miércoles, 6 de abril de 2016

ÁNGEL GONZÁLEZ. ANTOLOGÍA POÉTICA.

Antología poética
Ángel González
Prólogo de
Luis Izquierdo
Alianza Editorial, El Libro de Bolsillo
Madrid, 2016 (tercera edición actualizada)
LEGADO BÁSICO

  Cada intervalo temporal acoge la convivencia de voces fuertes que muestran su plena amanecida y proporcionan un legado básico a las nuevas hornadas. De la última mitad del siglo XX perdura como referente central la generación del 50. A ella pertenece Ángel González, de quien Alianza Editorial reedita por tercera vez Antología poética.
  Es un mural lírico elegido en su día por el autor que agrupa una significa aportación de cada una de sus entregas. Ahora se completa la edición princeps con cuatro poemas pertenecientes a Nada grave, libro póstumo que Visor publica en 2008, con la producción inédita del asturiano.
  Como ocurre con sus compañeros de viaje, la poesía de Ángel González se aleja del hermetismo ensimismado para convertirse en testimonio de una realidad colectiva. Con el grupo de Barcelona comparte posiciones ideológicas, actitudes de compromiso, e intervenciones significativas como el homenaje en Colliure a Antonio Machado, al cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte.
  La palabra del poeta se fue desgranando en libros espaciados en el tiempo que trazan una línea firme de coherencia, aunque con mutaciones en sus enfoques. De su análisis se encarga el umbral reflexivo de Luis Izquierdo y puede confirmarse, desde la propia lectura, a partir del encuentro con su obra Palabra sobre palabra, que ha ido creciendo con similares claves de escritura.
  Áspero mundo es su carta más temprana y sus poemas se vinculan con el rechazo de una realidad forzada; un río existencial que arrastra las consecuencias de la guerra civil y el clima de opresión de la posguerra, que tanto condiciona la educación sentimental del poeta, por las creencias republicanas de su familia. La palabra se hace resistencia frente al estar precario; los versos suenan con marcado acento crítico. Pero aflora también en el tramo de cierre otra línea temática, la voz sentimental, una cadencia que convierte al amor en elemento estático que sobrevuela y pone luz a lo cotidiano.
  Desde Sin esperanza, con convencimiento emprende nuevas estrategias comunicativas que se decantan por una mayor objetividad crítica. Las composiciones vislumbran el marco de convivencia social “como una espuma sucia”, que aflora a tierra desde la marea; y velan el intimismo confesional que, de este modo, deja sitio a una mayor conciencia crítica. Desde la derrota y el despojamiento, el yo inicia trayecto hacia un porvenir que se vislumbra lejana evanescencia. Son obras que participan de un bagaje generacional manifiesto y en ellas es fácil encontrar enlaces con las entregas de Carlos Barral, José Agustín Goytisolo  y Jaime Gil de Biedma. También se acentúa en este momento el empleo de la ironía cuyos efectos señaló, en el monográfico de Litoral, Susana Rivera: “le sirve para distanciarse de sí mismo,  para expresar la condición equívoca de la realidad, para poner en tela de juicio ciertas creencias y actitudes sociales y para crear un lenguaje a primera vista sencillo y natural que tampoco es lo que parece”. El acierto de estas premisas puede comprobarse en “Discurso a los jóvenes”. El inicio postula una arenga impulsiva que llama a la acción y es en los versos finales con su inesperado quiebro cuando se rompe el significado previsible. El didactismo de la palabra poética, como transmisora de valores continuistas y apegados al presente, es una estrategia de crítica y cuestionamiento. Resalta en títulos como Grado elemental y Tratado de urbanismo, donde entender el entorno requiere un disuasorio aprendizaje, donde lo sentimental discurre con énfasis dramático.  Cuando aparece Tratado de urbanismo en 1967 la avanzada novísima ha colonizado el paisaje poético con un formalismo escapista que está muy lejos de la trayectoria de Ángel González, cuyas claves perduran: intimismo, mirada escéptica y desengaño en los enunciados existenciales por asumir como irrealizable cualquier esperanza, sin ceder en las propias convicciones.
  El despliegue de recursos prosigue en sus obras de madurez donde captamos un mayor son elegíaco y un claro escepticismo ante la conciencia de lo transitorio. El poeta sabe que el tiempo es “tenaz y lento como un buitre” y vuelve los ojos hacia la rememoración de un pasado lleno de sinestesias.
  Como el epílogo tardío de quien hace verdad inapelable el destino cumplido, los poemas de Nada grave desdeñan la queja inútil o la lamentación que transparenta esa materia frágil que moldea ilusiones. En las palabras queda reflejado el rictus amargo de la muerte.
  Esta mirada a la biografía poética de Ángel González asegura la plena vigencia de una voz de profundo impacto, que ha sembrado muchas afinidades en la lírica más joven, que ha trazado una ruta natural hasta el ahora para que cada verso siga reflejando  la verdad, la belleza y el compromiso del hombre frente al tiempo.



4 comentarios:

  1. Qué poeta y qué entraña este inolvidable y no sé hasta qué punto superado este Ángel González.

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    1. Así es, querido Fakel, es uno de los magisterios tenaces que luchan contra el tiempo y que ha ido dejando, perdurable, una estela en el agua que todos nos aplicamos en seguir. Muy agradecido por tu comentario. Un abrazo.

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  2. Un clásico del siglo XX, Ángel González. Gracias por recordarlo. Feliz semana José Luis.

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    1. Hola Jesús, comparto la definición: un clásico, de los que perduran, de los que ponen luz entre la sombra. Tuve la fortuna de compartir con Ángel González vivencias y encuentros y eso queda en el corazón como un tesoro impagable que me dejó el tiempo entre las manos. Un fuerte abrazo.

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