Sesenta y cinco momentos en la vida de un escritor de posdatas Alex Chico Ediciones de la Isla de Siltolá Sevilla, 2016 |
POSDATAS
Casi coincidiendo en su epifanía con la edición de Un hombre espera, Alex Chico (Plasencia, 1980) compila sus
consideraciones sobre el lenguaje en un volumen de título dilatado: Sesenta y cinco momentos en la vida de un
escritor de posdatas. El aserto invita a descubrir de inmediato la
identidad de ese misterioso escritor,E.P. y, de paso, a
investigar su práctica creadora, resumida en este inventario de poéticas.
De este modo la posdata, coda reflexiva del epistolario, se convierte en
suelo central del proceso comunicativo y en una fragmentada formulación del
ideario estético. En la tradición literaria, las poéticas en prosa sacan el músculo
ensayístico; mantienen ese prurito intacto de complejidad, como si la semblanza
del poema dependiera de una trama oscura, repleta de líneas y matizados. Alex
Chico recurre a un sujeto ficcional en el que se fusionan en un mismo
propósito autor y personaje, y con sus apuntes traza un espacio de pensamiento
en torno a tres vectores: el deambular de la memoria, la pertenencia a un lugar
y los meandros de la creación literaria. Con ellos organiza un tratado que, con
mínimos elementos, consigue un mensaje didáctico y metaliterario. Para dar más
verosimilitud a la identidad heterónima, busca en el prólogo una conexión
afectiva con la poeta Laia López Manrique y con el escritor de microrrelatos
Ginés S. Cutillas; además en la compilación de fragmentos añade la procedencia
bibliográfica de cada texto, por lo que el recorrido creador de E.P. sugiere un
notable inventario de títulos.
Hasta el momento el corpus literario de Alex Chico ha crecido de forma
plural, englobando facetas como crítica, poesía, relato, ensayo y novela. En un
empeño tan diverso, estas anotaciones clarifican sobre todo su labor poética,
integrada por las entregas La tristeza
del eco, Dimensión de la frontera,
Un lugar para nadie y Habitación en w, a las que se añaden
tres cuadernos. Tantas sendas permiten constatar la vigencia de algunos signos
referenciales y refrendados en las posdatas.
El contenido del breve volumen obedece a un discurrir aleatorio; en él
encontramos nítidos aforismos que enmarcan diversas actitudes ante el hecho
creador: “Lo peor de un escritor es que piensa que todo le pertenece”. También
hallamos textos que indagan en la ontología del texto, en esa verdad de la
creación que tantas veces huye del final previsible, como si fuera ajena la
brújula que marca el final de ruta: “La creación literaria supone una particular
caída al vacío. La función de la escritura sería trasmitir lo que encuentra en
ese descenso”. No falta el préstamo literario, ese refrendo de la opinión
individual en el lago en calma de la biblioteca. Retornan remozadas ideas
de Maurice Blanchot, Charles Simic,
Seamus Heaney, Kipling, o Raúl Zurita.
Así encuentra desarrollo un título que hace de la reflexión personaje
principal, como si los fragmentos formaran el manifiesto personal de un poeta
que se presenta a sí mismo. El yo indagatorio actúa bajo la discreta
transparencia de una máscara en la que suena limpia y natural la voz de un
narrador que convierte cada posdata es una cerilla encendida, en una amanecida
breve que tiende sobre las cosas un epitelio de lucidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.