las voces y ámbitos idiomáticos que cultivan la estrofa se multiplican y resulta necesaria la apuesta editorial que acerque logros y amanecidas.
   La nueva colección de la Garúaa dedicada al haiku, que dirigen Jaesús Aguado y Joan de la Vega, incorpora Esto dijo una cabra, una compilación de textos mínimos del poeta Mai Van Phan (Ninh Binh, Vietnam, 1955) traducida al castellano por Pham Long Quan. El autor ha recorrido un largo trayecto creativo y explorado distintos géneros, con amplia aceptación y con un largo itinerario de premios, reconocimientos y traducciones a otros idiomas. Sin embargo, en nuestro idioma es un gran desconocido por lo que el prólogo de Víctor Rodríguez Núñez es una introducción necesaria para conocer el periplo biográfico y los rasgos más destacados de su escritura: el equilibrio entre religiosidad y compromiso, la mirada crítica y la continua atención a panorámicas yuxtapuestas como la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, ya que el mundo es un continuo entramado de relaciones en renovación constante.
   El conjunto de poemas líricos de Mai Van Phan, tiene en su primer apartado un enfoque sorprendente: cede la palabra a una cabra para que ratifique su aspiración de volver al monte y asumir su identidad natural. El personalísimo hablante verbal muda de inmediato y en la labor creativa de Mai Van Phan se unen observadores de la naturaleza, peregrinos, solitarios y seres anónimos que capturan sensaciones e instantes en las diminutas coordenadas del poema.
   En todo el apartado llama la atención la libertad formal: el molde del poema es una ruptura continua del esquema clásico japonés, basado en el ritmo versal 5/7/5. El enunciado textual se diversifica para dar acogida a las mínimas anotaciones. El poema se simplifica, juega el papel de una expresiva viñeta verbal que aglutina tres versos de medida variable.
   También sorprende en todo el apartado inicial la presencia del ti
tulo en cada poema; son avisos sobre la trama argumental, las coordenadas geográficas o temporales del poema o sobre los elementos que copan el primer plano. Pongo algunos ejemplos del apartado para que se entienda mejor la dinámica del poema: “Era industrial” Posada en lo alto de la grúa / En diez minutos / La libélula logra levantar tres contenedores”; “Confundiéndome con un grano de maíz” El viento / Me roza / Infinitas veces”; “Al leer un libro De repente el pánico / Abre ante mis ojos / Un camino en la oscuridad”. Son instantes nacidos en la contemplación que salvan su levedad en el poema y que, sin duda, comulgan plenamente con la filosofía estética del haiku y su frescura.
   Cada compilación de haikus abre un abanico de preocupaciones e incertidumbres. Y en este apartado cobran especial relevancia el sentimiento religioso, la naturaleza y 
las variaciones contingentes del discurrir temporal. Son asuntos de carnalidad existencial, que conceden a la estrofa el pálpito impaciente del asombro.
   El tramo final del libro “Ojos segados” es mucho menos voluminoso y presenta algunas novedades formales como la supresión del título en cada texto. También la contemplación aparece con más frecuencia, como si el estar transitorio necesitara captar lo que se fuga para dar sentido al trasiego cotidiano: “En una esquina del jardín / Agua sobre piedra / El crepúsculo se desliza veloz”; “Las flores de Osaka tomaron la ribera / El viento no se atreve a acercarse / El árbol arroja las hojas al abismo”. La mirada desenreda en silencio el ovillo de la naturaleza y esa perfección sensorial que asciende hasta los sentidos y el pensamiento para brotar con la pujanza de la epifanía. Como escribe Víctor Rodríguez Nuñez en el prólogo, en el apartado hay más continuidad que ruptura, una conexión fuerte entre el sujeto poético que percibe alrededor un entorno autónomo que se adhiere al fluir de la conciencia para mostrar asimetrías y contradicciones, el curso natural de la vida al paso. 
   Mai Van Phan estrena presencia en nuestro país y lo hace desde la humildad del haiku con un libro que muestra los nuevos brotes de la estrofa japonesa con un amplio despliegue formal, con la libertad suelta de quien oye el viento suave de lo minúsculo, con la frescura intacta de una taza de agua que duerme en los labios resecos del viajero.

