Por los caminos de Ulloa Fotografía de José Manuel Vilaboa |
CASA
VACÍA
En la casa ya no vive nadie. Solo está la neblina, esos moradores que ayer ocuparon las habitaciones. Bajo la luz tenue del alba, si franqueo la puerta quejumbrosa, escucho su fisiología desperdigada e invisible en pasos, susurros y gemidos. De cuando en cuando callan, como si se hubiesen mudado por unas horas
a otro lugar.
Pero siempre regresan. Esta noche olvidaron cerrar la puerta de entrada y apagar luces. Alguien me despertó. No supe qué decir; me
siento un extraño ocupando una casa vacía. Ellos me reconfortan y justifican mi
presencia: soy quien los sueña.
(De Cuentos diminutos)
Memorable relato que para mí es de terror; de fantasmas. En la línea entre el inquietante y sublime M. R. James y el gran Cortázar. Buenísimo tu escrito, José Luis.
ResponderEliminarUn abrazo desde Rioseco.
Muchas gracias, Luis Ángel, soy un tipo dubitativo cuando emprendo la escritura en prosa (también la poesía) así que tus palabras me animan a seguir buscando esos hilos de complicidad que hilvanan los lectores. Muchas gracias.
EliminarAmigo José Luis, qué bien lo haces y cómo me gusta siempre leer tus entradas, cosa que echo mucho de menos. Me he metido en un berengenal de letras que desconocía y me ha pillado desprevenido, el tiempo ahora es un lujo del que no dispongo. Gracias por estar ahí siempre. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu cercanía, Paco, y mucha suerte con tu primer libro de relatos que, seguro, dejará entre tus manos muchas alegrías. Saludos y feliz jornada.
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