Ritmo latino Jorge Barco Ingelmo XVPremio Emilio Alarcos Visor, Madrid, 2017 |
EL SOPOR DEL SPLEEN
Nacido en Salamanca en 1977 y
perteneciente por las fechas de publicación de sus poemarios a la generación
digital que inaugura el nuevo milenio, Jorge Barco Ingelmo comienza senda con el libro Algún día llegaremos a la luna,
aparecido en 2008. Tres años más tarde firma un poemario de título
sugerente, Vivimos encerrados en burbujas
transparentes. Y tras ganar el XV Premio Alarcos de poesía ubica en los
estantes una nueva entrega, Ritmo latino.
Son muestras de un itinerario pautado que impulsa una mirada introspectiva y
una crónica del ahora, como si fuesen fotografías con exceso de luz, secuencias diluidas por el escepticismo existencial.
La apertura textual con cinco citas parece reafirmar una tradición
dispar y heterodoxa; cada escritura muestra sus referentes con la calidez del
homenaje a las raíces. También
asume que la propia voz es un material moldeable y repleto de sustratos
diversos. Ahí están Georges Bizet, Mateo, Billie Jean King y Carlos Boyero.
Mucha gente.
Pero el culturalismo de
púlpito desaparece de inmediato al adentrarnos en la entrega. La voz
verbal de Jorge Barco Ingelmoemplea el tono natural de un coloquialismo que busca un
escenario dialogal. Y en ese marco, se empeña en comentar las imágenes de lo
cotidiano con su estela de fugacidad transitoria, con su vestimenta de moda de
temporada y el espíritu gregario del sedentarismo asimilado: “Sin embargo me
dices que eso se llama moda / y que la gente cambia según se va llevando. / No
juzgan, solo siguen los preceptos ajenos. / Toca el flautista y todos van
detrás”
Esa crítica al inadvertido
acoplamiento en la mansedumbre de lo diario también se enmarca en el propio
espejo. En su pulida superficie está la mirada del joven poeta persuadiendo a
la confianza del editor, con el léxico displicente de un comercial que
busca colocar su producto en el mercado, subrayando especulaciones y bonanzas. En
el poema crece la ironía hasta el sarcasmo y convierte al lenguaje en parodia:
el poeta cualquiera no busca la verdad y la belleza, ni tiene la pupila ideal de
quien mira la amanecida con un esteticismo idealizado; es un ser vulgar, un
correcaminos ofuscado por llegar al cuerpo de letra de la imprenta. Es una
manera de calcular el peso lapidario de lo real, Ese "colegueo" también presente en otros
poemas que glosan el pragmatismo del ahora y su empeño en conseguir la plaza
fija y ahuyentar el trabajo precario.
La mirada crítica acompaña con frecuencia las horas del protagonista. Y es la ironía su mejor estrategia expresiva. Escueta y lúcida, con la
fuerza tenaz de un aforismo, así aparece en “Estado de gracia”: “Hay
banqueros tan pobres / que tienen que comer / el caviar con las manos”. De nuevo
encuentra formulación propicia en “Reminiscencias”: “Aunque no lo parezca / y
ya nadie se acuerde, / nosotros un día, /
hace no tanto tiempo / fuimos futuro”. También lo percibimos en
“Pantomima” cuyo hilo argumental es el epitelio que recubre la vida social,
donde parece obligatorio disfrutar de una felicidad por decreto.
En el espacio poético contemporáneo, el clima social ha propiciado el
uso de aportes poéticos como la ironía, la crítica o ese humor cervantino que
confunde realidad e imaginación. Son claves de nuestro ahora que amanecen en el dormitorio del poeta y exigen abrir ventanas para que inunde la habitación el aire fresco de la
calle, un ritmo latino que proviene de cualquier radio puesta en el patio
trasero, o de las clases de zumba de un gimnasio cercano. Jorge Barco Ingelmo supera
el spleen con la media verónica de lo paradójico; convierte sus versos en eficaz expresión de un tiempo a medio construir, que vuelve sus
ojos a la fronda elegíaca del pasado porque no confía mucho en un porvenir que
siempre llega tarde.
Nunca se debe terminar de construir el tiempo, es la cadena que une al siguiente. Muy bueno.
ResponderEliminarUn gran abrazo, Begoña, y me alegra pensar que has encontrado en mi lectura de "Ritmo latino" algunas claves de interés. Es un libro divertido que da a la poesía del presente un toque personal de ironía y escepticismo, de paso diario. Un saludo desde Rivas y muchas gracias por estar cerquita.
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