JOSÉ LUIS MORANTE





sábado, 8 de junio de 2024

FUERA DE GUION (Microrrelatos de José Luis Morante)

Días en el Retiro
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

UMBRAL
 
  
   La minificción ha sido compañía habitual en la mesa de trabajo durante décadas, aunque lejos de cualquier urgencia editorial. Eran textos sin estación de llegada, microhistorias fuera de guion. Los itinerarios expresivos impulsan una convivencia pacífica entre la poesía, como desempeño prioritario, y otras estrategias como el ensayo crítico, el artículo de actualidad, la nota autobiográfica y el aforismo. Me gusta esa concisa fisionomía del relato breve porque concentra argumentos asentados en la agudeza: la anécdota solo precisa una modesta escenografía.
   El uso de la primera persona concede al texto carácter personal y una hondura de lo singular, desde la introspección. Sospecho que el análisis de tal perspectiva precisaría una disertación más larga, pero este enfoque textual no es sino un sondeo en la condición diversa del ser humano. Somos un conjunto de pequeñas viñetas ficcionales cuyos elementos establecen pactos de verosimilitud. Se oye la respiración que mantienen las cosas. Un mundo abigarrado que reaparece y se exilia en un lado y en otro.
   El nomadismo argumental describe afinidades sobre el viaje continuo de lo cotidiano. En sus retazos se aloja lo fortuito, el suceso trivial; la grieta de luces y sombras que permite acceder a los registros de la imaginación. También a la reflexión práctica sobre el lenguaje como depositario de conocimiento y experiencia.     El microrrelato es un detective que sale al día. Todavía no sabe, pero le gusta sospechar de todos. En literatura, el molde no es una enojosa disciplina sino un juego menor cuyas reglas se pueden manipular a voluntad. Esta falta de sumisión permite el diálogo, una conversación de punto medio entre el verso y la prosa en el cuarto de estar de cada página. Mientras respira, el cuento diminuto pone en práctica un pensamiento de Jack Kerouac: “Seamos libres en cualquier momento”.
  Casi todos los textos acogidos en Fuera de guión han ido apareciendo, con azarosa cronología, en el blog “Puentes de papel”, espacio digital que abrí el penúltimo día de 2010 y que todavía mantiene inalterable un apetito omnívoro de poemas, reseñas, cuentos y aforismos. Con hacendosa disciplina, buscaron acomodo en su aforo limitado algunos argumentos entre la realidad y el sueño. Todos fueron excusas para dejar estelas e incertidumbres, sin perturbar demasiado, permitiendo afilar el lápiz con las pequeñas preguntas de siempre.
   Lejos de todo agobio, mientras escribí estos hilos he vivido en una realidad donde todo era pequeño y cadencioso, como si escuchara un rumor breve, un mínimo resplandor entre el silencio.

JOSÉ LUIS MORANTE



 
 

viernes, 7 de junio de 2024

CIUDAD PRIVADA

Pasos, latidos, ecos
Fotografía
de
Internet

 

CIUDAD PRIVADA
 
Una vez más regreso a la ciudad de siempre,
descifro con premura
un largo itinerario de recuerdos,
mientras sube, con ardor renovado,
la hiedra de otros días
desde un lejano sueño hasta la boca.
Pero nada es igual, aunque contemple ileso
el dócil deterioro,
antiguos edificios maquillados de tiempo.
No logro adivinar qué signos, qué paredes,
ocultan las hogueras del pasado.
No hay rastros inmutables, no hay indicios
de una felicidad remota en la memoria.
Cuánta mano vacía, cuánta ausencia;
quedaría conforme siquiera vislumbrando
una imprevista huella, algún reflejo.
Se reiteran mis pasos por calles desoladas,
la soledad se enquista,
suena el reloj de un campanario;
aburrido neón de pupila naranja
vierte sobre mi busca un guiño cómplice,
una difusa luz precede al día.
La llegada del alba desvanece
una ciudad cuyo enclave es olvido.

