Cambio de rasante Itziar Mínguez Arnáiz Baile del Sol, Poesía Tegueste, Tererife, 2015 |
ARRUGAS EN LA PIEL DE LOS DÍAS
Con una producción literaria que alterna narrativa, guiones para
televisión y poesía, Itziar Mínguez Arnáiz (Barakaldo, 1972) inicia itinerario
en 2006 con La vida me persigue,
Premio Internacional Surcos. El libro encuentra de inmediato continuidad en Luz en ruinas, Cara o cruz, Pura
coincidencia y Wikipoemia. Esta notable
cosecha en apenas un lustro tiene amplia representación en las antologías y
retratos de grupo que dibujan con trazo apresurado las bifurcaciones del ahora
poético.
Llego a la poesía de Itziar Mínguez Arnaiz desde el cristal limpio de su
última salida, Cambio de rasante, un
conocimiento tardío que justifica la digresión que sigue. Cuando se visita por
primera vez el mapa creador de un poeta es casi un acto reflejo percibir en sus
elementos la genealogía natural, el aire de familia con autores asentados en el
canon. Así se descubre poco a poco el carácter epigónico del discípulo, los
tramos de aprendizaje o se asiste a la felicidad de ver convertidos a los
predecesores en un montón de arena maleable, dispuesto al uso inmediato en
nuevas construcciones. Cambio de rasante
incorpora en la dedicatoria inicial un nombre propio, karmelo C. Iribarren, que
enciende las luces de situación del ideario poético de Itziar Mínguez Arnáiz.
Pero son los poemas los que van sembrando indicios evidentes en el lector: una
lírica despojada, esencial, que confía en su cierre en el enunciado aforístico
y que incide en sus temas en el muestreo reflexivo de la peripecia existencial
del sujeto verbal, sin circunvoluciones infantiles de piedra en el estanque, ni
densidad espesa de filosofía
grandilocuente.
El vocabulario entrelaza palabras conocidas, con el tacto lijoso del uso
diario, que se ajustan en su parquedad descriptiva a la precisa
configuración epidérmica de un guante de látex.
Así que no es difícil sentarse para oír la verdad literaria del poema
con la música ambiente de una emoción
compartida. Las palabras se pronuncian sin un gesto de altanería, con la
terquedad que requiere afrontar el frío y la desolación de las horas laborables,
para sacar la conversación del punto
muerto: “No me digas que no es extraño /
tenerlo todo / y no sentir nada / nada más que el pulso / acelerado del
silencio / en tu garganta / boicoteando ese grito / que no termina de salir. “
Las palabras exploran alrededor, se miran dentro, buscan la improvisada
lección de lo diario, reconocen humedades y sombras, miden el trazo firme de
las arrugas y constatan que es preferible seguir, intentar poco a poco el
cambio de rasante y no hacer el itinerario inacabable o más complejo.
El minimalismo expresivo se mantiene también en la estética del poema. Frente
a la palabra concebida como búsqueda cognitiva, como terapia del discurrir
inane o como empeño en dejar en tierra firme el carácter transitorio y fugaz de
la condición humana, el escepticismo es la ropa gris que resguarda el poema. Sin más. El yo desdoblado
se responde a sí mismo en el azogue de los versos: “Por qué escribes / y para
quién / qué pretendes encontrar / o esconder / cuando tengas respuesta a estas
preguntas / aparca el boli / para siempre”
La poesía de Itziar Mínguez Arnáiz muestra las arrugas de lo diario;
hace una crónica sin titulares del roce, cierra los ojos cuando las sombras dejan en el instante algún sueño. y pone entre los versos un poco de
ternura. Para que encuentre sitio el próximo minuto.
Pues es éste un libro al que le tenía ya ganas, pero ahora después de leer tu excelente reseña aún tengo más. Sigo a Itziar en Facebook. Ya sólo me queda hacerme con su libro.
ResponderEliminarGracias por compartir José Luis. Aprovecho para desearte feliz semana!
Sandra.
La poesía siempre propone itinerarios diversos. Itziar opta por mirar a los ojos al desamparo y decir las palabras justas. Excelente poesía, Sandra.
EliminarParece muy interesante José Luis. Me resulta seductor el lenguaje que usa. Gracias por compartir. Abrazos.
ResponderEliminarTendemos a llenar nuestros poemas de adjetivos sonoros, como si eso fuese una garantía de calidad literaria, y solo creamos una retórica de grandilocuencia. Itziar opta por el camino contrario: despoja a los poemas, acentúa su laconismo, desnuda las palabras para que muestren su apariencia real, su músculo y su carne... Merece la pena acercarse a su itinerario poético. Un gran abrazo, Carmela.
EliminarGracias por compartirlo José Luis. No conocía a la autora. Pero sabiendo de tus gustos literarios tendré en cuenta la reseña y buscaré la obra. Feliz domingo.
ResponderEliminarEs una voz muy fresca, llena del tejido cómplice de lo cotidiano. Pertenece a ese tipo de autores que apuestan por entreverar laconismo y sentimentalidad y acierta. Un gran abrazo.
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