Dehesa del Boyar (Montejo de la Sierra, Madrid) Fotografía de Javier Cabañero |
PIEZAS SUELTAS
Si los árboles son piezas sueltas, niegan el bosque.
Un porte sólido. De fantasma.
Cuando tenía veinte años, Jaime Gil de Biedma no era un
poeta cualquiera. Era el poeta.
Crepúsculo, aleteo, sopor, engarce, azul… esas palabras con
reputación asentada.
Los malos poemas tosen; tienen respiración errática.
Nombres propios que ya no recuerdo; el final de una
biografía deja sitio para mucho olvido.
Más allá de lo que nunca fue nuestro, ese hallazgo diario de que sobra tiempo.
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