      (Del libro Población activa, 1994) 
 

jueves, 6 de junio de 2024

UN NIÑO HECHO DE MAR

Memoria y mar
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana




NIÑEZ

En el origen guardas
sedentarias gaviotas,
el recuerdo salobre
de lienzos de alquitrán y esteros pálidos,
donde se demoraban
los últimos bañistas.
A tus ojos retorna
un monólogo azul.
Desclava las cuadernas
y rompe el equilibrio
de un mástil doblegado
a los pies del cemento.
Pernocta en los juncales
sordina gris del llanto.
El ayer amanece.
Desnudos compartimos
el aliento de su melancolía.

      (De La noche en blanco, 2005)

miércoles, 5 de junio de 2024

ISABEL MARINA. DONDE SIEMPRE ES DE DÍA

Donde siempre es de día
Isabel Marina
Prólogo de Ángel Alonso
El Sastre de Apollinaire / Poesía
Madrid, 2024
 

 

REGRESOS

 
   Apenas dos años han transcurrido desde que la fertilidad creadora de Isabel Marina (Avilés, 1968), Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, colaboradora habitual de travesías culturales como Anáfora y Areté e impulsora de la revista Ítaca, publicara Un árbol que tiembla (2022), un poemario de claridad deslumbradora en torno al transitar del tiempo, con ilustraciones de Federico Granell y prólogo de Ángeles Carbajal, cuya presentación en el Centro Asturiano de Madrid fue un pletórico abrazo entre música, poesía y amistad.
   Pero la poesía no deja de manar y renueva cauce con la entrega Donde siempre es de día que reúne más de cien textos, integrados en cuatro secciones. Ángel Alonso titula la mirada prologal “Catarsis” un sustantivo de semántica explícita que asocia de inmediato el acto de escribir con una estrategia de sanación terapéutica. Acaso con un sosegado viaje interior para llenar de brisa los rincones umbríos de la existencia donde se van acumulando en las estanterías cotidianas decepciones y pérdidas; esas inevitables erosiones del deambular vital. La escritora asturiana asume el quehacer escritural como “una forma de ordenar el caos que a todos nos acosa, como una forma de explicarse las maravillas y miserias del mundo, y explicarse también a sí misma”. El análisis de la introducción resalta también otro aspecto esencial del enfoque estético de la autora: las conexiones entre Arte y Poesía, como si fueran dos estaciones unidas por los itinerarios de la reflexión. En esa perspectiva rehumanizadora de la función del arte, que aglutina elegía, evocación y senda indagatoria, la existencia es un escenario incierto y movedizo en el que la expresión artística se inspira para crear lumbres encendidas de verdad y belleza.
   La sección inicial “La última matrioska” aporta citas de Carmen Martín Gaite, Piedad Bonnett y Katherine Mansfield, tres voces del canon que hacen de la poesía un árbol iluminado, una forma de salvación y encuentro con el rastro incierto de quien tantea la silueta imprecisa de la identidad. En este territorio de búsqueda nace el poema, como sostiene la composición de apertura “Mi forma de salvarme”: En sus versos el hablante lírico se busca a sí mismo, hurga en las heridas y erosiones e hilvana pérdidas y estados de ánimo; la escritura se convierte entonces en trinchera y resguardo, en pactada respuesta a las líneas de fuga que disuelven los pasos cotidianos: “La escritura es el poder / de los que no tienen historia, / la luz del faro que avista el náufrago, / el pan único para el hambriento, / el agua que puede calmar la sed.” La palabra camina hacia dentro, se hace reclusión en la raíz, misterio y enigma. Se va gestando así una crónica sentimental frente a la apresurada hostilidad del calendario, la cartografía desplegada de un mundo interior por donde el sujeto se coloniza a sí mismo, rellena el difuminado paisaje de la inexistencia con un epitelio de esperanza. Somos vacío y fugacidad, la música inacabada de un jardín interior.
   El hecho de vivir sostiene un continuo aprendizaje que va copando espacios de madurez, ese tiempo de aceptar el propio destino, de ir dando a la propia imagen los trazos justos, esa estela de reflejos dorados.
    El conjunto de poemas “Como pateras vacías” está concebido como una inmersión en lo perdido; la evocación invita a desnacer. El hablante verbal convierte su búsqueda en recuerdos clarificadores de un tiempo consumido, hecho de cambios continuos que hacen dudar a la memoria: “Qué fácil es engañarse, / qué fácil vivir para el sueño, / y qué difícil / observar mar adentro, / lo que ha quedado de nosotros, / el poco margen que tenemos”. El mapa de la memoria desaparece y la gelidez de la niebla cae sobre los ojos.; aloja un espacio de silencio y contemplación.
   En el apartado “Un mundo ordenado” el poema se convierte en espacio de observación que anota lo que sucede alrededor. Un anciano sentado en un banco con palomas, el solitario que añora la fuerza emotiva de otros días, la quieta belleza de una porcelana de Lladró o la estática quietud de la piedra son símbolos del transitar del tiempo. La percepción acumula en el pensamiento instantáneas de soledad y melancolía. Las formas y colores de un mundo ordenado que se hace también metáfora de todo lo perdido. El continuo fondo musical de los poemas revela la pasión de Isabel Marina por la música; un mediodía sonoro e instrumental que es a veces evocación y recuerdo del ayer, como la imagen de la madre tocando un viejo piano. Otras veces apunta el homenaje sensorial de quien se refugia en la armonía de alguna canción para desterrar la sombría percepción del reloj desbocado.
   Isabel Marina acentúa en Donde siempre es de día su intimismo reflexivo; con una clara continuidad estética, la poeta persiste en el largo caminar que enlaza pretérito y ahora en el norte vital de la palabra, las estelas del recuerdo y esa continua sensación de despojamiento que deja el existir. Queda en el poema la conjunción de ambos espacios meditativos, la aurora y el manso horizonte crepuscular. El empeño por recobrar vivencias que permitan comprender la arqueología sentimental “donde todo alumbra y es signo, aunque no lo sepamos, aunque no podamos reconocerlo y estemos sordos y ciegos, como el pájaro que canta, antes de que la ciudad despierte”.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
 

