viernes, 15 de abril de 2016

JOSÉ LUNA BORGE. RELOJ DE MELANCÓLICOS

Reloj de melancólicos
José Luna Borge
Ediciones Los Papeles del Sitio
Sevilla, 2016
HOJAS DEL TIEMPO

  Se percibe, con frecuencia, el movimiento pendular que la poesía adquiere con el paso de los años. Sin pretender introducir bifurcaciones en esa cuestión, sí parece fuera de duda que la voz elegíaca es el tono habitual de la obra madura, cuando el sujeto verbal protagoniza una etapa vital donde resuena en cada viaje interior la voz de la experiencia. Esa es la primera percepción lectora que difunde el título Reloj de melancólicos, que José Luna Borge suma a una poblada trayectoria. En ella manifiesta una voluntad intelectual diversa, que practica géneros como la poesía, el ensayo y el diario íntimo.
  En Reloj de melancólicos a través de la evocación comparece el pasado como espacio natural de la memoria para edificar sobre la arena del ahora un pensamiento reflexivo, que guarda sitio a la nostalgia. Leemos en la composición de apertura, “Farolillo”: “Aquella breve llama se abre paso / en el oscuro mundo del recuerdo / y acoge aquellos días con su amparo “. Dispuestas a velar su condición transitoria, se presentan las dispersas señales de un devenir biográfico. Luchan por hacerse condición testimonial, ajenas a la erosión del transcurrir, como si fuesen  figurantes de un escenario vivo, actual y vigente, donde el yo representara sus sucesivas mutaciones. La conciencia del existir se va fortaleciendo  en compañía de un notable inventario de presencias y sombras ausentes. Entre esas presencias se recupera la imagen lejana del padre y su andar silencioso hasta perderse en un bosque de niebla; también afloran ecos de viejas amistades  cuyos pasos vitales resonaron en la dichosa acera de la infancia, llenando los instantes cotidianos de afecto y compañía. El vacío interior va creciendo mientras llega un tiempo crepuscular que convierte los sentimientos en casas deshabitadas. Lo que queda ante los ojos es un escueto camino por el que ahora transita el paso incierto del futuro: “hay que dejarlo todo como fue, / como quedó en su día, / sin adornos / aderezos ni faux brillants que valgan. / Nada vuelve y es bueno que así sea: / la vida en su acabada perfección, / solo eso en el recuerdo es lo que queda “.
   Los puentes hacia el pasado son continuos, como si su lección continua permitiera reformular de nuevo las preguntas esenciales que permiten crecer. En ese tiempo están los puntos marcados de una realidad en la que el yo se percibe a sí mismo sin escisiones, como si se guardaran intactas las secuencias del recuerdo. La conciencia entrelaza voz elegíaca y sosiego de aceptación. Todavía es posible acotar instantes plenos de sentido y coherencia, percibir que las jornadas se nutren de pequeños milagros en los que la respiración se sosiega: “Bien sabes que la vida nos va dando / en la misma medida que nos quita. / Goza del momento, de los pequeños, / ordinarios milagros que suceden / de  vez en cuando y alguien nos obsequia. / Otros días vendrán, otros paisajes / de transparente luz y suave calma”. 
 Con verbo sosegado, Reloj de melancólicos refleja  la sensación de callado desgaste que transmite el tiempo. El destino del existir figura escrito con la levedad de un rastro de arena. Y el sujeto lo sabe, cuando se mira siente que alguien ajeno al yo teje y desteje.  Pero en esa evidencia siempre queda un espacio para recobrar la calidez de lo vivido, para encender la lumbre del ahora y arrimar a su luz nuevos anhelos. Siguen la vida y la poesía.  



6 comentarios:

  1. El título recuerda un haiku de Cuqui Covaleda:

    Reloj de sol:
    Cualquier hora que marques,
    es del pasado.

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    1. Sí, también un título homónimo de Jon Juaristi; ya sabes que la literatura siempre propicia encuentros y afinidades. La lírica de José Luna Borge tiene un tono intimista que hace de la pérdida evocación y reencuentro. Una oportunidad de conocer a un poeta de intensa creación plural. Un abrazo.

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  2. Qué buena mirada y excelente lectura has hecho del libro de Borge. Lo he recibido y me va a mucho ayudar a sacarle más jugo. Muchas gracias. Abrazos.

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    1. Muchas gracias, querido Hilario, sabes que José Luna tiende a elaborar un diario sentimental que se aproxima a la pincelada autobiográfica. Yo estoy cerca de su trabajo desde el inicio de su obra y su trabajo es lúcido y cercano. Abrazos.

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  3. La melancolía, esa emoción especialista en conjugar el pasado perfecto; en el límite, el preludio de una reminiscencia platónica que echa de menos el Edén. ¡Ay, la caída!

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    1. El pasado es siempre un tiempo hospitalario, se marcan bien las huellas del regreso y uno recuerda los sitios conocidos, esas puertas que abrieron su luz en días de intemperie. Un abrazo.

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