 

martes, 4 de junio de 2024

BOSQUES QUE NO DEJAN VER EL ÁRBOL

Afán de raíz
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

Aforismos de José Luis Morante
 
 
Cada náufrago reclama para sí la madera raída.
 
 
En los espejos la imagen desvaída del futuro, sin alzar los ojos ni una sola vez
 
 
Perseverar apostado frente a la fijeza del paisaje, con la tenacidad zancuda de las grúas.
 
 
Ante las rocas  los argumentos piden cara o cruz: escalar o pasar de largo.
 
 
Luz dormida en la mansedumbre del estanque y los ojos infantiles que  nada saben de la refracción.
 
 
Acaso, esto y aquello. Marejadas, borrascas, nubes y claros. Meteorología de poeta.
 
 
No están cerca o lejos. No están.
 
 
La escritura y yo,  restaurante discreto en el que solo hay sitio para dos comensales.
 
 
Alguien escribe. Soy parte de la trama. Un personaje episódico.
 
 
En la lisura del cristal, los aspersores del jardín difunden transparencia. Mi casa y el día que declina. Pienso en aquella línea de Jorge Luis Borges: “No pasa un día en el que no estemos, un instante, en el paraíso”. Espejismos.
 
 
Que el desconcierto no sea obstáculo interpuesto; camina junto a él.
 
                                      (Del libro Motivos personales)



lunes, 3 de junio de 2024

GIOCONDA BELLI

Gioconda Belli y María José Bruña Bragado
Fotografía
de
Daniel Mordzinski

 

PUNTOS DE FUGA

 
 
Parir el alba
Gioconda Belli
Introducción y edición de María José Bruña Bragado
XXXII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana
Ediciones Universidad de Salamanca Patrimonio Nacional
Salamanca, 2023
 
   El 29 de mayo de 2023 la escritora nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948) conseguía el XXXII Premio Reina Sofía de poesía Iberoamericana. Asentada en España desde hace años, tras la deriva dictatorial del gobierno de su país, la poeta impulsa una escritura comprometida, sólida y de calado emocional que hace de la indagación confidencial una exigencia de amanecida, un punto de fuga. En Parir el alba la profesora, investigadora literaria y escritora María José Bruña Bragado, en la introducción “Elegir el vértigo”, recorre el discurso poético de una creadora que cultiva una pluralidad de estrategias expresivas: poesía, novela, autobiografía, ficción infantil, artículos de prensa y memorias, con un ideario conceptual abierto a la transversalidad y la fusión. El prólogo recuerda contingencias biográficas y la temprana dedicación a la poesía de Gioconda Belli, siempre con un carácter torrencial, proclive a la urgencia impulsiva. Esa inquietud auroral hacia el poema constata además otra cualidad sostenida: ”La exaltación de lo femenino”, una sensibilidad que repite, diluye y modifica el yo interior y asume en la página escrita un enfoque cuajado de erotismo que en su amanecida provoca rechazo en el entorno familiar próximo. La poesía es todavía un enigma de sombras y requiere magisterios como Francisco de Asís Fernández, uno de sus más tempranos apoyos literarios, José Coronel Urtecho y Carlos Martínez Rivas.
    Durante un largo periodo de su vida, el compromiso sandinista se hace vértice de la identidad. La situación política nicaragüense reivindica la acción directa y su memoria personal vive como un acontecimiento el triunfo de la revolución, tras el opaco intervalo de cuatro décadas de la dictadura somocista. El tiempo ahonda en contradicciones y desajustes; la implicación militante da paso al desencanto, el cuestionamiento y el derrumbe de cualquier utopía. El contexto histórico es otro y exige una deconstrucción del trayecto ideológico. De este intenso proceso de conciencia social se hace portavoz el pulso escrito, casi desde su despertar poético a los veinte años, como queda constancia en la entrega El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra.  
   La compilación Parir el alba resume el paso evolutivo de la senda lírica con una selección realizada de manera conjunta por la editora María José Bruña Bragado y la propia poeta. De inmediato se percibe la empatía entre personaje verbal y sujeto biográfico, lo que subraya la palpitación intimista y confidencial de una escritura que mira hacia dentro y profundiza de continuo en el viaje interior y el misterio vivencial. Como escribe la editora con atinada síntesis: ”El rasgo distintivo de la poesía de Belli es que tiene, por su esencia directa y experiencial, una suerte de habilidad para tocar las emociones ajenas (…) una suerte de transparencia entre lo subjetivo y lo orgánico exterior, lo emocional intrínseco al sujeto y lo tangible de fuera.” Así se entiende en toda su plenitud semántica el aserto elegido para titular este recorrido en el tiempo: la creación es un parto, una aurora física y natural que entrelaza dolor y gozo, materia sensitiva, densa, emocional. La palabra poética deja en el sujeto hablante una conciencia de género y un despertar en guardia que mira el entorno desde un feminismo radical y reivindicativo. La igualdad se hace premisa incontestable en el pensamiento. Vislumbrar el sentido existencial desde el lenguaje es un afán continuo entre las sombras contingentes de la temporalidad. Como asume la autora y se recuerda en el prólogo, el estar en la palabra enlaza tres postulados orgánicos: la exigencia, la experimentación y la originalidad.
   Con luminoso verbo, Gioconda Belli define la poesía como “un latido del corazón fuera del corazón”. Desde esa percepción, lo metaliterario es cauce argumental secundario frente a la facultad pensante y el vivo don de las emociones. Los versos irrumpen con fuerza sensitiva y musical para abrir alas a una dimensión confesional y subjetiva. En la poética adquiere una fuerte energía la conciencia de género, la búsqueda del yo mujer en el marco de un feminismo reivindicativo. Del mismo modo, la geografía de Nicaragua, no como entorno reductor y limitado, adquiriere un perfil armónico, marcado por la diversidad y las relaciones entre paisaje y demografía, modelando un espacio real reconocible.
   El aporte poético integrado manifiesta una nutrida diversidad temática. Como subraya en la excelente introducción María José Bruña Bragado, compone “un fresco ecléctico y plural, un caleidoscopio bastante ajustado de la creación de Belli, versátil en motivos y camaleónico en inquietudes”. El recorrido engloba, a juicio de la estudiosa, cuatro momentos escriturales. La etapa inaugural arranca con Sobre la grama (1974) y dibuja una sexualidad femenina directa y celebratoria, vinculada a la feminidad y el erotismo. En este tramo se integrarían también los libros Línea de fuego (1978), Truenos y arco iris (1982). Aunque no hay rupturas drásticas y se mantienen muchos motivos argumentales, con la entrega De la costilla de Eva (1986) hay una trasposición temática hacia la sensorialidad que suma ironía, sarcasmo y un erotismo denso en Apogeo (1998). Los poemas de Mi íntima multitud acogen la experiencia personal de la Revolución Sandinista mientras que Fuego soy, apartado y espada puesta lejos (2007) retorna a la caligrafía reflexiva del intimismo, también presente en el libro En la avanzada juventud (2013). Sirve de clausura a la selección El pez rojo que nada en el pecho (2020), un libro de madurez y conocimiento, que se cierra con algunos inéditos. 
  En suma, un nutrido viaje creador que hace de la propuesta lírica de Gioconda Belli una anábasis, un retorno hacia la conciencia para asumir lo vivido. La palabra poética se hace ejercicio de revelación; es mirada diagonal capaz de avanzar hacia dentro desde las palabras. Así nace su respiración, su propensión al hallazgo para dar solidez a la intuición. Un recorrido sólido, sin quiebras, que habla al silencio de los vínculos entre materia existencial y lenguaje, que deja en el confín del aire el latir luminoso del fuego.
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 

Poeta, aforista y autor del libro Nadar en seco (Crátera, 2022)



domingo, 2 de junio de 2024

RAFAEL SOLER. MEMORIA Y NO

Memoria y no
Rafael Soler
Huerga & Fierro Editores
Colección Rayo Azul
Madrid, 2024

  

VOCES, DENTRO


   Rafael Soler (Valencia, 1947), poeta, narrador  y docente que impartió clases, durante tres décadas, en la Universidad Politécnica de Madrid, mantiene en su escritura una larga carrera, rica y diversa, que aglutina seis ficciones largas, dos compilaciones de relatos y media docena de entregas de poesía. Con el título Vivir es un asunto personal, como si la escritura fuera asidero permanente y semilla de todo, reunía su obra lírica en 2021, muy pocos meses después dela ensimismada soledad de la pandemia. Pero la fértil madurez del poeta sigue buscando savia en el árbol del lenguaje y saca a plena luz la caligrafía evocadora de Memoria y no. El título parece alimentar una contradicción léxica: suma la capacidad de reconstrucción de la memoria, como legado y percepción panorámica de lo vivido, y el adverbio de negación “no” que introduce un contraste, una pausa transitoria frente a los brazos abiertos del pasado, como si la arqueología sin costuras del ayer, como territorio básico de la identidad, necesitara también explorar otras rutas, abiertas por el onirismo, la imaginación o los reflejos plasmados en el cristal desvaído de los otros.
   La composición “Toda una vida te lleva a ser mortal”, frase que adquiere la forma sentenciosa de un aforismo filosófico, parece una  justificación previa del papel esencial del tiempo recobrado para encontrarse a uno mismo. Su planteamiento argumental integra el recorrido desde la salida auroral hasta el ahora. El despertar vital es anuncio y profecía. Se dispone, con afanosa aplicación, a repoblar el bosque del presente, meta de madurez que aguarda en silencio la llegada de las sombras, mientras mira despojos y cenizas.
    La primera parte “Memoria” integra las secciones “A reloj candente podríamos decir” y “Limpieza semanal con un cuchillo”. Ambas comparten, pese a sus dimensiones asimétricas, una clara raíz experimental, heredera de Vicente Huidobro,  César Vallejo y el Lorca más surrealista. Rafael Soler opta por un nítido desarraigo del trascurrir epocal. Camina a solas, sin hilvanes generacionales. Busca una dicción singular, densa y hermética. Amalgama en su pensamiento poético la intimidad confidencial de quien se reconstruye en el espejo de enfrente, no pocas veces con verbo irónico. Explora la sensibilidad profunda para que fluya un retorno que acerque las coordenadas de la existencia. En ellas se muestra una significativa búsqueda de nombres tachados, recuerdos y apropiaciones imaginarias que viajaban camino del olvido. Desde la pertinente observación indagatoria, la vida transcurrida se habita por una individualidad que sale al día; pronuncia convincentes argumentaciones de la palabra para dar tinta y papel a la evocación, para que adquiera cronología y sentido  lo perdido.
    La expresión “Limpieza semanal con un cuchillo” da fuerza a un despojamiento extremo y sin concesiones. El trayecto vital se desnuda y van emergiendo significativas presencias personales como la madre, el abuelo o el hermano casi angélico. Se retorna a la sensibilidad auroral de los días de infancia, esa esperanza de consumación y anhelo que miraba las pisadas del tiempo y sus puntos suspensivos esperando el asombro. El arte de la fuga ha hecho del trayecto un liviano depósito en el que caben secuencias de la educación sentimental y aquellos figurantes que intercambiaron ámbitos y voces hasta cruzar las puertas del frío, hasta forjar el extraño inventario de lo vivido, la íntima derrota de quien cierra los ojos y  siente entre las manos las migajas de nada: “Lo que queda / después de los aplausos”.
   La conmoción lírica del poema pronuncia en voz baja su indagación de la nostalgia. Cuenta el temblor que encierran los brumosos secretos de los días, convertidos en su deambular en “escombro y cuarentena / agrio piafar de lo perdido”. Mientras el sujeto se afana en ese vano empeño de volver al origen en su indagación de lo humano.
   La segunda parte “Y No” acoge los poemas de “Pabellón cinco, al viento los manteles”. Con fuerza admonitoria el lenguaje funde en el mismo abrazo olvido y memoria. La conciencia en vela muestra un territorio de frontera entre el escalofrío de lo cotidiano y la maleta gastada del discurrir onírico. Confinados en un pabellón para convalecientes solitarios, los pasos tanteantes del discurso asumen la intemperie del encierro. El lenguaje de la confidencia se dispone a caligrafiar la incertidumbre en un paisaje de pacientes y batas blancas. Quien habla en el poema y se pierde por senderos de grava es intruso de una imagen que apenas reconoce. El poema de excelente título “Tengo una ojiva nuclear en la nevera” subraya ese estar.
   El espacio poético de Memoria y no hace de la metáfora un instrumento expresivo esencial. Los poemas clarifican el ligero equipaje del yo; los vestigios dormidos en un tránsito que concluye en el vacío. Con emoción acogedora, el transitar y la identidad se hacen coordenadas reflexivas. Desde esa percepción, siempre bajo la lluvia del tiempo, se concreta el estar en una inabordable deriva. Se acumulan las pérdidas. La conciencia se esmera en rescatar signos de claridad y desenredar silencios. La lucha y el quehacer azaroso del yo preserva en la honda noche de la memoria “la falsa pulcritud de los escombros”.

JOSÉ LUIS MORANTE